Hay dudas sobre Ida
columna: "se descubrió que..."
Fue noticia mundial la localización de un fósil 95 por ciento completo en Messel, Alemania, con rasgos claramente primates, hembra joven del tamaño de una ardilla, todavía con restos de comida en donde estuvieron sus intestinos y con 47 millones de años. Acto seguido pasó a ser "el" eslabón perdido entre los primates primitivos y el humano, el abuelo de gorilas, chimpancés, monos araña y de su majestad la reina Isabel.
En una semana ya se han acumulado críticas severas a quienes lo presentaron como primer eslabón de todos los humanos. La nota de Ann Gibbons en ScienceNOW las plantea con claridad. "El más antiguo antropoide indisputado vivió en Egipto hace unos 32 o 35 millones de años. En los últimos 15 años, los investigadores han encontrado fósiles más antiguos, entre ellos el género Eosimias, que vivieron hace 45 millones de años en China e India". Los antropoides son el grupo de primates superiores que incluye a monos y humanos.
Para empezar, el descubrimiento no es reciente: Jorn Hurum de la Universidad de Oslo, Noruega, y Philip Gingerich de la Universidad de Míchigan, han estudiado durante los últimos dos años a Ida, así llamada por la hija de 6 años de Hurum. Se encontró en 1983, pero fue partido en dos para venderlo. El debate es ahora técnico: que si Ida pertenece a los primeros antropoides o surgió de otros primates aún más antiguos llamados adápidos... Aquí es donde los creacionistas pegan el grito: ¡Ya ven! ¡No era el eslabón perdido ni comprobación de la evolución!
Siempre me ha desagradado el término "eslabón perdido" y no por una sino varias razones:
1. Los "eslabones encontrados" son millares, no uno ni dos. Están muy bien representados, en el registro fósil, los primeros dos millones de años de nuestros ancestros más directos y más que confirmada la aparición de los primeros Homo sapiens hace poco menos de 200 mil años, lo cual es un parpadeo en la historia de la vida: sólo recordemos que los dinosaurios, extinguidos hace unos 65 millones de años, llevaban sobre la faz de la Tierra más de 200 millones, y tan campantes... hasta que les cayó un asteroide. Nosotros no tenemos ni un millón, ni medio siquiera. Y nuestra historia escrita, el registro de ciudades y civilizaciones, no supera los 5 mil años... nada.
2. Cuando aparece otro fósil y lo etiquetan como "eslabón perdido" entre C y D, quienes sabemos que la evolución es un hecho comprobado por varias ramas de la ciencia: biología, geología, paleontología y otras, parecemos estar dando la prueba única, la comprobación que le faltaba a una ocurrencia que llamamos evolución.
3. Por eso, en cuanto los expertos dudan: para unos es nuestro abuelo, para otros es abuelo de nuestros primos y otros ni siquiera lo hacen pariente, los creacionistas se llenan de un torpe júbilo: si ya sabíamos: el hombre fue creado en el sexto día...
4. La discusión suele ser sofisticada y entre especialistas. Pero, aun si el fósil no es pariente (como le pasó hace dos decenios al Ramapiteco), eso no es prueba contra la evolución de las especies, incluida la humana, sino prueba de que es más compleja que el árbol genealógico de los cien años de nuestra parentela.
Veamos un símil: excavando un terreno en Egipto encuentro restos dispersos de una escultura. Los armo: un pedazo de frente, un pedazo de mentón, un pedazo de mano y unos dedos del pie. Con eso digo: Ah, es una escultura griega del siglo II a.C. Me rebaten: no es así, porque la encontraste en Egipto. Respondo que para entonces Egipto estaba gobernado por los Ptolomeos, griegos.
Analizo los trozos de escultura y digo: era un Poseidón de la escuela de Scopas ¿Cómo lo sé a partir de unos pedazos? La mano está cerrada sosteniendo algo tubular, como un tridente, el modelado del mentón es de Scopas. Me pueden rebatir: Es un Zeus de la escuela de Lisipo y lo que sostenía esa mano era un rayo. Y digo: quizá. Pero los conocedores saben, al menos, a) que la pieza no es egipcia ni mucho menos maya o inca, b) que no es una Afrodita ni un Apolo, c) que no es original de Scopas ni Lisipo, pero sí de sus alumnos.
Con los trozos armo la estatua completando con barro ese 90 por ciento faltante. Cuando localizo otro pedazo digo: va aquí, y lo pego. O digo: no pertenece a esta obra porque, para empezar, es de mármol y el nuevo trozo hallado es de granito.
Pero que ese pedazo no pertenezca a la escultura que estoy armando no significa que no se trate de un Poseidón o un Zeus, de la escuela de Scopas o de Lisipo y del siglo II a.C. Está desechado que se trate de un Tláloc o de un original de Fidias del siglo V a.C. o un Praxíteles del IV.
Lo mismo ocurre con la paleoantropología: el debate es si venimos de australopitecos afarensis o del robustus o del grácilis. Claro está, a ese primer Homo sapiens surgido en el Este de África, lo puedo llamar "Adán" para abreviar y medio bromear.
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