Izquierda: el gato y la liebre

publicado el 12 de abril de 2010 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Vienen tiempos electorales, tiempos de ventas y de merolicos, nos venderán caritas sonrientes y frases sonoras, tan breves como huecas y de fácil síntesis: "Que no le digan, que no le cuenten, aquí tiene a su representante ciudadano de izquierda legítima". Debemos pues desbrozar el terreno porque nadie nos pedirá su voto reclamándose (magnífico galicismo) de derecha, sino por ser voz del pueblo bueno, acusando a los demás candidatos de representar una derecha que "no pasará", por ser el triunfo de la derecha "moralmente imposible", bla, bla. Lo hemos sufrido hasta la náusea, lo volveremos a sufrir, si me permiten paráfrasis del presidente López Portillo, cuyo último año de gobierno y ruina, 1982, nos volverá a ser mostrado como la bifurcación donde perdimos el rumbo.

La democracia "se ha distinguido en todas las épocas por la abundancia de sus descontentos, frente a la docilidad resignada o la fervorosa adhesión que han despertado siempre las autocracias", observa con brillantez Fernando Savater.

En la izquierda creemos en la democracia con libertad y en el mando de las mayorías con respeto a las minorías, en los derechos humanos, la ciencia y la educación, en el sindicalismo con rendición de cuentas y libertad para elegir opciones. Nos divide todavía la vieja tesis de la dictadura del proletariado y la rectoría económica de los burócratas, dos pilares del socialismo que solito se vino abajo en 1989.

Por supuesto, la gente cambia, y debe cambiar, a menos que sean los hermanos Castro. En la izquierda seguimos creyendo en el sindicalismo (prohibido en China y Cuba), pero no siempre en el que ayudamos a construir. Hemos visto cómo ayatolás y comisarios del pueblo nos han echado de publicaciones y de partidos para preservar su vigor estalinista. Muchos hemos lamentado nuestra defensa de algo que no era socialismo. Pero es comulgar con ruedas de molino creerse que el priista que hasta ayer pedía la candidatura de su partido y no la consiguió, sea luego el candidato de las fuerzas contrarias al PRI. ¿Nos creen estúpidos? Lo vienen haciendo en los estados, de ahí que no será difícil ver en 2012 a Peña Nieto encabezando las fuerzas del PRD y el PAN... porque Beltrones le ganó la candidatura priista, o al revés. A eso vamos.

Una súplica: pónganme de ejemplo a militantes de izquierda, dentro o fuera del PRD; pero, con un carajo, no a priistas de hace 40, 20, 10 años o de apenas antier, ni a señoras que, antes de estas viruelas izquierdosas en la vejez, sólo se alarmaban por la mala calidad de la servidumbre hoy día.

Olga

La nota en MILENIO acerca de Olga, mi nueva novela en Planeta, ha suscitado furias en línea. Muchos lectores, dedicados a su autoplacer favorito, prefieren olvidar lo que dije y argumentar contra lo que no dije. Repito, pues, lo que sí digo: Hacia 1930 y 1940 la escuela pública gratuita era realidad en Latinoamérica; el sindicalismo también, así como legislaciones laborales protectoras del trabajador; hacia 1930 y 1940 las clases medias de al menos Chile, Argentina y Uruguay eran más amplias, sólidas, escolarizadas e ilustradas que la apenas naciente mexicana. "En 1960 el 24% de los mexicanos no sabía leer ni escribir", IETD.

Luego, no son triunfos de la Revolución, sino del espíritu de los tiempos. Las armas no lograron esos avances, los retrasaron. La calidad de vida era mejor en esos países en pleno 1971, cuando viví por allá. En Cuba, Olga estaría prohibida porque es contrarrevolucionaria sin tapujos, y yo en la cárcel. La senadora Piedra, defensora de derechos humanos, diría que fue mi elección, y tan oronda.

Zapata

Quien se levanta en armas a los 20 días de un gobierno, contra el presidente elegido sin sombra de fraude, es un traidor a la democracia. Tal hizo Zapata contra Madero. No he recibido un solo dato que lo niegue y sí muchos insultos. O indicaciones de que no mencioné el golpe de Victoriano Huerta. No lo hice porque estoy ejemplificando la invención de héroes y Huerta no lo es.

Scherer en su tinta

Al parecer ya nadie recuerda el repugnante servilismo de Julio Scherer al entrevistar al subcomandante Marcos. No es un resbalón esa foto en tierno narcoabrazo con El Mayo Zambada (voy mano con El Chapo), es el estilo Scherer. El gran triunfo del narcotráfico es haber penetrado la sociedad hasta esos extremos. Recuerden el lujoso seminario del cardenal Posadas en Tijuana, y su muerte en circunstancias al menos extrañas en Guadalajara.

 



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