Hay una brecha en la muralla del VIH
columna: «se descubrió que...»
A 25 años del descubrimiento del VIH, el virus que produce el sida, podemos afirmar que nunca supimos tanto de un organismo tan pequeño. Las últimas noticias, publicadas en Cell Press de enero por la Escuela de Medicina de Harvard, muestran un inesperado talón de Aquiles del virus. Para el enorme daño que produce en el sistema de inmunidad humano, al VIH le bastan sus apenas nueve genes que codifican 15 proteínas. Ese mínimo equipo genético es su mayor debilidad, pues debe tomar diversas proteínas humanas porque carece de maquinaria propia con la cual producirlas. Esas proteínas "podrían representar poderosas metas terapéuticas", señala la nota de Harvard en línea.
El equipo de investigadores ha identificado 273 proteínas humanas necesarias para que el VIH logre propagarse, señala Science Express (donde Science adelanta notas importantes) del 10 de enero. Los hallazgos tienen mayor importancia porque parecen resolver los problemas enfrentados en la creación de una vacuna. Uno de los mayores, que la cubierta del virus es altamente variable, se enmascara con moléculas de azúcar, y así evita el ataque de los anticuerpos lanzados por las defensas corporales.
El nuevo estudio revela cómo el virus distrae el ataque inmune y un importante rasgo que facilita su fusión con la célula humana. El conocimiento de piezas clave en la membrana viral hará posibles terapias que permitan a los anticuerpos alcanzar el virus e impedir su fusión con la célula humana. El talón de Aquiles del virus está expuesto y resulta ideal para diseñar vacunas. Contacto en Cell Press: Cathleen Genova.
La nota en Science Express recuerda la forma en que el virus entra a la célula que infecta. El VIH debe unirse al receptor CD4 de la célula, un linfocito T del sistema de inmunidad, y a cualquiera de otros dos co-receptores, CXCR4 o CCR5. (La ausencia de estos co-receptores en un pequeño porcentaje de la población humana permite explicar los casos de personas que, con todo y mostrar presencia de VIH en su sangre, no desarrollan sida). Hecho el amarre, comienza la replicación del virus en la que intervienen enzimas esenciales para todas las cuales ya tenemos magníficos inhibidores: transcriptasa reversa, integrasa y proteasa, así como otros elementos que, en conjunto, se denominan "complejo de transcripción reversa" y disparan la replicación de los genes virales.
El problema con toda terapia es que resulta fácil, para un virus con tan rápidas mutaciones, evadir el ataque alterando la forma en que interactúa con los compuestos químicos destinados a destruirlo. El famoso coctel triple de diversos inhibidores resulta eficaz porque es menos probable que un virus desarrolle resistencia a múltiples drogas a la vez. Pero algunos linajes de VIH lo consiguen y así evaden la acción de cocteles triples y hasta cuádruples, sobre todo en pacientes que no siguen de manera rigurosa sus regímenes médicos: dosis, horarios y otros obstáculos.
"Los antirretrovirales están haciendo, por lo general, un buen trabajo al mantener viva a la gente, pero todas estas terapias adolecen del mismo problema, y es que pueden producir resistencia, así que decidimos seguir una aproximación diferente, una centrada en las proteínas humanas que el virus explota", dice el principal autor del estudio, Stephen Elledge. "El virus no podría lograr mutaciones que venzan drogas destinadas a estas proteínas."
Los laboratorios del mundo entero han hecho en estos 25 años impresionantes contribuciones al conocimiento del ciclo vital del VIH. En las últimas dos décadas, han identificado docenas de proteínas requeridas por el VIH para su propagación. Los investigadores de Harvard han cuadruplicado esa lista, que se ha convertido en "una máquina generadora de hipótesis", explica Elledge. "Los científicos pueden mirar la lista, predecir por qué el VIH necesita una proteína en particular, y luego probar sus hipótesis." De cada éxito se puede tener una nueva terapia.
El equipo cultivó miles de células humanas a las que se había modificado un solo gen, productor de una proteína particular. Luego dispersaron VIH entre las células. Si la replicación del VIH resultaba inhibida en un conjunto que careciera de esa proteína, se podía suponer que tal compuesto era necesario en la replicación del virus. Las células del sistema de inmunidad, las más atacadas por el VIH, contienen altas concentraciones de esas proteínas. "Seremos capaces de pellizcar varias partes del sistema para reventar la propagación viral sin enfermar a nuestras propias células", comenta Elledge.
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