Europa
columna: «la ciencia en la calle»
Las estrellitas mediceas
Cuando Galileo dirigió su telescopio, inferior a muchos que hoy venden las jugueterías, hacia el planeta Júpiter y le encontró cuatro estrellitas, pensó en dedicárselas a los Medici, pues artistas y sabios, de no ser ricos ellos mismos, dependían del mecenazgo y la simpatía de los príncipes. Los astrónomos de épocas posteriores cambiaron la voluntad de Galileo y decidieron nombrarlas con un epónimo a partir del descubridor. Así es como ahora llamamos satélites galileanos a los descubiertos por Galileo. Siendo Júpiter un dios tan enamoradizo, se pensó sensatamente en dar nombres de sus amantes a quienes por siempre quedaron atrapados en los lazos del amor o de la gravitación: Europa es uno de ellos, por la joven a quien Júpiter raptó tomando forma de toro. Ahora este satélite está siendo objeto de particular atención pues resulta probable que, bajo su capa de hielo, exista un océano de agua líquida. Y claro está, donde hay agua puede haber vida semejante a la que conocemos.
Europa
Desde hace 18 años, sabemos por las fotografías enviadas por la nave Voyager, que Europa está entreverada de extrañas líneas. Meses atrás la nave Galileo reveló que tales líneas son en parte surcos y en parte relieves, algunos tan largos que se extienden por todo el satélite. La nave ya había enviado imágenes mostrando detalles tan pequeños como un kilómetro y medio, lo hizo durante su acercamiento a otros dos satélites, Calisto y el jovencito arrebatado por Júpiter en forma de águila, Ganimedes. Pero ahora se tienen fotografías con detalles tan pequeños como 36 metros, informa Charlene Anderson en The Planetary Report, "y conforme vemos detalles más y más pequeños, Europa resulta más y más extraña." Para empezar, es probable que algunos de los relieves se deban a erupciones surgidas a través de grietas en el hielo. En la Tierra tenemos estructuras similares, de surcos y relieves, en el fondo de los océanos formadas también por erupciones submarinas repetidas.
La atracción de Júpiter
En la Tierra, los volcanes son producto del viscoso y caliente material sobre el que flota la corteza. En Europa se ha pensado que la fuerza propulsora de tales erupciones podría ser el calor producido por la atracción misma del enorme Júpiter. Esto es, siendo tan grande la diferencia entre el planeta y su satélite, la gravitación de Júpiter produce fuerzas de marea en Europa, y , como cuando doblamos repetidamente una lámina para romperla y notamos que se calienta en la línea de los sucesivos dobleces, así el estira-y-afloja de la gravitación calienta el interior de Europa lo suficiente para producir volcanes. Antes que en Europa, fueron descubiertos en Io y sus espléndidas fotografías aparecieron en todo tipo de publicaciones. La cuestión es si el calor así producido podría sostener alguna forma de vida bajo la superficie helada de Europa.
Datos en contra
Contra la posibilidad de un océano de agua líquida bajo el hielo de Europa se encuentran algunos detalles enviados por la nave Galileo.
Entre ellos las máculas, o figuras circulares que parecen producto de impactos, como los cráteres de nuestra Luna. Pero es difícil explicar cómo, si un meteorito rompió la superficie del hielo y encontró agua, toda la zona quedó llena de líneas circulares concéntricas. Podrían haberse formado tales figuras no por impacto, sino por explosiones volcánicas. Para intentar responder tales preguntas, la misión de la nave Galileo se prolongará después de diciembre de este año, fecha en que se había programado concluirla. En esta nueva misión, la nave quedará colocada en posición de mecerse una y otra vez en torno a Europa, enviando nuevos detalles.
Azoteas
Por lo pronto, en los mayores acercamientos, tomados en la cuarta órbita de la nave Galileo en torno de Júpiter, se tienen detalles tan pequeños como un campo de futbol y todavía más pequeños, como una casa. Se ven corrientes de hielo llenando el terreno y minúsculos cráteres, de 100 a 400 metros de diámetro, salpicando la región. Se desconoce si tales cráteres son producto de impactos por meteoritos o de algún proceso interno del satélite. Resulta estremecedor que, por la cercanía real de la nave y el zoom de las cámaras, podamos ver un mundo tan distante con los mismos detalles que observamos en el nuestro al asomarnos por la ventanilla de un avión... de uno que está por aterrizar.
0 animados a opinar:
Publicar un comentario