¿Nos conceden vivir?
columna: «la calle»
Revocar concesiones a los medios que violen disposiciones en materia electoral: eso se plantea el Senado para cerrar por completo la pinza contra la libertad de expresión, pinza abierta con la contrarreforma electoral que anuló al IFE y prohibió toda expresión enojosa para los partidos. No podemos expresar ya ninguna razón, válida o no, cierta o falsa, calumnia o dato comprobado para no votar por un candidato. Hasta en las campañas para Reina de la Primavera se mencionan las nalgas planas de la opositora, pero a un candidato a diputado no se le pueden señalar sus antecedentes penales porque ese desdoro está prohibido.
Nuestra peor pesadilla al triunfo de López Obrador la hacen realidad las oligocracias de los partidos: no más de veinte individuos contra cien millones de mexicanos. Ya no pagarán sus anodinos anuncios a la radio ni a la televisión, pero seguirán cobrando como si los pagaran. Hicieron delito electoral la emisión de spots contra una candidatura, aunque señalen verdades de grueso calibre, que digan cómo el candidato a la Presidencia, Murat, del PRI, aún no aclara la muerte de uno de sus guardias en el autoatentado que se organizó; o que al candidato a senador René Bejarano del PRD lo vimos embolsarse fajos de dólares extorsionados a un empresario para darle obra pública; o recuerden que la candidata a gobernadora María Purísima, del PAN, militó como estudiante en el MURO y espió a obispos izquierdosos y hasta le robó el portafolios al obispo Méndez Arceo para buscar pruebas de sus vínculos comunistas…
Multa ya hay desde la contrarreforma electoral para el partido que mencione lo anterior. Pero, si dejamos al Senado salirse con la suya, la radio o televisora que admitan ese tipo de denuncias, imprescindibles en toda democracia para guiar el voto ciudadano, podrá tener como sanción el cierre definitivo de sus instalaciones. Así nos tiene la oligocracia de los partidos que mantenemos al precio altísimo de tres mil millones de pesos, en año sin gastos de campaña electoral.
Estamos viendo la consecuencia de una concepción del Estado según la cual los ciudadanos no tenemos derechos, sino concesiones graciosas. Es la última expresión del régimen virreinal para el que, de 1521 a 1821 en que terminó, toda actividad social, empresarial, científica o deportiva dependía de la voluntad del rey, voluntad que se transmitía al virrey de la Nueva España, hoy México. No hemos cortado las raíces del árbol absolutista español y azteca, según el cual no nacemos con derechos, sino que nos los concede generosamente el gobierno… o la "nación", nombre con el que dan camuflaje al gobierno.
Hay una esperanza, si bien remota, en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación declare la contrarreforma electoral contraria a principios y libertades básicas. Y como atenta, además, contra la Declaración de los Derechos Humanos, es posible elevar la queja a organismos internacionales y lograr, al menos, una condena de la oligocracia partidaria que nos tiene, si no la bota, sí los zapatos italianos en el pescuezo. El hecho es que estamos en el suelo como ciudadanos, viendo a los partidos repartirse presupuesto y poderes sin control alguno.
Para someterlos al poder del voto, urgen tres medidas:
- 1. Acabar con los diputados de partido, invención necesaria en los tiempos del PRI totalitario, hoy palanca al servicio de las cúpulas partidarias;
- 2. Instalar la reelección de diputados para que conservarse en el poder, que tanto les gusta, dependa de sus votantes y no de la sumisión al partido, con la que compran su salto sexenal de senadores a diputados y viceversa, en abierto chacoteo de la supuesta no reelección; y
- 3. Reducir su escandaloso financiamiento público para que sus militantes reales sostengan a cada partido.
Pero esa renovación legislativa deberán hacerla… ellos: la democracia en manos de Murat, Bartlett, Guadarrama, niños verdes et al.
Y ahora, contarán nuestros votos
Deben estar convencidos de que somos profundamente estúpidos para dejar un recuento de votos en manos de quienes no logran ¡todavía! contar los suyos. Mientras la Comisión Nacional de Garantías del PRD sigue contando los votos emitidos hace tres meses en ese partido, los mismos tramposos se erigen como encuestadores que tomarán el pulso a la nación para determinar lo que "el pueblo" desea respecto de cómo sacar a Pemex de su crisis. Y hay un altísimo 16 por ciento que les cree.
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