Los pantalones del procurador
columna: «la calle»
La expresión es machista, pero ya que Rosario Robles la considera correcta, habrá que usarla: quien no se fajó los pantalones fue el procurador del Distrito Federal: ante la tormenta en un vaso de agua que le armó la culposa familia de Digna Ochoa (la defensora de los derechos humanos cuya muerte bien pudo ser suicidio), Bernardo Bátiz se escabulló con un subterfugio indigno de un hombre con su responsabilidad: que tres personas, escogidas por él porque le parecen de reconocida probidad, elijan al fiscal que seguirá con el caso Ochoa tras la renuncia del subprocurador Renato Sales, que lo tuvo a su cargo.
Para llevar los usos del procurador Bátiz a su conclusión, ¿no deberíamos los cien millones de mexicanos elegir a quien conducirá la investigación? Podría imitar a su jefe, Andrés Manuel López Obrador, y hacer al menos una consulta telefónica para de allí sacar al comité que nombrará al fiscal o, ya de una vez, elegir a un fiscal marcando el 1, a otro marcando el 2.
En el caso del presidente Fox, a quien la presidenta del PRD le pide "fajarse los pantalones", no le han faltado éstos, sino, peor aún: habilidad para establecer prioridades, astucia al negociar con las fuerzas políticas, destreza en la conducción del gabinete. Cada vez que Fox ha intentado "fajarse los pantalones", el PRD ha sido el primero en dar gritos de alarma ante el retorno del autoritarismo. Así fracasó (y qué suerte para los indios) la ley indígena pergeñada por la Cocopa y que el Presidente hizo suya en mal momento, la reforma fiscal acabó como el peor engendro visto en muchos años de parches anuales, los intentos de abrir a la inversión la industria eléctrica terminaron en portazo; vender el gas natural en vez de quemarlo nacionalistamente tampoco ha sido bien visto por la oposición.
Así pues, a quien sí le faltaron pantalones para sostener una postura ni siquiera impopular, sino apenas sorpresiva y "políticamente incorrecta", fue al procurador perredista del Distrito Federal.
¿No era asunto técnico?
Antes de que cayéramos a estos abismos de populismo rastacuero por los que tres ciudadanos a prueba de toda sospecha elegirán al investigador de una muerte, se suponía que el encargado de tales menesteres debía ser un investigador, un magnífico detective que supiera establecer hipótesis y buscar las pruebas conducentes de manera tecnificada, con procedimientos de laboratorio tradicionales y novedosos; con pericia, capacidad profesional y, claro está, honestidad.
Nadie ha señalado deshonestidad ni impericia en el seguimiento del caso Ochoa por el subprocurador Renato Sales. El propio jefe de la PGJDF comentó en varias ocasiones que la hipótesis del suicidio se sustentaba en datos: características de la víctima, estudios psicológicos, descubrimiento de mentiras previas, escena del crimen. El propio centro de derechos humanos para el que trabajaba se había distanciado de ella. Si al suicidio apuntan 900 elementos, sería de esperar que, en cualquier otro caso, la procuraduría diera por concluido el asunto.
No lo hace porque el PRD teme al pequeño escándalo de algunas organizaciones. Y, sobre todo, porque un pueblo ávido de complots dará más votos a ese partido si le fabrica un culpable.
Sirenas
Así es como hemos hecho el mayor daño al pueblo mexicano: volverlo infantil, autocomplaciente, indulgente consigo mismo. Se le dice que todo lo que hace y deja de hacer se justifica: "¡Pero cómo van a leer si son tan pobrecitos!". No leen, pero tienen televisor y "estéreo" con algunas decenas de discos y casetes; muchísimos pobres ahorraron para suscribirse a cable y ver el mundial de futbol. Los clientes de la fayuca en Tepito y San Juan de Dios no son los ricos, que son todo Palacio o Fábricas de Francia, sino los pobres, y no compran libros en ediciones pirata, sino caseteras, videos y audiocasetes, y muchas otras mugritas, pero nunca libros.
Los pobres no leen, y tampoco los ricos, porque en la escuela primaria no nos enseñan a leer a los mexicanos, porque tenemos maestros sojuzgados por un poderoso sindicato y que no se tocan el corazón para interrumpir clases durante semanas, en ocasiones meses, aunque afecten a estados tan pobres como Oaxaca: es que "están en la lucha". Y allí los vemos apapachados por López Obrador, tirando puertas, rayando, pintando, destruyendo para que sus dirigentes puedan seguir teniendo el monopolio de los uniformes escolares. Por eso la gente no lee: porque esos maestros no han tenido en las manos otro libro que no sea el de texto.
Mis sobrinos son todo, menos pobres, y uno me dijo un día, ante un libro de Salgari que le regalé por navidad que, si era bueno lo harían película y entonces la vería. En el colegio más caro de Guadalajara la biblioteca estaba vacía durante el recreo y los campos de juego atestados. Las obras completas de Julio Verne siempre estaban disponibles.
Nos apapachamos siempre: los árbitros son injustos, los extranjeros no nos quieren, Corea es ahora un país rico y hace apenas 25 años era más pobre que México porque ha tenido suerte y nosotros, ay, no la tenemos... con tres mil kilómetros de frontera que nos une al mercado más rico del planeta.
La izquierda sigue convencida del dogma priista: las propiedades del gobierno son bienes de la nación. ¿Ah, sí? Todos sabemos que el petróleo sirvió para levantar el imperio de La Quina, que allí viene ya de regreso, más que para abrir todo tipo de fuentes de trabajo a los mexicanos. Los teléfonos, nacionalizados por el presidente López Mateos, siguieron siendo aparatos que se encontraban en comercios y casas de muy ricos. Era un martirio solicitar una línea y costaba una fortuna. No bastó la privatización de Telmex para hacerla una empresa eficiente: la competencia de otras compañías le espantó la modorra y mi cocinera me acaba de dar su número telefónico.
Es este mazacote de melcochas, este coro de voces arrulladoras, lo que tiene a México esperando que la virgencita le haga el milagro que ocurrió en Corea, donde no creen en ninguna virgencita ni en Cristo. Es una miel repulsiva: un procurador que no se atreve a dar los resultados que derivan de una investigación que él mismo no objeta, un PRI que detiene ahora lo que propuso estando en el poder, un PRD que sueña con la dorada época del nacionalismo a la López Mateos, consejeros ciudadanos que rechazan un partido en forma sólo porque allí están amigos del consejero presidente del IFE, cárceles igual de atestadas y corruptas como en los viejos tiempos...
Pantalones bien fajados
Pero el fiscal especial para los desaparecidos sí se acaba de fajar los pantalones: el ex presidente Echeverría está citado a declarar este martes 2 por la trampa de Tlatelolco y la masacre del 10 de junio. Felicidades a Ignacio Carrillo Prieto.
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