Color, raza y corazón

publicado en la revista «Nexos»
# 403, julio de 2011

 

Los médicos se preguntan por qué los negros, al menos en Estados Unidos, presentan mayor incidencia de alta presión sanguínea y esto conlleva un mayor número de afecciones cardiovasculares en los que el resultado puede ser fatal. Se puede responder que es obvio: crecen bajo circunstancias estresantes. La duda se resolvería revisando si otros grupos sociales estresados también padecen mayor hipertensión, por ejemplo homosexuales y hasta mujeres, se puede añadir, aunque de ninguna manera sean una minoría. Caso cerrado.

Hay una historia algo más complicada. Cuando los ancestros de todos los humanos que hoy existimos sobre el planeta comenzaron a abandonar el Este africano, todos eran de color oscuro y nariz ancha. El color, que da la melanina en las células de la piel, protege de la perjudicial radiación ultravioleta. Por esta razón, en los prehumanos que nos antecedieron la piel clara fue una desventaja. La selección natural actuó para que, en ese medio y con esa insolación, sobrevivieran más los de piel oscura.

La radiación ultravioleta (UV) procedente del Sol como toda la gama de luz, visible o no, es filtrada en primer lugar por las regiones altas de la atmósfera terrestre, en la ionósfera y la estratósfera se pierde esta radiación de longitud de onda más corta que el violeta visible. La vida sobre el planeta evolucionó como lo hizo porque hay ese escudo. Parte esencial es su gran contenido de ozono, nombre que damos al oxígeno cuando su molécula tiene tres átomos y no los dos usuales. De no haber ese escudo, la vida hubiera debido encontrar otros caminos, células para las que la radiación de onda corta no produjera mutaciones, con frecuencia dañinas.

El daño de la radiación UV se produce en la molécula de la vida, el ADN, cuya larga y precisa cadena resulta deformada por estas balas de luz UV debido a que tiene una longitud de onda inesperada y por eso penetrante. La luz está formada de unidades, fotones, y a mayor frecuencia tienen mayor penetración. La menor longitud de onda permite mayor frecuencia: más ondas caben por unidad de medida, son paquetes más apretados.

Cuando las primeras plantas comenzaron a producir oxígeno como residuo de la fotosíntesis, fue un elemento mortal. La vida que no soportó la oxigenación de la atmósfera sencillamente desapareció. Y los mutantes con mayor tolerancia al oxígeno sobrevivieron hasta que, en nuestros días, decir oxígeno es decir vida. Pero fue muerte para nuestros más remotos primos colaterales que no lo soportaron.

Con el oxígeno de dos átomos se formó también el de tres átomos, ozono. Y de nuevo la selección natural actuó: fue dañino al respirarlo, como dañino había sido todo tipo de oxígeno, pero concentrado en las capas altas de la atmósfera comenzó a absorber la radiación UV. Por eso evolucionaron nuestros tatarabuelos sin mayor protección UV para su precioso material de información genética, ADN, que una piel oscura.

Pero hace unos 80 mil años comenzó nuestra salida de África. Es probable que se haya debido a que nuestra especie, exitosa, debió expandirse a causa de la presión ejercida por una mayor población. Unos grupos cruzaron el Mar Rojo, de aguas poco profundas porque la glaciación de las latitudes por encima del trópico retenía buena parte del agua que hoy está en los océanos. Otros subieron siguiendo la ruta del Nilo, pasaron a Mesopotamia y de allí al centro de Asia. Y comenzaron los problemas.

El calcio, necesario para la construcción de nuestros huesos, se fija por vitamina D, como también el fósforo y el magnesio. Otro nombre de la vitamina D es calciferol, que significa, literalmente: que lleva calcio. La vitamina D la obtenemos de algunos alimentos, de la leche materna en primer lugar durante la infancia. Pero también se produce en la piel por efecto de la luz solar que la fabrica a partir de colesteroles.

A falta de luz solar no hay vitamina D que regule el paso del calcio a los huesos. Se produce raquitismo, huesos frágiles que se deforman con facilidad bajo el simple peso del cuerpo. Los niños no sobreviven. Pero los humanos somos la especie más extendida sobre el globo terrestre, bajo todo tipo radiación solar. La solución fue aclarar la piel.

La naturaleza no es un ser que diseña bajo especificaciones inteligentes, sino por combinación de mutaciones al azar (entre otros azares los fotones UV) y selección de entre lo útil para ese momento y lugar. En las poblaciones del centro de Asia, los niños más claros de piel sobrevivían mejor que los oscuros porque la escasa radiación solar no encontraba el escudo protector de la melanina. Los oscuros que sobrevivían dejaban poca o ninguna descendencia porque crecían deformados por el raquitismo.

Pero también hubo grupos humanos que se internaron en la actual África. A mayor cantidad de melanina, mejor protección porque si algo abunda en regiones ecuatoriales es luz solar. El escudo de la piel se pigmentó aún más. Los grupos asiáticos que se dirigieron hacia los Urales y entraron por lo que hoy es el norte de Europa se blanquearon aún más por selección natural del color que mejor fijaba el calcio.

Luego, a partir del siglo XV, los europeos de piel clara se extendieron por el mundo. Llevaron esclavos negros a regiones donde no tuvieron problema de adaptación, como las Antillas. Estamos mal adaptados, pero la sociedad nos cubre. Mis hermanos de ojos claros han sufrido, desde la infancia, irritaciones e infecciones que yo no he tenido, con ojos café oscuro. Si siguiéramos viviendo “in the wild” no habrían sobrevivido a la infancia porque, deslumbrados por el Sol, no verían al jaguar.

¿Y cómo pasamos a las diferencias raciales en la hipertensión? El Centro Médico de la Universidad de Rochester publica un estudio que muestra creciente evidencia de que una baja cantidad de vitamina D está asociada a mayor presión sanguínea.

“Nuestro estudio confirma que la vitamina D representa una pieza del complejo rompecabezas de raza y presión sanguínea”, dice el autor principal del artículo en el Journal of General Internal Medicine, Kevin Fiscella: nombre irlandés, apellido italiano. “Y como estas diferencias en la presión dan un exceso de miles de muertes por enfermedad del corazón entre negros, creemos que una simple intervención como la de tomar suplementos con vitamina D podría tener impacto positivo en estas desigualdades por raza”.

Un factor empeora la situación. La intolerancia a la lactosa (por falta de la enzima lactasa) es mayor en la población negra. Lo cual hace que eliminen lácteos de su consumo habitual, y tienen aún menos vitamina D.

Pero ya todos los investigadores están asustados al mencionar estos temas, así que Fiscella se apresura a señalar que “es muy probable que otros factores, además de la falta de vitamina D, como el estrés psicológico y la discriminación puedan contribuir a esta disparidad”.

Eso se resuelve con facilidad con un diseño que compare otros grupos discriminados, homosexuales blancos, por ejemplo; mujeres en trabajos donde sientan rechazo y otros grupos. Previene Fiscella que se deberán hacer estudios con medidas más refinadas de color de piel para distinguir la compleja relación entre color, estrés, vitamina D e hipertensión.

Contacto: leslie_orr@urmc.rochester.edu

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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