La riña por la izquierda
columna: «la calle»
Ah, qué Arnaldo... "¿Por qué todo mundo quiere una izquierda perfecta, que sea inteligente, culta, preparada, decente, de buenas maneras, justa, éticamente buena, coherente en sus ideas y sus planteamientos, pacífica, no rijosa, dispuesta a ponerse siempre de acuerdo con sus oponentes y con olor a santidad?" (La Jornada, 3 de febrero de 2008). La pregunta se la hace el doctor Arnaldo Córdova y la conozco por Rogelio Villarreal, quien le dedica un buen ensayo. Se me ocurre una respuesta breve: ¿por qué pedimos todo eso (y democracia, añado porque la olvida) a la izquierda y no a la derecha? Pues porque llamamos "izquierda" precisamente a la posición política que definimos como "inteligente, culta, preparada, decente, justa, éticamente buena y coherente con sus ideas".
¿Por qué no le pedimos lo mismo a la derecha? Se interroga el buen Arnaldo. La respuesta no requiere de un doctorado en sociología: porque si fuera todo eso... la llamaríamos izquierda. Es una contradicción en los términos. La sola pregunta es de una tontería sublime: izquierda y derecha no son dos equipos de futbol contrarios entre los que escogemos uno por afición, un equipo o club al que uno le va como le podría ir al otro: ¿por qué no le pides a las Chivas la limpieza en el juego que le exiges a las Márgaras del Atlas? Pues porque soy Chiva. Si fuera Márgara les perdonaría todo a los míos y les exigiría a las Chivas... Digo: me da vergüenza argumentar sobre algo tan bobo, pero es la sesuda pregunta del doctor Córdova. Si eso que enlista fuera propio de la derecha le exigiríamos cumplirlo a la derecha, y quienes tenemos esos principios nos diríamos de derecha. Así es con todo: ¿por qué pedimos al Papa que sea católico? Los católicos quieren sacerdotes castos, cultos, decentes y con olor a santidad. A otros nos tiene sin cuidado cómo sean, pero si le caemos a un curita en la movida... lo señalamos con inquina. Como le señalaríamos a un ayatolá su pecado si se cortara la barba o lo viéramos con putas: infringen sus propias reglas y no nos simpatizan. Con la izquierda, como sí nos simpatiza, somos suaves y hasta complacientes, recordemos nuestras juventudes castristas. Pero también es que se pasan y dejan ver el abismo entre los principios en lo dicho y los principios en lo hecho. A diferencia de los propios de ayatolás, son principios que hacemos nuestros: inteligencia, cultura, decencia, buenas maneras, justicia...
Esto es: hay una definición previa de izquierda. Y a esa nos atenemos para pedir lo que pedimos. A quien se dice demócrata le exigimos respeto al voto cuando pierde. A quien nos diga que la democracia es una tontería de ingenuos y que son las armas la única voz con que se debe hablar, ni siquiera le mencionamos la buena organización ciudadana de una elección ni los cuidadosos controles contra el fraude, ¿para qué? Quienes estamos por una conducción democrática de la sociedad, un gobierno justo, una legislación ética, definimos eso como "izquierda", nombre tan arbitrario como podría ser "derecha", "morado" o "pinto". Y entonces nos diríamos derechistas, morados o pintos. Pero resulta que priistas de la calaña de Arturo Núñez, de Bartlett, Guadarrama y otras lacras son ahora "de izquierda" porque traen botón del PRD en la solapa.
La izquierda es una definición, no un partido, y menos un club al que uno le va. No es el nombre, sino el contenido lo que define: aceptar las reglas de la democracia aunque no nos favorezcan y sobre todo cuando no nos favorecen, reconocer las decisiones de la mayoría respetando los derechos de las minorías, ciencia y no religión, razón y no dogma, mejor distribución de la riqueza socialmente producida, igualdad de todos ante la ley; libertades de organización, expresión, religión, información; leyes respetuosas de los derechos humanos esenciales, amparo del ciudadano ante la fuerza de la autoridad... A todo ese conjunto, ¿cómo se le llama? Algunos le decimos izquierda por convención y para abreviar. Y a quien nos diga que con eso se identifica le pedimos coherencia. Y al que no pues no, como diría el alcalde de Lagos.
Les exigimos a quienes dicen pensar como demócratas que lo sean. Y a quien ostenta las banderas de la justicia, la ética y la paz que sea congruente lo que dice con lo que hace. Pero a quien de inicio levantara el brazo para saludar ¡heil, heil, heil! ¿qué carajos le vamos a andar pidiendo?.
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