¿Y la ciencia no es cultura?

publicado el 28 de enero de 2008 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Admiro la épica labor de promotores culturales fuera del DF: luchan con un centralismo asfixiante y se debaten con presupuestos muy inferiores a los capitalinos. Porque los admiro me parece una lástima que jamás consideren la ciencia parte urgente, la más urgente, de su labor. La literatura produce empleos: empleados de editoriales, imprentas y librerías. No son muchos. Las ciencias (las de verdad, no la sociología) son la base de toda la producción mundial y de todo el empleo. Las ciencias han sido, desde hace dos siglos, las mayores formadoras de riqueza: desde los estudios de mecánica y gases que produjeron la máquina de vapor y con ella la Revolución Industrial, hasta la que se incuba, hoy mismo, en la física cuántica.

No se entiende ningún complejo industrial sin el sustento de tecnología derivada de alguna ciencia dura. Desde la electricidad hasta la internet, desde el descubrimiento de la estructura molecular de la materia hasta el diseño de aviones: todo el mundo actual, incluida la impresión de libros y la iluminación de teatros, es tecnología derivada de los saltos científicos en los últimos 200 años.

Entiendo por qué los promotores culturales crean ferias de libro en Minería o en Guadalajara: es de mayor lucimiento invitar a Carlos Fuentes y atiborrar el auditorio que presentar a Alain Aspect (¿Alain... what?), aunque este último haya abierto las puertas de la teletransportación y derribado la más importante objeción, la de Einstein, a la física cuántica.

Es sencillo llenar hasta el tope el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara: con García Márquez, Fuentes y otras celebridades leyendo fragmentos de su obra. Magnífico... ¿y luego? Fue un punto para sus anfitriones. Pero alguna vez, según me contó el director del Departamento de Física, trajeron un premio Nobel de Física... y no hubo nadie. Conclusión: los físicos no atraen reflectores, los escritores famosos sí. Luego, sigamos trayendo gente que ya conoce la gente. Silva Herzog los llama "intelectuales florero": adornan.

Es incurrir en un autoengaño: sabemos quién atiborra auditorios. Pero, ¿los asistentes salen de oírlo mejor preparados como escritores? ¿Y queremos que lo sean... para que luego pidan becas a Conaculta? Algunos científicos... uno: Stephen Hawking, también llena auditorios. ¿Y? El trabajo de los científicos, para rendir resultados, debe ser permanente. No un invitado, sino veinte; no al público general, sino a los maestros de esa área. No una conferencia, sino una Cátedra Max Planck a la que los maestros de ciencias asistan y luego remate con una plática abierta.

En menos de diez años, el mundo de la informática y la computación se transformará desde sus bases mismas: la forma de procesar la información estará basada en una de las más extrañas características del mundo subatómico, quizá las más fascinante, la más "esotérica": la superposición de estados. Nuestras computadoras no trabajarán con lenguaje binario donde cada posición tome valor 1 o 0, sino a la vez 1 y 0. ¡Superposición de estados, como en el electrón!

¿Cuáles universidades de México están preparándose para ofrecer los miles de físicos que serán necesarios en menos de diez años? Urge habilitar maestros y motivar alumnos. Entre las universidades no-UNAM, la de Guadalajara tiene presupuesto suficiente para pagar una mensualidad a los alumnos dispuestos a seguir la carrera de física. Un promotor cultural con el talento de Raúl Padilla, a quien esta ciudad tanto debe, no parece ver esta puerta al desarrollo, regional y nacional. Ya escuchamos unas bellas páginas (que podríamos haber leído). Bien. Ya vi cine que no vería. Por Plácido Domingo no reparto codazos a villamelones, pero pagaré por oír a Araiza, Villazón o Ramón Vargas, las grandes voces mexicanas del momento en los escenarios que sí cuentan. Pero, ¿y?

No soy de los cuentachiles que ven "gastos superfluos" en un bello auditorio y lo quieren transformado en desayunos escolares. Pero cuando se nos está yendo, oootra vez, el tren de la próxima revolución industrial, no podemos dejar de destinarle nuestro principal esfuerzo, económico y humano, a lo que será el futuro del país, un futuro muy cercano, el de nuestros actuales estudiantes de prepas. Computación cuántica, superconductividad y teleportación: aquí están ya, ahora, los tres campos que nutrirán la industria y el empleo. ¿Qué estamos haciendo? Más cursos de literatura...

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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