'Misandria': el odio al varón

publicado el 13 de enero de 2013 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Si misoginia es el odio a la mujer y misantropía el odio al humano, el odio al varón debe ser misandria, pero no existe en el DRAE, lo cual hace ver que ni siquiera se nos considera víctimas posibles, dado que somos el "sexo fuerte". La mujer golpeada por el marido tiene enseguida respaldo legal y social. El marido golpeado por su mujer tiene burlas.

Bien, pues en facebook (fb) encontré el video de un israelí muy guapo y de magnífico cuerpo, no tanto que le permitiera competir por Mr. Israel, pero muy bien hecho y duro. Lo subí. Antes aclaro: no he pedido amistad a más de 20 personas en fb, y a todas las conozco y me importan. Me la han pedido 4100 de quienes si acaso conozco 50, y acepto.

Una de estas "amigas", Lilia Guapa Gaona (sic), llevó el video israelí a su muro con este comentario: "Encontre esto. Patetico y más patética la mujer que quiera algo así." Respeto la ortografía de la que se promueve como guapa y no pasa nada. Pero, ¿se imaginan si yo me pusiera Luis Guapo González la que se me armaría? Es la diferencia entre la impunidad de ser mujer y el riesgo de ser hombre. Vi su muro: mujeres hermosas, una niña angelical, etc., soltera e irritada con un cuerpo masculino perfecto. Esa ya me la sé.

Le comenté: "Como si no nos odiaran bastante los bugas, las lesbianas atizan... y con faltas de ortografía". Le expliqué luego que ese empleo de "patético" era abominable: patético es con pathos, con emoción, hay la Sonata Patética de Beethoven, la Sinfonía Patética de Chaikovsky.

Respondió: "Siento que tus pathos se alteren. Pero no creo que a mí ni a Ludwing Van o Piotr Llich nos interese el muchachón o sus carnitas, ni sus similares. No te cuentes entra las damas, tu bigote está muy tupido." Respondí: "Jamás me he contado entre las damas ni me he sentido mujer y, lo saben todos mis amigos, jamás hablo en femenino. Tu comentario me ofende mucho. Strike one." Supongo que quiso escribir Ludwig (sin N), e Ilich, pero escribió Llich, por Piotr Ilich Chaikovsky (a quien sí que le habría interesado, y mucho, ese cuerpo masculino). ¿Qué quiso decir? Ni ella lo supo.

Vi de nuevo el muro de la auto guapa: un cartón dice: "El gallo será muy gallo, pero la de los huevos es la gallina". Y vi la defensa baja: "Te apuesto 100 mil pesos, los tuyos contra los míos". Luego le subí una canción israelí Lej (Vete) con dos hombres jóvenes tumbados en las olas, uno de ellos el cantante; un tráiler de Yossi y Jagger (caso real de amor entre soldado y sargento en el Ejército de Israel), The man I love cantada por hombre, Ivri Lider (parte de The Bubble: un soldado israelí y un palestino), y la portada de mis cuentos El vino de los bravos donde viene la foto de mi Ernesto en todo el esplendor de su belleza juvenil y con la mirada amorosa en contraste. Cuatro ejemplos. Dijo que invadía su muro. Me bloqueó.

He sido objeto de misandria muchas veces. Pero es socialmente imperceptible. Tenía 27 años cuando una chaparrita, cuadradona, de pelos chinos, se me fue encima a golpes porque yo le contaba a su novia que un soldadito chileno ni siquiera me veía. Me echaron del lesbo-bar. Luego me ocurrió en el DF otro par de veces, y otras no ha llegado la sangre al río, pero el odio a los bigotes tupidos, los hombros anchos, las manotas, la voz gruesa, allí está. Describirlo es buen tema de novela. Lo pensaré.

En mi familia no he sabido de un solo caso de mujer golpeada, pero sé de varios hombres golpeados. Ninguno se ha quejado porque no es propio de un hombre, nomás "los araña el gato". Alguna vez una prima tuvo a su pobre marido, un flaquito ñango, debajo de la mesa del comedor, defendiéndose con los pies contra los tijeretazos que ella lanzaba sin ver, a donde cayeran. Y en la humillación verbal son insuperables.

Nadie discute el derecho de las mujeres a estar solas en bares, como los Chippendale, donde hay streapers masculinos, pues una mesa de ligadores les arruinaría la diversión. Es socialmente aceptable. Pero es objeto de denuncias que los hombres queramos estar solos.

Vi una escena odiosa: Un bar gay de estilo vaquero, una mesa con mujeres y con gays (siempre son ellos los que llevan a sus amigas joteras). Llegó una pareja de jóvenes guapos. Uno se dirigió a comprar cervezas, el otro lo esperó. Le gustó a una de las muchachas y comenzó a sacarle conversación. El joven, cortés y no misógino, respondía. En eso volvió el novio, le dio su cerveza y un beso tierno en los labios. La harpía desilusionada gritó: Pero… ¡si también eres puto!

Que te lo digan en Sanborn’s está jodido, pero que te lo digan en TU bar es del carajo. "La que no tienes nada que hacer aquí eres tú", debió ser la respuesta del joven. No lo dijo: a las mujeres no se las agrede. "No se las toca ni con el pétalo de una rosa", ordenaba mi abuela. Y eso hago. Los hombres son punching bags. Sin derecho siquiera a quejarse, por vergüenza.

 



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