Los cacharros de Miller tenían valiosa información
columna: «se descubrió que...»
En Science del 17 de octubre, un equipo de seis investigadores, entre ellos Antonio Lazcano Araujo, experto en origen de la vida adscrito a la UNAM, reanalizó notas y contenidos de viejos matraces empleados por Stanley Miller en sus experimentos de 1953, que buscaban replicar los fundamentos de la vida en las condiciones de la atmósfera terrestre primitiva. El equipo descubrió la importancia de los volcanes y los rayos en la formación de compuestos orgánicos.
Cómo se originó la vida es la segunda más formidable pregunta que se ha hecho el hombre. La primera es la de Leibnitz: por qué hay algo en vez de nada. Ésta rebasa los límites de la ciencia y se adentra en la ontología. Pero cómo se originó la vida es una pregunta que nos hacemos desde que somos humanos. Todos los pueblos la respondieron acudiendo a fuerzas sobrenaturales: dioses, espíritus y demás imaginerías, a veces sofisticadas, como en el budismo; otras bobas, como en el Génesis, libro escrito por pastores.
Pero un pueblo, y sólo un pueblo sobre la faz de la Tierra, los griegos jonios del siglo VI antes de Cristo, se propuso encontrar causas naturales a los fenómenos naturales. Para eso debieron pasar sobre un supuesto no comprobado: que podemos comprender el universo, que tenemos el equipo cognitivo, cerebro suficiente, disco duro con los necesarios gigas y un procesador adecuado; y probar otro comprobable: que en el universo hay regularidades y leyes que observación y razón pueden organizar en teorías explicativas.
Nuestros genes muestran que todos los humanos salimos de un pequeño grupo que, al Este de África, dio el salto a Homo sapiens hace unos 200 mil años, salió de ese paradisíaco nicho hace unos 80 mil, se dispersó por el mundo entero y, según los niveles de luz solar y la diversa alimentación, varió en lo que llamamos razas.
El pequeño grupo de Homo sapiens surgió de ancestros que colocamos en el género Homo, éstos de los muchos Australopitecinos de hace unos 3 millones de años, y que se separaron del tronco Primates hace unos 8 millones de años. Los primates pertenecen a los mamíferos, el primero de los cuales fue como un ratón y no habría pasado de eso sin la desaparición de los dinosaurios, hace 160 millones de años, por efecto del afortunado (para nosotros) impacto de un enorme asteroide o cometa.
La regresión de nuestro árbol genealógico lleva, eslabón por eslabón (y ninguno está perdido), hasta una criatura marina. Luego el registro fósil nos da muestras de vida pluricelular hace 3 mil millones de años. Y comenzamos a divagar… ¿Cómo se formaron las primeras células? Todo indica, desde nuestra sed, la orientación de los vellos de la espalda, hasta la placenta, que fue en el agua, en los océanos o pantanos primitivos. Pero ¿cómo?
El gran Aristóteles probó que no existía la "generación espontánea": los sapos no salen brincando porque se calienta el lodo (salvo en Oaxaca), sino de huevecillos allí depositados. Para que hubiera una primera célula debieron preexistir sus componentes: los aminoácidos esenciales.
Cuando (hace muchos años, ¡ay!) conocí a Antonio Lazcano Araujo y supe que estudiaba el origen de la vida, le dije: Ah, eres de los que llenan de agua un garrafón, le echan sal y luego le dan toques eléctricos. Respondió con un humilde: "Pues… más o menos…"
Algo había leído yo del experimento de Miller para reproducir, con química inerte, los primeros eslabones de la química orgánica. En 1953, Miller logró sintetizar aminoácidos en una mezcla de gases similar a la atmósfera primitiva de la Tierra, cuando, en ausencia de plantas y fotosíntesis, el oxígeno era escaso.
A la muerte de Miller en 2007, el equipo de Jeffrey L. Bada, Lazcano et alii, revisó notas, cajas y probetas con muestras de los experimentos realizados entre 1953 y 54 en la Universidad de Chicago. Le interesó en especial un dispositivo que parecía simular los chisporroteos eléctricos de los rayos durante una erupción volcánica rica en vapor. Reanalizaron once probetas e identificaron compuestos que no habían sido previamente hallados por Miller.
¿Cuál es la importancia de los nuevos análisis? Que aun si la atmósfera primitiva hubiera sido como la empleada por Miller (reductiva, carente de oxígeno), lo cual ahora se duda, las síntesis previas a la vida pudieron tener lugar entre gases sin oxígeno y rayos, como en las erupciones volcánicas anteriores a la formación de los continentes.
Un proceso semejante está ocurriendo en Titán, la luna mayor de Saturno, reportan investigadores de las universidades de Granada y Valencia, España, en Icarus del 24 de julio. Con análisis de datos enviados desde Titán por la sonda Huygens han probado que hay actividad eléctrica en su atmósfera. "La comunidad científica considera que hay altas posibilidades de que moléculas orgánicas precursoras de la vida se pudieran formar en planetas o satélites que tengan atmósfera con tormentas eléctricas." Contacto: Juan Antonio Morente.
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