Olga, la novela “contrarrevolucionaria” de González de Alba
México. Secc. Cultura. Jésus Alejo. El escritor ofrece una mirada crítica del movimiento armado de 1910. El resultado es una obra que él mismo define además como “aindigenista y buga”.
De su infancia, Luis González de Alba tomó algunos de los elementos que nutren su historia, en particular las tardes de sobremesa y las historias de la Revolución compartidas en aquellos momentos; de su andar por la vida obtuvo esa mirada crítica del presente, pero también del pasado, del ayer de un país que, según sus palabras, está cimentado en muchas mentiras.
“Eso es algo que he escrito mucho en artículos o en ensayos, a veces extensos y está también en un libro, Las mentiras de mis maestros, donde están las mentiras de la Conquista, la Independencia y hasta de la Revolución y la duración del movimiento, porque Porfirio Díaz se fue al exilio cinco meses después del comienzo de la lucha y los siguiente años fue el agarrón de ‘quítate tú para ponerme yo’, y ahora a todos los tenemos en letras de oro.”
Olga (Planeta, 2010) es el título de su más reciente novela. Entre sus amigos circulan tres términos elegidos por él mismo para definirla: el primero es que se trata de una obra “contrarrevolucionaria”, porque pinta muy mal a la Revolución de 1910.
“La familia materna de Olga pierde todo, pero hay un tío que muy pronto logra colocarse en distintos puestos, con diferentes caudillos de la Revolución, y se vuelve mucho más rico de lo que había sido su familia antes del movimiento.”
El principal interés del escritor —autor de títulos como Los días y los años, El vino de los bravos, El sueño y la vigilia, Y sigo siendo sola, Agapi mu (Amor mío) o Cuchillo de doble filo— estaba en mostrar que la Revolución mexicana fue todo menos lo que nos pintan como un acto de justicia social, pues en realidad se trató de un levantamiento de muy pocos, que se mataron todos entre sí, y en el que el pueblo pobre tuvo muy pocas ventajas.
“El pueblo pobre fue usado, participó, pero las ventajas no las vieron. Fuera de lo que es la novela estoy convencido de que la Revolución trajo a México un atraso de varios decenios, porque si comparas sus pretendidas conquistas sociales con países de Sudamérica, que no tuvieron esa revolución, salimos perdiendo.
“Ellos tienen una clase media mucho más amplia y sólida, más vieja, formada mucho antes que la clase media mexicana, con un índice mayor de escolaridad: leen más, se venden más los libros allá.”
Ficción y realidad
Luis González de Alba no sólo no encuentra mérito a la Revolución —“porque quienes eran ricos volvieron a serlo, porque sabían cómo lograrlo, mientras los pobres no conocen el camino”—, sino además prefiere no hacer una hagiografía del indigenismo tan querido en 1910.
“Ese es el segundo término: “aindigenista”, porque el canto al mundo indígena olvida el horror que fue el mundo azteca, la opresión de ese imperio para sus súbditos, el impuesto de sangre que exigían. Eso es algo que la Revolución nos pinta de color de rosa, tan sólo hay que ver los murales de Diego Rivera.”
Olga es el nombre del personaje principal, pero la novela comienza desde cómo se conocieron sus padres, durante la Revolución: una mujer que desde niña tiene una belleza impresionante, quien hace todo por arruinar su vida y casi lo logra.
“El panorama de fondo es real: hay villistas, el asesinato de Madero… lo que ocurre en esos días; en cuanto a la historia de Olga y su familia hay mucho que oí contar en mi familia desde niño, por eso está dedicado a mi madre, que fue quien me contó la historia, a lo largo de toda mi vida. Eso lo arreglé para darle más interés narrativo, pero tiene mucho de real: no cambio los nombres, más que de los personajes principales.”
La tercera característica de Olga, de acuerdo con Luis González de Alba, es que se trata de una novela buga o heterosexual, apenas la segunda —Los días y los años es la primera— que no tiene un amor homosexual en la narración, lo que considera, más que importante, sólo un dato curioso para sus amigos.
Olga es una novela que oscila entre dos terrenos: la historia de una aristocrática familia que lo perdió todo en la Revolución, aunque también la de una mujer marcada por su tiempo, si bien Luis González de Alba anticipa que no se trata de una novela feminista. Todo conjugado con una mirada crítica acerca de un pasaje histórico celebrado en el 2010.
La Revolución y la mentira
El 2010 en México está inmerso en los festejos por el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, mas hay quienes prefieren no subir a mirar los juegos pirotécnicos, como Luis González de Alba, quien está convencido de que con las celebraciones lo único que se produce es “elevar a un nivel inmerecido la violencia.
“No es verdad que la violencia fuera la partera de una mayor justicia social para el caso de México y, sobre todo, si algo hubo, la violencia no era necesaria, porque de la sociedad porfiriana al mundo de 1960 y 70, cuando tienes un México con seguro social y con escuela primaria obligatoria, gratuita y laica: eso que nos venden como la cosecha de la Revolución es algo que se dio en todo el mundo sin necesidad de violencia.”
Para quien se convirtió en uno de los dirigentes visibles del movimiento estudiantil de 1968, hubo mayor justicia social, mejor reparto de la riqueza, más amplia educación en Chile, Argentina y Uruguay que en México, con todo y la gesta revolucionaria.
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