Olmecas descifrados
columna: «la ciencia en la calle»
Estela de La Mojarra
Una estela olmeca, que había estado abandonada en los sótanos del Museo de Antropología de Jalapa, Veracruz, permitió a los investigadores añadir algunas piezas faltantes al desciframiento de la escritura jeroglífica empleada por los olmecas. Este pueblo, dueño de la cultura elaborada más antigua de Mesoamérica floreció entre el año 1100 y el 800 antes de Cristo. Esto es, resulta contemporánea de Babilonia, Israel y de Troya. Sus principales centros fueron La Venta, que todo visitante de Tabasco está obligado a conocer, y Tres Zapotes. La influencia estilística olmeca llegó hasta el Valle de México, donde se asentarían los aztecas 2,500 años después y a buena parte de Centroamérica. La cabeza de jaguar humanizada es su tema dominante. Tras la desaparición de la cultura olmeca, por el año 800 antes de Cristo, las culturas mesoamericanas subsecuentes perdieron las claves para la lectura de sus textos, aunque siguieron empleando en buena medida la plástica olmeca. Los mayas, mil años después del ocaso olmeca, habrían de seguir esculpiendo estelas verticales con figuras en trajes ceremoniales y texto. Cuando a su vez la cultura maya se extinguió, siete siglos antes de la conquista española, también su escritura resultó ilegible para pueblos posteriores. Con la quema de códices emprendida por los aztecas en su intento de reescribir la historia de Anáhuac con ellos en el centro, se perdieron los últimos lazos con el conocimiento antiguo.
El descubrimiento
Debía llegar el siglo XIX y sobre todo el XX, para que la antropología creara métodos eficaces para descifrar escrituras antiguas. A diferencia de Egipto, donde las paredes cubiertas de textos suman millares y millares, de los olmecas restan apenas cuatro textos legibles donde puede apreciarse su sistema de escritura. Uno de ellos es la estela procedente de La Mojarra, en el sur de Veracruz, sólo que durante diez años se dudó de su autenticidad. No fue sino hace año y medio que el Museo de Antropología de Jalapa decidió mostrarla al público. Al sacarla de las bodegas se descubrió una columna de jeroglíficos en uno de sus bordes. Este año se terminó el análisis del texto. Un primer problema en tales textos, es la falta de separación entre las palabras. Cuando leemos un idioma conocido podemos separar las palabras aunque no tengan espacios divisores. Todosentendemosestafraseenespañol. Nuestro conocimiento previo nos hace poner las separaciones correctas, exactamente como hacemos con el lenguaje hablado, en el cual tampoco separamos las palabras. De ahí que un idioma conocido, pero no dominado, sea más fácil de entender leído que oído, pues la lectura nos da palabra por palabra. En cambio la frase oral no lleva separaciones y no distinguimos cada palabra.
Para encontrar los espacios
Una serie de dibujos recurrentes, esto es, una serie que aparece varias veces en el texto, permite suponer que tal serie es una palabra. Así comienzan los investigadores por poner límites entre grupos de jeroglíficos para marcar palabras individuales. Cuando no existen tales secuencias, la determinación de los limites de las palabras debe hacerse por análisis gramatical del texto completo. La comparación con elementos sintácticos de idiomas cercanos actuales puede dar indicios sobre la construcción de las frases. De la estela La Mojarra 1 fueron extrayendo así "datos que expanden el modesto corpus de los textos jeroglíficos epi-olmecas y confirman varios aspectos del desciframiento de la escritura epi-olmeca", dicen John Justeson, de la State University of New York, y Terrence Kaufman, de la Universidad de Pittsburgh. Science v277, pág.207. Y esto tres mil años después de que los escultores olmecas tallaran la piedra para enviar al futuro su mensaje. Los grupos de signos en la estela de La Mojarra 1 parecen ser unos 30 y en previos trabajos de desciframiento los mismos investigadores ya los habían leído, por lo cual el texto recién localizado puso a prueba, al parecer con éxito, el método antes establecido.
Alfabeto silábico
Un interesante descubrimiento es que los jeroglíficos olmecas pueden tener un doble valor: uno como icono para una palabra completa. Es lo que hacemos cuando dibujamos un perro para significar "perro". Pero el mismo icono puede tener un valor silábico "basado en la consonante y la vocal que inician la palabra". Esto es como si el dibujo de un perro pudiera leerse "pe" al emplearlo como escritura silábica. Un ejemplo real, olmeca, es que el icono para "tierra", que se dice na:s, es también la sílaba "na" cuando forma parte de un nombre.
Mano sobre piedra
Otro ejemplo es el signo que se escribe con una mano acomodando una piedra. El primer significado que tuvo ese dibujo para los olmecas fue "colocar piedras en orden", pero es además la sílaba "ne". En conclusión, parece que se tienen sólidos fundamentos para la lectura de textos olmecas con tres mil años de antigüedad, pues, como dicen los investigadores: "Es difícil imaginar que este modelo hubiera conducido a un texto gramatical, coherente y completo si estas porciones del desciframiento --estructura de lenguaje, valor de los signos, y convenciones de escritura-- no fueran esencialmente correctos. Desde nuestro punto de vista, los datos confirman los resultados obtenidos en los primeros dos de los ahora seis años de nuestro trabajo en el desciframiento de la escritura epi-olmeca". Idem.
El hebreo
Resulta sorprendente encontrar que por la misma época en que surgían los primeros alfabetos en el Viejo Mundo, en el Nuevo también compartieran un aspecto: el de ser silábicos, esto es, donde cada símbolo no expresa un sonido, como en nuestro alfabeto, sino dos, una consonante y una vocal, como todavía ocurre en el idioma hebreo, donde "Jerusalén" se escribe IRUSHLIM, claro está, con letras hebreas. Tal coincidencia podría proceder de una estructura mental humana para la cual consonante y vocal fueran la unidad, y no cada sonido, como luego ocurrió.
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