La manía autoritaria de cuidarnos
columna: «la calle»
La función esencial del Estado es darnos seguridad a los ciudadanos... y no la cumple. No logra evitar que unas decenas de personas, enojadas por lo que sea, con o sin razón, pongan una ciudad entera de cabeza, bloqueen carreteras y cierren las calles que se les pegue la gana. No logra bajar los índices de homicidio ni evita que el 98 por ciento permanezca impune para siempre... Nuestro sistema de justicia es medieval.
Somos ya el único país en el planeta que prohíbe la inversión en energía, Cuba permite a petroleras imperialistas explorar sus aguas soberanas y acuerda con ellas compartir el gas y el crudo que localicen... nuestros legisladores siguen neceando con que eso afecta la soberanía. ¿Ya se lo comunicaron a Fidel? ¿No la afecta más quedarse sin petróleo?
Como no pueden con ningún tema vital para el desarrollo del país, buscan metas facilonas para hacer como que trabajan: los narcos no, porque tienen armas y fortunas; los grupos de presión tampoco porque gritan mucho al imponerles la ley; los ambulantes retiran su apoyo a quien los saque de las calles que tienen privatizadas.
¿Quién queda para echarle encima "todo el peso de la ley"? El ciudadano inerme. Y nos venden protección: quieren cuidar del humo de cigarro a los no fumadores. En ciudades como el DF, aterradoras desde un avión cuando ve uno la nata de miasmas chocolatosas en que va a sumergirse (y otro tanto ocurre ya en Guadalajara y Monterrey), nuestros ocurrentes legisladores, sin valor para someter a las industrias y automovilistas contaminantes y pagar los costos políticos, al fin desquehacerados, se afanan en destruir la autonomía del IFE... y en someter a los fumadores. El asunto tiene importancia porque, como todo, todo, todo, lo hacen sin consultar a sus (supuestamente) representados.
Toda libertad está acotada, y la de los fumadores a fumar lo está por la libertad de los que no queremos fumar su humo de segunda mano. No hay duda. Por eso deben estar libres de humo los lugares a los que uno asiste por obligación: lugares de trabajo, tiendas, aviones, autobuses foráneos, camiones urbanos. No hay remedio: uno debe estar en la oficina a tales horas y no quiere respirar el humo del colega. Elevadores y todo lo indispensable debe estar libre de humo, como debe estar libre de ruidos estridentes y otras causas de conflicto entre vecinos, ya sea de casa o de escritorio.
Pero imponer en oficinas y lugares de trabajo la prohibición de fumar afectaría, en primer lugar, a los mismos legisladores que se niegan a dejar su vicio en la sala del pleno... donde acuerdan que se haga la voluntad de Dios en los bueyes de su compadre. O la voluntad de la Cámara de Diputados donde éstos no resulten afectados. Entonces urden una curiosa ley que no prohíbe fumar en lugares cerrados adonde uno va por obligación, sino en los que podría no ir.
La prohibición de fumar, es claro, debe imponerse en los lugares de asistencia obligada, como centros de trabajo de todo tipo. Pero eso sería atacar un problema real, y nuestros legisladores no acostumbran hacer tal cosa. Entonces prohíben fumar en lugares, como bares, cantinas y discotecas, que nadie ha considerado nunca ejemplos de salud. Y a los que, como diría aquel alcalde de Lagos: el que quiere va, y el que no, pos no.
Las cantinas y bares que puedan hacerla, deben tener su área, aislada, para no fumadores (con puerta hermética y extractor). Muy bien. Yo no entraría allí, aunque no fumo, porque no quiero estar encerrado. Cada quien decide... Pero en las discotecas nos echan humo con una maquinita que para eso está: para arrojar humo a la pista de baile y lograr que las luces tomen relieve. Un bonito rayo láser para discoteque ni siquiera se ve si no hay humo. Lo sabe cualquiera.
Entonces, así como hay libertad para comprar o no cigarrillos, debe haberla para perder clientela que no quiera entrar porque no hay zona de no fumadores. Los propietarios deben poder decir: pues no tengo y pierdo clientes. Es sencillo: como son lugares de asistencia voluntaria, basta con que anuncien el riesgo a la entrada: "Este lugar es nocivo para la salud. No tenemos área de no fumadores." Así los diputadetes no llevarían a la quiebra lugares que no pueden separar a justos de pecadores. Y nos dejarían la opción a los ciudadanos que, finalmente, somos los dueños de nuestros jodidos pulmones.
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