Marcos, Tláhuac y narcoperredismo
columna: «la calle»
Lo denunció Marcos: el PRD está financiándose con narcotráfico en el DF. Yo haría un matiz: "Sectores del PRD". A un año de los linchamientos de Tláhuac, ligados al narcotráfico, y luego de que ni la publicación reiterada de los domicilios donde se vende droga al menudeo en estanquillos, las famosas narcotienditas, consigue un ataque generalizado de la Procuraduría capitalina, el narcofinanciamiento es evidente. La red fue puesta en evidencia el pasado miércoles, en estas páginas, por Jorge Fernández Menéndez: le resulta asombroso que ninguna autoridad capitalina esté responsabilizada de no haber acudido para evitar que tres agentes de la Policía Federal Preventiva fueran linchados y dos, quemados vivos.
"Ni los patrulleros que estaban en el lugar de los hechos, ni los altos mandos de la Secretaría de Seguridad Pública ni la delegada Fátima Mena", nadie intentó siquiera detener al "pueblo". Nadie actuó, ni los policías presentes, que todos vimos en TV mientras se alejaban cobardemente, ni la ruin delegada, que estuvo junto a los linchados y huyó a sabiendas de que su sola presencia podría evitar la horrenda muerte de los jóvenes investigadores, ni quien era secretario de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard, que no suspendió su acto de precampaña ante los medios: nadie ha respondido por su sospechosa o, al menos, negligente conducta. En completa impunidad, Ebrard pretende ser alcalde.
"El entonces secretario de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard, ha dado los más diversos testimonios sobre lo ocurrido esa noche", modificando en cada ocasión su relato sobre las decisiones que tomó o dejó de tomar. Desde que comenzó la agresión de la turba y hasta muy avanzado el linchamiento, sigue Jorge Fernández, "Ebrard estaba en una reunión con la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión del DF." No había nada más importante para él: cimentaba su futura campaña para llegar a la jefatura de Gobierno del DF. Ni siquiera el subsecretario Gabriel Regino está en la cárcel por mentir a la PFP diciendo que el tumulto había sido controlado.
Tanta impunidad tiene explicación si unimos las denuncias de Marcos y el análisis de Jorge Fernández: los masacrados investigaban narcomenudeo y EPR, una guerrilla que, como tantas, se financia con narcotráfico; la delegada que abandonó a los agentes de la PFP, Fátima Mena, pertenece a la corriente perredista de René Bejarano, el ex secretario particular de López Obrador a quien todos vimos llenar un maletín y sus bolsillos con miles de dólares (y las ligas que los ataban), mismo que hoy, en libertad, se encarga de llenar los mítines del casi candidato perredista, de seguro con esos dólares porque, como dijo el pobrecillo procurador del DF: "No nos quiere decir qué hizo con ellos". Los bejaranistas vieron peligrar, en Tláhuac, el financiamiento ilícito denunciado por Marcos, y a sus redes ciudadanas que los enlazan a grupos armados, para lo que venga, principalmente la "revuelta popular" si fuera necesario desconocer los resultados del IFE. Dinero y armas: eso ponían en peligro los jóvenes investigadores linchados.
Igual operó el fascismo: el crimen, la droga, la fuerza bruta y "el pueblo" asesinando enemigos con la protección del gobierno consolidaron la dictadura de Mussolini, dictadura que, como ahora, atrajo con ventajas inmediatas a los pobres, repartió patentes de impunidad a bandas de miserables, dividió a la sociedad italiana en pobres buenos contra ricos malos, integró al gobierno corporaciones con un pie en el hampa y otro en el subempleo. En fin, tuvo también sus Panchos Villa, sus taxistas piratas, sus ambulantes, sus narcotienditas, sus intelectuales aliados; tuvo sus analistas que informaban a Italia que Mussolini no era peor que otros políticos italianos; tuvo la benevolencia de medios comprados, de la naciente radio y la prensa dentro del presupuesto. Luego acabó con ellos: ilusos estúpidos.
Lo que hoy llamamos fascismo es una constante en la historia humana. No comenzó ni terminó con Mussolini y Hitler. En México vemos coincidencias entre la "izquierda" y la derecha que sólo explica el espíritu inmortal del fascismo: un sindicato (por definición una organización de izquierda, por ser de trabajadores) hace pintas contra un judío, con el silencio del autonombrado partido de izquierda y sus dirigentes porque, al fin y al cabo, el judío era miembro del detestado gobierno de Fox. Y, al mismo tiempo, quienes se hacen llamar "Último reducto" predican desde su sitio en internet con Mi lucha, de Hitler, y combaten a otros judíos "infiltrados" en altos niveles de México.
Los denuncia así Fernando Escalante Gonzalbo en Crónica del 23 de noviembre: El ridículo fascismo de opereta del "Último reducto" me interesa sobre todo como síntoma. Porque los mismos rasgos de carácter, la misma lógica publicitaria, pueden verse en muchos otros movimientos. En México: hoy. El fascismo que viene no será hitlerismo, que es una forma nostálgica y retorcida: el kitsch del autoritarismo, con su mezcla de fantasías "indoeuropeas", imágenes de las SS, Isabel la Católica y el "Cara al sol" (himno de la Falange y el franquismo); el fascismo que viene, como el de antes, será popular y masivo, nutrido con los tópicos del día. La democracia radical, la soberanía popular, las necesidades de "la gente". Está aquí.
Sí, y el abanico es amplio, desde callar en el Congreso de Transparencia (of all places) a la consejera María Elena Pérez-Jaén cuando exponía en Guadalajara la total opacidad en las cuentas de la Ciudad de México, hasta solapar, hace un año en Tláhuac, el asesinato de los investigadores que podían descubrir las fuentes de financiamiento perredista que luego serían denunciadas por Marcos.
Pero el "Último reducto" es menos peligroso por ser "fascismo de opereta". El de lenguaje izquierdoso, democracia radical, soberanía popular y necesidades de "la gente", necesidades que sólo los iluminados y no los jueces ni la Suprema Corte descifran, es el que, como dice Escalante Gonzalbo, ya "está aquí."
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