El peor abuso infantil

publicado el 10 de marzo de 2003 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

El peor abuso de los sacerdotes contra los menores de edad no es la seducción, que en algunos casos puede no constituir un conflicto grave (por ejemplo cuando el joven acepta de buena gana y sin presiones a un sacerdote atractivo), sino el terror a la condenación eterna con la que se les amenaza a edades en las que la razón admite todo cuanto afirme un adulto, más aún si es sacerdote.

El ser humano nace con una inmensa capacidad para moldear su conducta de acuerdo a la imitación y las órdenes de los adultos. Por eso les creemos cualquier afirmación: que un hombre vestido de rojo trae regalos, o que no es éste sino tres hombres llamados "reyes magos". Creer es una exigencia de nuestra especie imbricada en lo más profundo de nuestra constitución. Y es asunto de vida o muerte, ya que así aprendemos a evitar los peligros y a seguir las normas que nuestro grupo ha creado para sobrevivir. Estamos, pues, abiertos por naturaleza a cuanto los adultos nos exijan. Esa ductilidad de la conducta infantil es imprescindible para el aprendizaje del idioma, de las normas de higiene y de alimentación, y de cuanto nos hace humanos. Es una herencia que compartimos con todos los primates, pero que a los humanos, con nuestra prolongada infancia, nos mantiene aprendiendo por años.

En El retrato del artista adolescente, James Joyce relata una sesión de ejercicios espirituales, las meditaciones de cuaresma que los niños católicos deben sobrellevar. El predicador, con ojos llameantes, muestra el siguiente cuadro a los jóvenes azorados: "... el sonido del tic-tac era la incesante repetición de las palabras siempre, jamás, siempre, jamás. Siempre, estar en el infierno; jamás, estar en el cielo; siempre, estar privado de la presencia de Dios; jamás, gozar de la visión beatífica. Siempre, ser comido por las llamas, roído por la gusanera, pinchado por púas; jamás, verse libre de estas penas. Siempre, tener la conciencia atormentada, la memoria exasperada, la mente llena de oscuridad y desesperación; jamás, escapar de estos tormentos. Siempre, maldecir y denostar a los horrendos demonios que se gozan en contemplar la miseria de las víctimas de sus engaños; nunca, contemplar los brillantes ropajes de los santos espíritus; siempre, clamar a Dios, desde los abismo del fuego por un instante, un solo instante de tregua a la horrible agonía, y nunca, recibir, ni aun por un instante, el perdón de Dios; siempre, nunca; siempre, nunca. ¡Oh, cuán horrendo castigo! Una eternidad de inacabable agonía, de inacabable tormento espiritual y corporal, sin un rayo de esperanza, sin un momento de descanso [...] Tal es el terrible tormento decretado para aquellos que mueren en pecado mortal, por un Dios justo y todopoderoso".

Ante este abuso que deja a los niños sin sueño, atormentados por pesadillas, temerosos de un Dios inmensamente cruel, que eterniza la tortura (sin comisiones de derechos humanos que valgan), no son nada las caricias disimuladas en la sacristía, el beso robado al joven, la seducción con la promesa de que no será pecado lo que se haga con el sacerdote.

En El verdadero abuso infantil de la religión, el biólogo Richard Dawkins, bien conocido por su divulgación de la evolución, sostiene: "Odioso como indudablemente es el abuso físico de los niños por sacerdotes, sospecho que eso puede hacerles menos daño duradero que el abuso mental...". Cita la opinión de una mujer católica que, de niña, sufrió de ambos abusos: sexual por parte de su párroco, y mental cuando se le dijo que un amiguito suyo, muerto en un accidente, había ido al infierno por ser protestante. Sostiene que nunca perdió el sueño a causa del abuso sexual, "pero pasé muchas noches aterrorizada porque gente a quien yo amara pudiera ir al infierno" (Free Inquiry, otoño de 2002).

Dawkins menciona una conferencia en la que se planteó a Amnesty International que así como esta institución trabaja sin descanso para liberar prisioneros políticos, se debería trabajar para liberar a los niños de religiones que, con aprobación de sus padres, les dañan la mente cuando son demasiado jóvenes para entender lo que les hacen.

La idea queda redonda y clara cuando sostiene que la amenaza de un infierno eterno es un ejemplo extremo de abuso mental, exactamente como la sodomía violenta es un ejemplo extremo de abuso físico.

Más de Weber a Fox

Hay dos éticas, plantea Max Weber en su conferencia de 1919 dedicada al nonato Vicente Fox: la ética absoluta, de convicción, y la ética de responsabilidad. Actuar según las convicciones y sin preguntarse siquiera por las consecuencias es de santos: "el cristiano obra bien y deja los resultados a la voluntad de Dios". El político que obra según esta ética absoluta atribuye las consecuencias de sus acciones, cuando resultan funestas, al mundo, a la necedad humana o a la voluntad de Dios. Él hizo lo debido y no es causante de la catástrofe subsiguiente. Así ocurre con los manifestantes que gritan: "¡Responsabilizamos al gobierno por las vidas que pudieran perderse si intentan sacarnos de estas tierras, tomadas por nosotros porque el campo ya no aguanta más!" Ocurre con el pacifista a ultranza.

Pero, con arreglo a la ética de la responsabilidad, cada persona es responsable de las consecuencias de su propia acción. Ninguna ética en el mundo es capaz de precisar hasta qué punto es aceptable alcanzar fines buenos con medios moralmente dudosos o al menos arriesgados. ¿Cuándo estos medios quedan santificados por el fin? O dicho con una expresión cotidiana: ¿cuándo el fin justifica los medios? El conflicto no se puede resolver dentro de la ética. Para encontrar la respuesta se recurre a la política. "La política tiene como factor determinar la violencia". Según la ética absoluta debe condenarse toda acción que se valga de medios moralmente peligrosos, como es una guerra.

En cambio, la ética que calcula los resultados de cada acto de gobierno, la ética de la responsabilidad propia, recurre a la política para determinar la violencia necesaria. Cómo, cuándo y por qué, sin reclamar valores éticos eternos.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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