Padierna, Batres y la culpa
columna: «la ciencia y la calle»
La hoy todavía jefa de la Delegación Cuauhtémoc en el DF, Dolores Padierna, y gente como ella, se oponen a la reglamentación de los bares, discotecas y demás negocios similares, porque se acabaría la corrupción, de lo que Padierna ha sido acusada en infinidad de ocasiones; la última, el martes 3 de julio en todos los noticiarios. Esto mismo vale para los demás municipios del país: la corrupción de los políticos en el poder se acaba donde los reglamentos sean los adecuados a la población que comienza a vivir el tercer milenio. Pero así como están las cosas, los dueños de bares pagan cifras millonarias ante la avalancha de trámites, la inspección de mala fe, el silencio ante sus alegatos, la impunidad y prepotencia de la autoridad, la ridiculez de los horarios en la ciudad más grande del mundo y en otras ya más grandes que Barcelona o Berlín. Vaya con la sorpresiva mojigatería perredista que dice sonrojarse por un table dance. En Guadalajara, de la que tan mal hablan el PRD y su prensa, se ha presentado, con gran éxito, el espectáculo Sólo para Mujeres, donde muchachos de gimnasio se les desnudan a las tapatías. Mujeres de todas las edades aplauden y solicitan más, según sus gritos de gozo audibles desde afuera. ¿Alguien puede creerle a Dolores Padierna, criada en niveles sociales donde la intimidad no es posible, que se asuste ante un desnudo que no espanta a tapatías de clases altas? Yo no. Lo único cierto es que, de reglamentarse estos nuevos giros inventados por la sociedad civil (como ahora se dice) se acaba el negocio: el cohecho, la corrupción como método de recaudación ordinaria. Y creo, sin pruebas, que López Obrador es hombre honesto, al menos con los dineros. Pero sobran pruebas en los tribunales y en los diarios de que Padierna no lo es.
La culpa las persigue
En la histeria desatada por Dolores Padierna y Lenia Batres tan pronto como se descubrió que una disco incendiada — Lobohombo, donde murieron carbonizados una veintena de jóvenes — tenía licencia con revalidación reciente, ningún tipo de bar ha sido más atacado, ni más injustamente, que los bares gays, aunque estos bares son los únicos que no dan problemas a la policía: jamás deben llegar patrullas a calmar riñas entre clientes. En cambio, deben intervenir, un fin de semana sí y el otro también, en los bares comunes: los muchachos se pelean, sus novias les echan porras, los patrulleros los separan. Es todo. Nadie se muestra escandalizado. Bien: ni siquiera esas riñas triviales ocurren en los bares gays. Recordemos que, en la escuela, al niño que no le gusta pelear le gritan joto. Y es verdad: los bares homosexuales son los únicos donde la noche transcurre sin violencia.
El bar 'gay' es una institución que deberá desaparecer algún día. Ojalá pronto. Será cuando nadie se escandalice por ver un beso entre homosexuales y a nadie le pidan que salga de Sanborn’s por mostrar cariño con las mismas expresiones que emplean las parejas heterosexuales, las de hombre y mujer.
Pero mientras eso no ocurra, el ámbito gay, sea bar, cantina o discoteca, es necesario para que, al menos en ese "gueto" y entre paredes, puedan expresarse el afecto y el deseo que ya dicen su nombre, pero aún no pueden mostrarse en la calle sin provocar escándalo.
Saña y prepotencia
La disco El Taller, que fue por muchos años el único soporte de la Fundación Mexicana contra el Sida, y uno de los pocos ámbitos donde el homosexual recibe un trato no sólo correcto, sino amable, sigue clausurada por las autoridades del PRD después de dos meses y medio, sin razón legal ninguna, y sólo bajo los pretextos que inventa Lenia Batres. Su propia Unidad de lo Contencioso le presentó, hace un mes, el dictamen por el cual las únicas faltas eran el vencimiento del seguro y la ausencia de estacionadores.
Contra la opinión del dictaminador, una Batres enloquecida por el incendio en Lobohombo —empresa que ayudó en su campaña política a Padierna, jefa de Batres— rechazó el dictamen. El acta de clausura ni siquiera atina a señalar qué artículo se infringe por no tener estufa de gas, ni podría porque no existe semejante norma, "causa" única superviviente de la clausura; Batres contradice a sus propios inspectores porque ellos señalaron que la cocina —dice el acta de clausura— no tiene estufa de gas, pero sí horno de microondas, y Batres sostiene, en carta a Carlos Marín, de Milenio Diario, que no existe cocina. Batres, en fin, exige gas en un sótano repleto de gente fumando. ¿Será que los dueños de Lobohombo sí le cumplieron la orden? O se trata de su "solución final al problema homosexual".
Batres y Padierna se han ensañado contra un honesto muchacho, que invirtió préstamos familiares para hacerse de un negocio, porque a Padierna la llamé defraudadora de familias humildes. Repito lo publicado por la agencia de La Jornada: 110 familias denunciaron a los diputados local y federal Antonio y Dolores Padierna, por defraudarles más de un millón y medio de pesos, producto de enganches para obtener una vivienda. Siguen cuatro páginas de acusaciones y pruebas de los afectados.
En el Excélsior del 26 de octubre de 2000, diputados de la Asamblea Legislativa del DF anunciaron las acciones que siguen contra Padierna, entre ellas "una denuncia ante la Contraloría General del DF por contubernio con los dueños de la discoteca Lobohombo". Ese contubernio costó vidas y quedó demostrado en la prensa con las fotografías de camiones, pertenecientes a esa disco, en el acto de acarrear gente, pancartas y mantas a los mítines de Padierna y López Obrador. Además de corrupta, necia. Y necio su partido que la sostiene allí. El PRI al menos fingía enfermos a sus delincuentes para sacarlos. Ni modo, con esto El Taller seguirá cerrado en un país donde el abuso de autoridad es la norma.
[Escrito el martes 3. Estaré fuera algunas semanas y no podré seguir el nuevo indicio de corrupción en que está involucrada esta lacra. Un grave tropezón de Padierna durante su entrevista con Javier Alatorre en el 13: comenzó negando que fuera ella quien habla en la grabación donde agradece un soborno, luego dijo que su teléfono estaba intervenido. Alatorre la pescó al vuelo: "Entonces sí era su teléfono, señora." Bravo. Corrupta, necia y encima tonta.]
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