Chuecos o derechos, hay cambios en México
Ésos son los dos temas a los que Luis González de Alba les da una intensa revisión en su más reciente novela.
Las luchas populares, la guerrilla y el activismo sindical eran ingredientes que le daban una forma subversiva a la política que se hacía en México en los años setenta. Pero también el deseo de algunas minorías sexuales de tener la libertad para desarrollarse plenamente.
Ésos son los dos temas a los que Luis González de Alba les da una intensa revisión en su más reciente novela, El Sol de la Tarde, parte de una secuela iniciada con Jacob, el suplantador (Joaquín Mórtiz, México 1988), Agapi Mu (Cal y Arena, México 1992) y Cielo de Invierno (Cal y Arena, México 1999).
El Sol de la Tarde es el punto final a esos relatos escritos en forma arbitraria, sin respetar el orden cronológico que ahora se consigue con todas estas obras publicadas.
"En el orden cronológico, ésta sería la segunda, pero fue la última que escribí, era el hueco que faltaba entre la uno y la tres, éstos son los antecedentes de una novela que tiene su titulo en griego, Agapi Mu, en esa novela, los personajes ya son adultos, aquí son jóvenes saliendo de la adolescencia".
Cada novela es totalmente independiente, pero el que lea más de una se dará cuenta de que existen algunos personajes comunes y algunos nuevos, expresa el autor.
Para González de Alba, este nuevo relato demuestra que en esa época, era más subversivo ser homosexual que guerrillero.
"El trasfondo de la novela es la guerrilla, el derecho a matar. Luego está el asunto de que uno de los personajes está enamorado del otro, pero lo que es el telón de fondo es la guerrilla y el derecho a decidir sobre matar no. Los guerrilleros eran héroes, y ser abiertamente homosexual, en algunos casos podía —y puede todavía— costar el trabajo, el rechazo de la familia, lo amigos, etc.
"No así en el caso de la guerrilla, uno podía estar en desacuerdo, pero eso nos les quitaba el aura heroica. En los setentas ser homosexual era una de las desviaciones producto del capitalismo, ahora diríamos del neoliberalismo. Actualmente esa posición daría vergüenza decirla, puede que algunos lo piensen, pero les daría vergüenza decirlo tan claramente como entonces, ahora ya nadie lo diría porque pasó a ser políticamente incorrecta esa forma de ensar".
Temas escabrosos
Otro tema políticamente incorrecto que aborda el narrador es el amor o las relaciones sexuales que se pueden dar entre un adulto y un menor de edad. Paco confiesa abiertamente a su amigo David que no puede tener una relación sólida con él, porque sexualmente prefiere a los hombres de entre 12 y 15 años.
"Ese tema es muy escabroso, en mi novela esa relación es de iguales, uno es adulto y el otro un jovencito, pero al jovencito le gustan los adultos. Creo que eso es diferente al uso y el abuso que hace el adulto de su calidad de mayor para obtener favores sexuales que, de otra manera, el jovencito no le había dado.
Me refiero a quienes amenazan a los menores de edad o a quienes usan su poder como son los maestros o sacerdotes y con ese mismo poder, exigen silencio de parte del menor, ese es un abuso que hay que castigar.
"Pero que no se nos olvide que hay jóvenes a quienes les gustan los adultos y que buscan tener una relación con un adulto, allí (en la novela) está un caso que sería totalmente indefendible ante un juez, el adulto no tiene salvación en un caso legal. La ley es extraña en ese caso, una mujer o un hombre joven no puede aceptar una relación sexual homo o hetero si es menor de edad".
González de Alba acepta que tanto en el ámbito político como en el de la vida gay, "las cosas han cambiado en México".
La situación ha cambiado porque en México hemos creado las instituciones que en alguna medida, nos permiten los cambios de gobierno, chuecos o derechos, que nos permiten ejercer nuestra voluntad ciudadana, considera.
"Ya casi nadie piensa realmente en tomar un rifle e irse a la sierra, todavía hay algunos, pero es algo cada vez más marginal y se ve como algo innecesario, en cambio, en los setenta se pensaba que era una de las vías para lograr los cambios que requería México y muchos pensábamos que no", opina González de Alba.
En el tema homosexual también han cambiado mucho las cosas —añade— ahora se prende la televisión y en horas de la tarde o tempranas, hay alguna serie que tiene elemento del asunto gay, eso no sucedía, era algo totalmente oculto de lo que no se hablaba y eso era lo peor porque se le daba un carácter tabú, de prohibición, que no se mencionara ni para mal.
"Hace poco, vi en una comedia que había un personaje que decía '¡Ya basta, cada vez que enciendo la tele hay un programa gay!'. Sigue siendo algo mal visto por la mayor parte de las familias, hay quien lo acepta con un 'bueno, qué se la va a hacer', pero no conozco que haya alguna familia que le guste saber que uno de sus miembros sea homosexual, que lo acepten sí, pero que les agrade, pues no.
"Incluso entre la gente más civilizada, entre la izquierda, se acepta a colegas homosexuales en la medida de que ya están aquí, pero no les gustaría saber que alguno de sus hijos es homosexual y si tuvieran la opción de escoger, dirían que no, que no sea homosexual", concluye el escritor.