Los envenenados y el envenenador
columna: «la calle»
"Traidor" fue la acusación favorita de Stalin, padre de todas las Rusias, del pueblo soviético y del Ejército Rojo: el padrecito Stalin. Acusó a todos y cada uno de los viejos bolcheviques que habían hecho la Revolución de Octubre y, en uno de los momentos más abominables en la historia de la humanidad, consiguió que confesaran entre lágrimas su traición en los llamados Juicios de Moscú, entre 1930 y 40. "Traidor" es también el insulto favorito del obradorismo contra fundadores del PRD. Pero no ha estado solo. Los perredistas de todas las tribus han permitido la siembra de vientos cuando les conviene, y ahora los asusta la tempestad que los amenaza; criaron cuervos y se cubren los ojitos cuando los corretean. "No voy contra los envenenados, sino contra el envenenador", dijo el senador Carlos Navarrete luego de que sus camaradas le lanzaran insultos, agua, botellas, fruta y palos.
Pero envenenadores han sido todos, y con gran placer: ¿cuántas veces se había manifestado el coordinador de los senadores perredistas contra "el envenenador" antes de que debiera ser rescatado subiéndolo a un microbús, mismo que fue pateado y zarandeado? Javier González Garza, coordinador de la bancada del PRD en la Cámara de Diputados, abucheado durante ese mismo mitin en Defensa del Petróleo, ¿ignora que López Obrador tomó el micrófono para pedir (tratando de no tener mucho éxito) a la multitud respeto, porque siempre esconde la mano?
Todos en el PRD, no sólo el ex candidato, han envilecido el ambiente nacional a base de las mentiras más canallescas escuchadas en un siglo: alimentaron el gusano de la duda en un país abonado por los fraudes del PRI; de poco sirvió mostrar que el fraude en las elecciones habría sido imposible, no por falta de ganas en los contendientes, sino por imposibilidad técnica de cometerlo. Callaron cuando el ex candidato cometió la vileza de acusar a sus propios representantes de casilla de haberse vendido, sin avalar su injuria con un solo nombre, ni uno solo. Aquella supuesta ventaja de 10 por ciento fue desmentida por la propia encuestadora del PRD, los tres millones de votos "perdidos" estaban en el apartado acordado por todos. El error garrafal de Ugalde al frente del IFE fue no haber respondido, eso, al instante. Le costó el IFE, nos costó a todos porque los partidos rediseñaron un IFE sometido a ellos: un árbitro bajo contrato temporal de los jugadores.
No, no es López Obrador el único que envenena: es la caterva de pillos que le han venido soplando a la hoguera y avisan que no serán responsables del incendio, que serán pacíficos sus métodos. Olvidan que ningún cierre de aeropuerto, avenida o carretera es pacífico, pues aun callados están ejerciendo violencia. La Constitución garantiza el derecho a manifestarse en las calles y dice bajo qué restricciones. Ningún bloqueo está permitido. Y los han hecho. Navarrete y González Garza cosechan lo que sembraron. El día en que esa turba los tenga empapados en gasolina, rueguen que no dependa de Ebrard la orden para que la policía los rescate. Remember Tláhuac y los jóvenes investigadores quemados vivos ante las cámaras de televisión.
Pero tampoco han sido nada más ellos los creadores del clima linchador: han contado con la fervorosa complicidad de una intelectualidad que pasó de ser simplemente murmuradora, como la llamaba Octavio Paz, a una intelectualidad desvergonzada que hoy retoba: "Sí y qué, así somos: corruptos en cuanto pudimos serlo, demagogos, patanes, sin ética ni coherencia en las ideas, pero somos ‘el pueblo’ y se está con nosotros o contra nosotros."
Pues yo hace tiempo que decidí y estoy contra ustedes, pepenadores de las pústulas del PRI, rapsodas del chiquero, cantores de la mugre y fanfarrones orgullosos de su mierda. La grandeza de la democracia estriba en que reconoce las mil variantes de eso que sólo una caricatura de pensamiento rabón, aldeano, sigue llamando "pueblo".
Ebrard Casaubon, el desquehacerado
Es difícil imaginar una iniciativa más estúpida que poner a estudiar náhua-TL a los burócratas, que de esas excusas quieren sus pilones. Y van a traducir todos los documentos oficiales, dijo el alcalde francés del DF: el instructivo para pagar el predial, las normas para rascacielos, uh lalá... O como dijo el genial Paco Calderón: ¡¡¡Pos a que la xingantzin!!! ¿Y las mazahuas de mi amiga Marjorie? Que se jodan las pendejas, por no hablar náhua-TL.
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