Al cuarto para las 12...

publicado el 13 de marzo de 2006 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

El sindicato, órgano creado por los trabajadores para obtener mejores condiciones de trabajo, en el México posrevolucionario se corrompió para ponerse al servicio de la estructura corporativa creada por el PRI y sus ancestros. En el Estado surgido de la revolución iniciada en 1910, no cupieron elecciones verdaderas ni organizaciones populares independientes. La razón esgrimida siempre fue una: el pueblo no sabe defenderse de sus enemigos y son los revolucionarios los encargados de esta histórica tarea. Suena a Lenin.

Se pudo imponer esa percepción porque el analfabetismo, la ignorancia de casi todas las prácticas democráticas por siglos de gobiernos despóticos, españoles o mexicanos, no educaron a la población de la Nueva España, luego México, en los derechos ciudadanos ni en el respeto a la ley. La corrupción oficial siempre ha sido vista como natural al ejercicio del poder. La gente sigue perdonando las denuncias más sólidas cuando el atracador también reparte. Es una tara ancestral.

El sindicalismo mexicano es la columna vertebral del PRI porque jamás fue democrático, sino un brazo del Estado revolucionario, y éste no servía a la población sino en la medida que le fuera necesario para seguir alimentando gobiernos: un Estado como Ogro Filantrópico, lo llamó Octavio Paz, no por filantrópico menos ogro, pero no tan ogro que no distribuyera beneficios a los bien portados y a los amigos. El derecho positivo, la ley escrita, siguió siendo letra que se aplicaba al arbitrio del gobernante. Y lo sigue siendo para el PRID: cuando un negocio o persona cae de sus simpatías le descubren todas las irregularidades que no habían visto. Un país sin ley donde se está al arbitrio del humor del príncipe. Pregunten a Ahumada, al Sheraton.

Una medida, en apariencia benéfica para los trabajadores, se convirtió en la cadena que los ató al que fuera partido oficial por 70 años: la cláusula de exclusión. El sindicato se convirtió en la única puerta de entrada al trabajo y al salario cuando se autoasignó la exclusividad en la contratación. Los fines parecían de una pureza idílica: que los malvados patrones no tuvieran más interlocutor que el sindicato, honesto y valiente. Y aquí viene lo mejor: quien fuera expulsado del sindicato debía ser obligadamente despedido por la empresa. Todo trabajador pertenece al sindicato y quien deja de pertenecer deja de laborar. ¿Opiniones en contra?

Toda disidencia, toda oposición, toda crítica era seguida por la expulsión del sindicato y con eso se perdía el trabajo. Así construyó el PRI 70 años de relativa paz laboral: el salario mínimo se decidía en la Presidencia de la República, se avisaba al líder y éste festejaba el gran triunfo ante las "bases" que, aplaudían... o se iban.

Este corporativismo perverso no fue tocado por Vicente Fox ni con el pétalo de una rosa. Uno de los actos de gobierno con los que Carlos Salinas conquistó al país, dubitativo ante las acusaciones de fraude electoral, fue la aprehensión y encarcelamiento de "La Quina", el multimillonario y criminal líder petrolero cuyos excesos ya clamaban justicia. Y uno de los momentos más sombríos de la izquierda fue cuando sus líderes marcharon por las calles para exigir no que lo fusilaran, sino la liberación inmediata de "La Quina".

Al cuarto para las 12, el gobierno del presidente Fox emprende una tarea que debió ser prioritaria: investigar las fortunas inexplicables de líderes obreros, no sólo las de Napoleón junior y secuaces. La democracia sindical es tarea interna de los trabajadores, la persecución del delito es de la PGR. Hace seis años que eso debió estar claro. Aún no lo está. Y Fox zarandea el avispero sin aprender de Salinas: a las víboras tepocatas se les corta la cabeza de un golpe... o nos muerden. Pobrecillo. A veces da lástima.

Diputados criminales

¿Quiénes son responsables de la muerte de 65 mineros en Coahuila? El primer eslabón son los diputados que por "nacionalismo" no modificaron antes la aberración constitucional que prohíbe entubar y vender el gas metano de las minas de carbón. "Es una lección que tendremos que aprender", respondió el diputado Francisco Arroyo. ¿No les da vergüenza? ¿Cuándo revisarán esa estrafalaria Constitución?

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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