El golpe del rencor y el miedo
columna: «la calle»
Las prohibiciones abiertas y limitaciones disimuladas a la participación ciudadana en las elecciones ya están aquí, unas en el Artículo 41 de la Constitución, otras en los borradores de leyes secundarias que fraguan los legisladores: "En el último borrador del libro séptimo del Cofipe, donde se define el catálogo de sanciones, los legisladores definieron que los medios de comunicación que incumplan con las obligaciones establecidas para la prohibición de venta o donación de publicidad a partidos, candidatos o coaliciones, podrían incluso perder la concesión." Nota de Liliana Padilla, MILENIO, 29 de noviembre. Es el golpe que nos dan el rencor y el temor. Rencor de quienes perdieron la Presidencia, pero no sus poderes, salarios y prestaciones como diputados y senadores. Temor de los partidos políticos ante el inminente castigo económico por los más de 280 mil spots que el IFE les descubrió sin reportar, y cuyos costos, en el orden de los miles de millones de pesos, ocultaron a la autoridad electoral que por eso echan a la calle.
Con temor a las multas, los partidos se están diseñando un IFE bajo las riendas de un contralor servil al Congreso y levantan obstáculos a la participación de quien no se inscriba en sus filas. No podremos expresarnos en los medios ni siquiera pagando. El monopolio de los partidos será absoluto. Alardean que dejarán de gastar 3 mil millones de pesos en los medios de comunicación. Cierto, pero no se los han rebajado a sus jugosas partidas: ahora, sencillamente, tienes 3 mil millones extra para repartirse. ¿Y cómo justifican su monopolio sobre la opinión en tiempo de elecciones? Así: "No hay noticia de un campesino o un trabajador que haya ahorrado para comprar tiempo en radio o televisión, ni para pagar la publicación de una inserción en Reforma" (Jorge Alcocer, Reforma, 27 de noviembre). Pues aquí tienes uno, estimado Jorge: yo pagué unos 1500 pesos como aportación a la declaración que muchos ciudadanos firmamos en defensa de unas elecciones sin tacha que los malos perdedores han buscado desprestigiar. La inserción se publicó, precisamente, en Reforma.
Campesino por supuesto no soy, pero vivo del pago por mis trabajos en MILENIO y del aún más reducido por mis libros (abajo, en mi página electrónica, ya activada, se pueden consultar mis libros y hacerme ganar entre 10 y 15 pesos al comprar alguno). Verás Jorge, no tengo casa propia ni nada de lo que, con su amor por el pueblo, acumulan los dirigentes de partidos. Estos se han dado el monopolio de la opinión porque ¿saben ustedes?, los ciudadanos por ley somos iguales, pero nuestros políticos hacen suyo el lema de los animales que echan fuera a los humanos y dirigen la "Rebelión en la granja", de Orwell: "Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros." Quienes nos oponemos a las contrarreformas, ¿estamos por eso mandando "al diablo" los instituciones? Al contrario: estamos peleando contra quienes las arrebatan sin consulta alguna con sus electores. ¿Qué diputado se ha tomado la molestia de hacer un sondeo de opinión en su distrito? Ni le importa.
La trivialización que hace Alcocer (su sirvienta y su chofer como medidas del interés ciudadano en pagar un espacio para expresar su opinión en asuntos electorales) no está a la altura de su inteligencia (ni de la nuestra, sus lectores). Todos estamos interesados (o deberíamos estar) en influir en los procesos electorales. No sólo se expresa el Consejo Coordinador Empresarial, sino los sindicatos, los burócratas, las organizaciones de ambulantes y todo el corporativismo ex priista y ahora perredista. Dinero, mucho dinero del lado "proletario". Antes creíamos que se debía promover la participación de la ciudadanía, con o sin partidos. Ya no, en adelante será tan ilegal como producir electricidad con un motorcito y venderla a los vecinos.
Suponer, como hace Jorge Alcocer, que somos "Gastón Billetes" los que podemos pagar desplegados para hacer oír nuestra opinión es, simplemente, una tontería y un disparate. Así como el CCE hizo publicidad contra un candidato, hubo también sindicatos, diarios completos y grupos de intelectuales que manifestaron su apoyo entusiasta por ese mismo candidato. Ya nadie podrá hacerlo, salvo los políticos inscritos en partidos, porque, va de nuevo, todos los ciudadanos somos iguales, pero hay ciudadanos más iguales que otros.
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