Derecha travestida de izquierda

publicado el 01 de junio de 2009 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Los partidos están sacando las antenas: han comprobado el repudio nacional que hay por todos, del color que sean; el rechazo general a la legislación que, como la vieja cláusula de exclusión esgrimida por los sindicatos charros contra el trabajador rebelde, hacen del partido la puerta única de acceso a los comicios. Sabedores del rechazo que se han ganado a pulso, ahora disimulan logotipos y se apropian del nombre "candidato ciudadano".

En estricto sentido, todos los candidatos, del partido que sea, son ciudadanos. Si no lo fueran no podrían ser candidatos. Así de simple. No puede haber, según la ley que nos asestaron los partidos, candidatos fuera de los partidos ni obreros fuera del sindicato. Quienes hemos estado contra esa grave limitación impuesta al país por la partidocracia, llamamos "candidato ciudadano" al que no lanza ningún partido, hecho que la actual legislación prohíbe. Es un pleonasmo o casi. Pero el uso ha dejado establecida esa costumbre.

Lo solución, olfateada por los vivales, consiste ahora en esconder el partido: Me han llegado tres trípticos en buen papel y a todo color de un mismo candidato —a quien se ve que le sobran recursos—, se anuncia como "candidato ciudadano", y destaca esto último en negritas. Luego, más abajo, no pudo desaparecer del todo al partido que lo lanza y pagó su papelería. Adivine por cuál compite quien afirma en la carátula del tríptico:

El matrimonio

es la base de la familia,
la familia es la base de la sociedad
y la sociedad es la base
del distrito 6 de Zapopan.

"Matrimonio" está resaltado en negritas. No, no es un yunquista del PAN, tampoco del extinto PARM ni de aquel Partido de la Sociedad Nacionalista, ni siquiera del más dinosáurico PRI… es del PRD: la nueva "izquierda".

Bien, pues este individuo, de nombre Manuel Villagómez, que no es candidato ciudadano, sino de partido, como todos, me excluye como habitante del distrito 6 de Zapopan al prejuzgar que todo su distrito está casado, y lo constituyen "muy honorables familias", según su lenguaje de sacristía y olor a veladoras.

Pero yo no estoy casado porque la ley no me lo permite. Luego, no pertenezco al distrito 6, como tampoco pertenece ninguna madre soltera, ni pareja sencillamente arrejuntada, como la que conozco a media cuadra: hombre y mujer jóvenes, que no piensan casarse y constituirse así en matrimonio, aunque tienen ya dos hijos.

Es difícil imaginar una campaña más repulsiva y de extrema derecha que la de este candidato del PRD que comienza por engañar a sus electores al adjudicarse el título de "candidato ciudadano".

Este candidato del PRD se monta en la aversión y rechazo actual a todos los partidos, y mayor al PRD en Jalisco, al no concederle a ese partido sino un logotipo mocho, menos de la mitad, e iniciales reducidas a una centésima parte del tríptico. Si empieza por engañar, concluye con una cursilería: "El título más hermoso es el de ¡CIUDADANO!", así, en altas y negritas para no dejar ni rastro de duda. Y esa bazofia la pagamos todos al entregar 3 mil 600 millones de pesos para campañas.

Los partidos se asignan recursos públicos sin contrapeso legal alguno, se adueñan de tiempos en radios y televisoras en los que todos suenan igual: una feria de lugares comunes, frases trilladas y propuestas tan vagas como indisputables: combate a la violencia y al crimen, atención a la pobreza, educación, carreteras, electricidad.

Nadie nos dice una sola palabra sobre lo sustancial, lo que distingue a un partido de otro: 1) cómo obtener más recursos públicos en un país de escasa recaudación fiscal, 2) cómo enfrentar las exigencias de energéticos para un país en crecimiento, 3) cómo elevar la calidad educativa y salir del analfabetismo funcional excretado por el actual sistema educativo, 4) cómo agilizar nuestra vetusta legislación laboral, 5) cómo balancear el sistema de partidos para que se alleguen recursos de sus afiliados y no de los fondos públicos, sin limitante alguna.

En resumen: propuestas para reforma fiscal, energética, laboral, educativa y política en cuanto al régimen de partidos. Es lo que no vemos porque cualquier definición implica riesgos: ganar unos votos y perder otros. Pero en la noche de las indefiniciones, todos los gatos son pardos y los partidos iguales: ni para qué votar.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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