Llega AMLO y pierden, se ausenta y ganan
columna: «la calle»
La primera y más contundente señal se tuvo en Tabasco: el candidato de López Obrador perdió hace un año luego de que su padrino hiciera campaña por él, municipio por municipio y mitin por mitin. El colmo lo acabamos de ver en Puebla: con todo y el desprestigio del gobernador Mario Marín, más la campaña de López Obrador, el PRD perdió todo.
La clave parece estar en una inamovible convicción de AMLO: aun lo más ridículo resulta efectivo cuando le echa todas las ganas. Los ejemplos sobran: declararse presidente y hacerse colocar una banda presidencial de a mentiritas, tomar el Paseo de la Reforma y agujerearlo para levantar, pagadas por el GDF, carpas enormes aunque vacías; golpear, repetir, repetir siempre: el pelele, el fraude, el robo de la Presidencia, el pueblo bueno, los ricos malos. Eso le ha dado audiencia durante un año más, pero estiró la liga demasiado.
Su táctica es trillada, vieja como el mundo, aunque no ha perdido eficacia: "¡Al ladrón!", grita el ladrón, y todos corren en el sentido indicado mientras él escapa sonriente. López Obrador no robó para su fortuna personal (lo creo sin argumentos, por fe), no se compró casas como Arturo Montiel, pero desvió fondos destinados a infraestructura hidráulica del DF hacia obras espectaculares, levantadas sin más proyecto que adelantar su campaña presidencial; elefantes blancos, obras apantallantes entregadas, sin concurso, a constructoras amigas, e inauguradas siempre por el cardenal Norberto Rivera, agradecido por el regalo de terrenos públicos para negocios privados con la muerte y el Paraíso.
Le funcionaron el grito y el clamor continuados. Pero no ha visto que la credulidad tiene un límite y le sigue el abismo. En su propia tierra lo ha sentido en carne propia: que en Villahermosa fuera abucheado al repetir su cantaleta debió encenderle luces rojas. Se encendieron, pero no las ve porque va derecho y no se quita. Ahora denuncia a diestra y siniestra culpables del desastre en Tabasco. El asunto por supuesto debe investigarse. El ex gobernador aclaró que el presupuesto para los diques le fue recortado a la mitad por legisladores que creyeron darle mejor uso subiéndose salarios, pagándose salas de belleza en la Cámara, autos, ayudantes, comidas y viáticos.
Si algo conoce López Obrador son los resortes que cimbran de inmediato al mexicano. Atribuir el desastre en Tabasco a la corrupción de los políticos tiene éxito asegurado. Sin duda, debe conocerse la verdad en lo referido al presupuesto; pero otra verdad, inocultable, es la del desastre climático, no siempre originado en imprevistos de la Naturaleza, sino construido afanosamente por los hombres. Veamos un ejemplo en la entrevista realizada, hace dos años, por mi amiga Cristina Martín a Eduardo Santana, director de la Reserva de la Biosfera de Manantlán, entre Jalisco y Colima. Dice Santana:
El agua de la Sierra de Manantlán mantiene toda la agricultura de exportación de Colima. Si no estuvieran los bosques pasaría lo que vemos en Chiapas, donde la lluvia hace estragos. Dicen "ya no llueve porque no hay bosque", pero eso es falso. Llueve la misma cantidad. Lo que pasa es que si caen 100 mil litros de agua a una cuenca que tiene bosque, te la va soltando a mil litros por día y tienes agua todo el año, porque el bosque funciona como una esponja que la absorbe y la va soltando poco a poco. Si quitas el bosque y metes pasto, caen 100 mil litros de agua y bajan 10 mil al día, se acorta el número de días que tienes agua (...), sale en menos tiempo y causa inundaciones y problemas de erosión. No es que no llueva, es que cambió la distribución del agua.
Esto, como se ve, es bastante más complejo que el grito: ¡Pinches políticos rateros! Un año de consecutivas derrotas debería poner a pensar al PRD que el camino con AMLO y sus manías ya está cerrado. Por eso, llega y pierden, se ausenta y ganan.
Una buena noticia
Las confrontaciones inter PRD, que ya causaron el cierre de la Asamblea Legislativa del DF por empleados secuaces de Bejarano, lleva ahora al revire de los legisladores: transparencia obligada en las cuentas sindicales. Bien. De ahí puede surgir la ansiada reforma laboral que permita sacar la educación del hoyo negro en que la tiene el poderoso y corrupto sindicato, y rescatar a Pemex de las garras del suyo. Le están quitando el primer ladrillo al muro del sindicalismo corrupto... (¿hay otro?).
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