Voces discordantes en Estados Unidos

publicado el 06 de enero de 2003 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Estamos viviendo una reacción desproporcionada e irracional ante los inconcebibles crímenes del 11 de septiembre. Fue explicable la búsqueda de los responsables por todos los desiertos y montañas de Afganistán, donde habían encontrado refugio los organizadores de los ataques contra las Torres Gemelas. Los errores, el bombardeo de una boda, el de alguna escuela, hubo que admitirlos como tropiezos inevitables en una acción bélica.

El Presidente de los Estados Unidos dijo después a su Congreso y al mundo que el nuevo objetivo era el régimen iraquí porque daba cobijo a los líderes de Al Qaeda. Fue desmentido por su propio cuerpo de espionaje, la CIA. Los motivos para el ataque variaron entonces: es un peligro para Estados Unidos porque ha acumulado armas de destrucción masiva. Husein es un criminal, pero no come lumbre y admitió una nueva verificación de las Naciones Unidas. La inspección no ha encontrado prueba alguna, pero eso no obsta para que baje el tono bélico del presidente Bush y ya salen los primeros millares de soldados hacia el Oriente Medio. Esto es: habrá guerra tanto si los inspectores encuentran armas (aunque ya no tenga sentido la guerra, pues las armas estarán localizadas), como si no las encuentran (porque eso es prueba de que están escondidas).

El 11 de septiembre ha permitido que Estados Unidos se arrogue el derecho de asesinar terroristas "cuando sea necesario" y de traspasar fronteras "pues no vamos a ir de puntitas", dijo un alto mando castrense apenas el 4 de enero. ¿Y quién va a determinar si el perseguido es terrorista y por lo mismo asesinable o no lo es? Linchamiento autorizado: de eso se trata y no de otra cosa. Y todo a nombre de vengar el 11 de septiembre. Los bigotones, de cara larga y ojos hundidos no podemos ir, sin riesgo de una bala o de encarcelamiento sin juicio, a los nuevos Estados Unidos.

Una mirada escéptica

En el Skeptical Inquirer de septiembre–octubre pasados, Clark Chapman y Alan Harris piden una respuesta más racional si ocurrieran futuros actos terroristas. Nos recuerdan que cada mes las muertes en las autopistas de Estados Unidos exceden las ocurridas en los ataques contra las Torres sin que nadie se conmueva por eso ni por los 15 mil estadunidenses que mueren cada año por homicidio. Al parecer tampoco importan los que van a morir en Irak.

El terror cundió cuando media docena de personas fallecieron por ántrax sin que nadie recordara la famosa frase de Franklin D. Roosevelt citada por los autores: "A la única cosa que debemos temer es al temor mismo". Pero el pánico sirvió para que los ciudadanos "al parecer apoyen el súbito sesgo en las prioridades de la nación desde el 11 de septiembre. [...] Nos parece que el daño económico y emocional desatado por el 11 de septiembre, que tocó las vidas de todos los estadunidenses, resultó más de nuestras propias reacciones...".

Miles de millones de dólares se desviaron y fueron a parar en apoyo a las aerolíneas y a medidas de seguridad con frecuencia poco efectivas. Batallones de la Guardia Civil dejaron sus trabajos para mostrarse en los aeropuertos. Las maletas de los pasajeros se revisaban sin mucha habilidad, pero con lentitud; se confiscaba de vez en cuando un cortaúñas o se le arrancaba la lima peligrosa.

Era natural el incremento de vigilancia sobre lugares simbólicos, como Times Square en Año Nuevo o el Super Bowl, dicen los autores, "pero cuando los jefes de policía de incontables comunidades medias reforzaron la seguridad de sus anónimos edificios y revisaron a cientos de fans que entraban a ver juegos sin importancia, las reacciones oficiales al terrorismo estaban enloquecidas". Y más aún: "se desviaron recursos médicos escasos para confortar a gente probándole que su gripa no era ántrax... o para examinar si era. Fondos de caridad que debieron alimentar a los sin casa, fluyeron a familias ricas de corredores de Wall Street muertos. Fondos para la educación y control de la contaminación sirvieron para ‘asegurar’ edificios y actos públicos. Miles de millones de dólares procedentes de impuestos se gastan en operaciones militares en Pakistán y Afganistán en vez de elevar la productividad".

Chapman y Harris sostienen que sus libertades civiles han sido deterioradas "por la naturaleza involuntaria de nuestros ‘sacrificios’". Y continúan con un ejemplo cotidiano: "cuando una persona teme irracionalmente a los elevadores llenos y toma en su lugar las escaleras, sólo esa persona sufre las inconveniencias de su respuesta personal. Pero si todo mundo, atemorizado o no, es forzado a sufrir a causa de los temores de otros, entonces tales medidas se vuelven tiránicas". Se quejan, como se puede ver, de la falta completa de debate en cuanto a las medidas de seguridad y sus costos: "Tras del 11 de septiembre, decenas de miles de millones de dólares fueron inmediatamente recolocados con poco debate público".

Un último ejemplo: En el otoño de 2001, el Centro para la Prevención de las Enfermedades (CDC) predijo que 20,000 estadunidenses morirían de gripa en el siguiente invierno. El aviso del CDC quedó enterrado en páginas interiores de diarios que anunciaban, en sus titulares de primera plana, los ataques con ántrax... que mataron a seis personas.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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