A Vallejo lo pierde la soberbia

publicado el 04 de diciembre de 2011 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Al joven Darwin, durante su viaje histórico en el Beagle, le picó un mosco que le transmitió la enfermedad de Chagas, y "con el pensamiento embotado, la mente turbia, concibió su famosísima teoría [la selección natural], que hoy hace más estragos entre los biólogos que..." ¿Se lo oí a un telepredicador gringo, a un diputado de Missouri que exige enseñar creacionismo en la escuela?

No. Lo dice Fernando Vallejo, el reciente Premio FIL a la Literatura en Lenguas Romances. Si quiere tirar unos pesos en medio kilo de papel, asómese a La tautología darwinista, p.70, esa cosa.

En 150 años han caído al abismo del neodarwinismo (síntesis de la evolución por selección natural, más la genética), cual perritos de la pradera suicidas que se arrojan de un risco al mar, desde Huxley y Oparin, hasta Stephen Jay Gould, Jared Diamond, Jacques Monod, y tantos que no tuvieron la suerte de leer a Vallejo. Nadie ha entendido a Darwin porque ni él se entendió a sí mismo, dice el único mortal que ha desnudado "la supervivencia del más apto" como "la tautología más hipócrita [¿?] en toda la historia de la ciencia", p. 33.

Dos mexicanos por decisión propia, Jorge Fernández Menéndez y Pablo Hiriart, han hecho referencia al discurso de Vallejo en la FIL mientras recibía el premio. Destaca Jorge Fernández en Excélsior cómo atacó las instituciones que lo premiaron, pero no tuvo una sola palabra contra los criminales. Con eso "se colocó en el nivel moral de los sicarios de los que habla en su obra". En La Razón Pablo Hiriart recuerda: "A quienes no nacimos en este suelo, como Vallejo y como yo, México nos dio patria y nos dio libertad (...) Para Cervantes, la ingratitud es hija de la soberbia". Y Vallejo aceptó 150 mil dólares de un gobierno presidido por alguien que no es nadie, según afirmó tan orondo.

Su infinita soberbia tiene una fuente mezquina: nadie lo merece. Comparto con él sus críticas feroces a la Iglesia Católica, La puta de Babilonia, la llama desde el título. Mejoraría sin las páginas dedicadas al nulo interés vaticano por los hermanos animales. No soy historiador y no sé qué tan confiable sea su investigación, pero la cita que hace de Echeverría está equivocada. Fui testigo por TV. El libro lo vi y no lo compré porque lo di por sabido: estamos de acuerdo, dije: ya nadie me puede hacer más ateo.

Luego me lo regaló Rogelio Villarreal y lo leí. Con entusiasmo por el sabroso anecdotario papal, luego con tedio creciente por la exhibición de rabietas y cacerolazos al suelo con furia jupiterina. Y porque el premiado por su literatura construye frases como ésta: "... aunque en menor medida el tío pues reinó poco pues llegó viejo al puesto". Gulp.

Pero su más extremo despliegue de arrogancia es La tautología darwinista. Una tautología es repetir con otras palabras: los aviones vuelan porque no se caen. A probar eso, con beneplácito de todas las iglesias, incluida la puta de Babilonia y los telepredicadores que ridiculizan a Darwin, dedica su libro.

No soy aferrado al renombre científico: aguánteme una digresión de dos párrafos. Cuando leí la demoledora crítica de Koestler a Copérnico (en Los sonámbulos) no lo podía creer: de entre los grandes libros de la humanidad, el de Copérnico es un no-leído... porque es ilegible, señala. El atemorizado canónigo tardó unos 30 años en publicar De revolutionibus... ("El libro que nadie leyó", lo llama Koestler) y es falso que plantee el heliocentrismo, como lo había hecho Aristarco 1800 años antes, en Grecia. Lo tengo en inglés y, en efecto, no lo he leído. Lo revisé en busca del heliocentrismo y encontré lo dicho por Koestler: maromas para salvar a Ptolomeo: Copérnico es un pensador medieval a quien el Renacimiento le pasó por encima sin enterarse.

Un joven, de apodo Rético, por años rogó a Copérnico que publicara su obra, ya conocida de boca en boca. La lectura de Aristarco tenía a la gente culta hablando de heliocentrismo... sin ayuda de Copérnico. El canónigo jamás cita a Rético, su divulgador y sintetizador. Dedica en su lecho de muerte su librote al papa, entonces Paulo III. Rético no era citable por dos razones: era protestante y era homosexual (vea "La traición a Rético"). La astronomía moderna no se funda en Copérnico, ininteligible, sino en Galileo y Kepler.

La idea de que las especies varían no nació con Darwin, la habían propuesto Buffon y Lamarck, además del abuelo de Darwin, Erasmus. Pero mucho antes, 25 siglos, un griego, Anaximandro, hizo una observación esencial: Puesto que los humanos no se alimentan por sí mismos en la infancia, deben provenir de otros animales que sí lo hacen y sobreviven a situaciones donde un humano perece, todos los animales debieron originarse en el agua y luego algunos fueron obligados a vivir en tierra. Que el medio ambiente decide la sobrevivencia de un rasgo es el cómo descubierto por Darwin. Sólo Vallejo lo ve tautológico. Nadie más en 150 años.

Maravillas y misterios de la física cuántica, Cal y Arena 2010.

 



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