En Science del viernes pasado, Martin Enserink publica una extensa e informada nota sobre la investigación que las Naciones Unidas realizan para descubrir si en el conflicto sirio se han empleado armas químicas, y quién, pues las acusaciones corren en ambos sentidos. La oposición ha tomado instalaciones militares sospechosas de tener reservas de tales armas, prohibidas por los tratados internacionales porque afectan a la población no combatiente. En una guerra civil, y eso hay en Siria, la población sufre las consecuencias por "daños colaterales", según el eufemismo común: bombas y metralla sobre unidades habitacionales, niños destrozados al pisar una mina terrestre, etcétera.

Pero hay una diferencia, si se quiere moral, importante: no es la intención volar la pierna del niño que pisó la mina terrestre, sino la del soldado o rebelde. En cambio, los gases, por no hacer diferencia alguna, son un método de terror contra la población civil que cubre y proporciona nuevos voluntarios a los rebeldes.

Hago un resumen del artículo de Enserink. "El último día de agosto, un avión alemán aterrizó en el aeropuerto de Rótterdam, Holanda. Transportaba los inspectores de la ONU que habían investigado los supuestos ataques químicos en Siria y también las muestras —quizá cientos de muestras de suelo, agua, sangre, ropas y cabello— cuidadosamente etiquetadas y celosamente resguardadas para asegurar su integridad. Dos días después, las muestras siguieron su viaje a laboratorios especializados en Europa. En próximos días, esos laboratorios ofrecerán el veredicto oficial acerca de si se emplearon armas químicas en el ataque del 21 de agosto cerca de Damasco, donde murieron cientos de hombres, mujeres y niños, y, de ser así, qué armas fueron".

Los científicos han acumulado décadas de habilidades en la identificación de las diversas armas químicas desde que Sadam Hussein las empleo a fines de los años 80 y un culto religioso japonés arrojó gas sarín a los pasajeros en el metro de Tokio, continúa. Se pueden detectar "muy pequeñas cantidades de armas químicas o de los subproductos en que se descomponen", dice Maarten Nieuwenhuizen, consultor del ministerio holandés de la defensa.

Las nuevas técnicas permiten encontrar evidencias luego de hasta tres o cuatro semanas de un ataque. "Algunos expertos han concluido que las horribles imágenes de víctimas con espasmos musculares y parálisis se deben, casi con certeza, a sarín o un gas con semejantes efectos en el sistema nervioso".

El ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, ha anunciado que un laboratorio militar encontró huellas de sarín en sangre, orina y muestras de pelo tomadas a las víctimas de ataques previos y conservadas por médicos sirios, luego escabullidas de Siria por un reportero de Le Monde. También John Kerry, secretario de Estado de EU, señala que los análisis de sangre y cabello en trabajadores de servicios de emergencia apuntan al uso de sarín en el ataque efectuado por Damasco.

La sangre es la mejor fuente de información porque los gases con organofosfatos, como el sarín, hacen su horrible trabajo sobre el sistema nervioso al unirse a una enzima, llamada acetilcolinesterasa, cuya función es clave en el control muscular. Se unen también a otras proteínas de la sangre y eso permite detectar el gas semanas después de la exposición.

Por lo regular, los laboratorios tienen dos semanas para presentar sus reportes, pero el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon ha exigido que se presenten a la mayor brevedad.

El reporte no podrá señalar si el gobierno sirio es el responsable de los ataques, como sostienen Francia y EU, o si fueron los rebeldes, como afirma Siria. Pero hay claves: algunas impurezas, trazas de estabilizadores químicos y otras que podrían arrojar luz. "Los datos científicos pueden unir evidencias y pintar un cuadro que haga posible a otros llegar a conclusiones". No parece que el presidente Obama esté esperando estas conclusiones.

la talacha fue realizada por: eltemibledani