La penumbra

publicado el 02 de agosto de 2010 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

El aspecto más aterrador en el hecho de que la directora de una cárcel permitiera salir a los presos y los dotara de armas y vehículos para ajustar cuentas o "calentar la plaza", es la sorpresiva exigencia, por familiares de presos, de que la acusada de criminal complicidad, Margarita Rojas, directora de la cárcel 2 de Durango, sea reinstalada en su puesto... ¿Para que siga otorgando sus nocturnos permisos de salida? Y el gobierno de Durango la había premiado como la Mujer del Año 2010, ¿nada tiene qué decir?

Hay una zona de penumbra entre la delincuencia y la sociedad que la cobija. Nadie se convierte en criminal por tener un hermano traficante, pero no hemos sondeado la profundidad a que ha calado el crimen. Ya sabemos que las autoridades han sido corrompidas, las policías compradas, algunos medios acallados por el terror. Tenemos una medida en el hecho, ya señalado en muchos comentarios: no fue la PGR con sus investigaciones, sino una denuncia, subida a YouTube por la banda contraria con un policía torturado y ejecutado ante las cámaras, lo que abrió el caso.

Pero, finalmente, la denuncia fue parte de la guerra entre bandas. Si corren rumores por Twitter y se suben ejecuciones a YouTube es porque los criminales conocen mejor los nuevos medios que las desnutridas autoridades. Aceptada esa evidencia, nos debemos preguntar: ¿Y los familiares que exigen la reinstalación de la directora, Margarita Rojas? ¿En dónde los ponemos? ¿Con el seráfico "pueblo bueno" que "no se equivoca", según fantasea Yasabenquién? Tampoco debemos creer la tesis de campaña de López Portillo: "La corrupción somos todos". Yo no.

Y no es asunto de fe, creer o no creer, sino que hay pruebas abundantes en torno de nosotros para negar que estemos, todos, sumidos en el crimen y en solapar el crimen. Pero que sus raíces penetran y los beneficiarios son más que los criminales, también lo vemos.

Durante decenios hicimos de toda autoridad un monstruo por vencer. La autoridad puso una abundante dosis de mal uso de su fuerza hasta conseguir deslegitimarla, y así tuvimos entusiasmo de los intelectuales por el EZLN, defensa de los appos en Oaxaca con todo y un maestro asesinado por dar clases y un joven por remover una piedra para entrar a su casa, incendios de edificios históricos que se disculpaban porque eran parte de la "protesta social" contra un gobernador que merecía destitución. Y tuvimos que la medicina fue peor que la enfermedad.

No el candoroso Rousseau con su salvaje bueno, sino Hobbes con su "El hombre es lobo del hombre" se demuestra todos los días. Contra el lobo sólo tenemos, quienes no sabemos usar armas ni tenemos capacidades golpeadoras, la "violencia legítima del Estado". Y es esa violencia legítima la que hemos insistido en deslegitimar: entre a los comentarios en línea, lea en FaceBook y Twitter, abra el diario Queyasabe, y encontrará lo mismo: impunidad de quienes, a nombre de un abstracto pueblo que no les ha dado mandato alguno, bloquean calles y carreteras, golpean inconformes, amenazan a los agredidos que se atreven a ponerles mala cara. Pero sobre todo, disculpa de la impunidad.

El principal agresor de la legalidad ha sido el Estado encargado de defenderla, no sólo porque sus policías carecen de entrenamiento en el cómo y cuándo aplicar la fuerza, sino porque es el primero en torcer la ley por conveniencias políticas. Estamos viendo el caso del SME: un sindicato que destrozó su empresa, que lanzó a sus miembros al sabotaje, que inventó una "huelga de hambre" de la que salieron rozagantes, que agredió, golpeó, amenazó, bloqueó vialidades, destrozó vehículos, no recibe una negativa rotunda a negociar el reconocimiento de un líder, Martín Esparza, que perdió sus últimas elecciones y que posee riquezas inexplicables para un trabajador con licencia sindical y debería ser sujeto de investigación penal, no de negociaciones.

Por eso, los familiares de los presos exigen el retorno de la directora que permite la salida nocturna de criminales que ya deben más de 60 vidas en Torreón y Gómez Palacio: porque todos exigen impunidad.

El retorno de De la Madrid

En el nuevo "Nuevo PRIyecto de Nación" no es nuevo ni siquiera el cursi tema de sacristía acerca de la "renovación moral": fue el lema de campaña de Miguel de la Madrid, en el remoto 1982, cuando el presidente priista que abatiría la protección a los industriales mexicanos incapaces, propuso exactamente eso.

Mi novela con Revolución: OLGA, (Planeta, 2010).

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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