Impunidad
columna: «la calle»
Hasta el lunes pasado iban 23 ancianos pobres muertos por estrangulamiento en el Distrito Federal. Al parecer está implicada "una mujer robusta y alta" cuya misión, dijo, era apoyar a los ancianos solitarios con la tarjeta Sí Vale, del gobierno de la capital. Ya 23 estrangulados y no pasa nada: lo único que importa es quién saludó alguna vez a Ahumada Kurtz: el puro chisme. René Bejarano sigue tan campante, luego de que todos lo vimos llenar aquel maletín y sus bolsillos con fajos de dólares. Y su mujer, Dolores Padierna, queda al frente de cuanta comisión le pongan sin que sepamos de averiguación alguna por aquella conversación telefónica en donde agradecía un regalito enviado por un solicitante de licencias (un Ahumada menor) cuando era delegada en Cuauhtémoc, y las denuncias por fraudes cometidos con vivienda de interés social, en perjuicio de familias pobres, siguen congeladas hace años. A eso se llama impunidad.
Los cuatro metros de acera que alguna vez tuvo San Juan de Letrán desaparecieron: puestos de ambulantes tapan la calle por un extremo y los comercios establecidos por el otro; como eso les pareció poco a las huestes de Bejarano-Padierna, ocuparon además el centro de la acera. El paso quedó reducido a dos vereditas de medio metro cada una. Los vendedores allí comen, mean y cagan, roban luz para sus focos y altavoces, roban transeúntes descuidados y compran y venden robado. Impunidad absoluta.
La cadena de complicidades va así: López Obrador permite a los ambulantes de Bejarano-Padierna (no a los otros) la ocupación ilegal de aceras y calles; estos ambulantes, hace poco huestes del PRI, ahora del PRD, se ocupan de distribuir la mercancía robada en carreteras a tráilers y camiones, así como la mercancía de contrabando que inunda al país; luego, al fin buenos clientes, asisten en tropel al mitin que les indiquen y gritan lo que oigan en los megáfonos: un día por López, otro en desagravio de Bejarano (ver para creer). El círculo se cierra. Y resucita en los ciudadanos el primitivo e infantil deseo de un caudillo paternal, un Juan Ciudadano, que ponga orden a latigazos entre los comerciantes del Templo.
Pero en una democracia madura importa poco "el estilo personal de gobernar" y el hallazgo de un Juan Ciudadano. Las instituciones están por encima de las rabietas o las ocurrencias presidenciales. El Presidente resulta mejor entre menos visible, folklórico e impulsivo sea. Un personaje gris en la Presidencia, un Congreso sensato que sin dogmas ideológicos pone bases para crear empleo y aumentar productividad, un sistema judicial transparente donde la corrupción es excepcional: ¿no podremos nunca los mexicanos darnos algo así? ¿Es tan difícil ver cómo hace China para crecer a 8 por ciento en plena crisis de Estados Unidos? ¿Cómo hace Francia para redistribuir la riqueza? Nuestros legisladores van de viaje para asestarse discursos mutuamente y esperar con ansia la noche libre y sin compromisos oficiales.
Respuesta del procurador Bátiz
Recibí amable respuesta del procurador Bernardo Bátiz a mi artículo del pasado lunes. Allí señalé la enorme diferencia en el trato que las autoridades perredistas dispensan al corruptor Ahumada y al corrupto Bejarano. Aclara el procurador que "contra Carlos Ahumada, hay una averiguación previa, por fraude de más de treinta millones de pesos, que culminó con su consignación al juez y con motivo de la cual, se dictó una orden de aprehensión en su contra".
En cambio: "A René Bejarano no lo puede consignar la Procuraduría, porque está protegido con el fuero constitucional, por ello solicitamos su desafuero o juicio de procedibilidad ante la Cámara de Diputados".
Tiene razón el procurador en estos puntos, pero no deja de ser extraño que, aun sin poderlo consignar, a Bejarano se lo trate como a un niño inocente, víctima de un adulto maloso que lo corrompe, como en aquellos anuncios precautorios de Chabelo: "Ping, ping, ping: cuidado amiguito René, que allí viene Ahumada a ofrecerte sus millones". El procurador Bátiz ha demostrado su entereza en casos difíciles, por ejemplo al resistir las presiones en torno al caso de Digna Ochoa, en el que se ha mostrado más amigo de los resultados que de los amigos. Pero no deja de ser asombroso que el ex secretario de López Obrador ni siquiera haya debido explicar el destino de los fajos de billetes que se embolsó a la vista de la nación y, más aún, nos salga con esa cara dura a decirnos, sin vergüenza alguna, que continúa en el "proyecto" de López Obrador. El fuero lo protege para no ser aprehendido, pero las autoridades le dan trato de tercero perjudicado.
Y por supuesto, estamos ante un elemento más para exigir la revisión del fuero. Éste debe servir para proteger la libertad de expresión en los debates de nuestros legisladores, no sus fechorías y crímenes. Como está, fuero significa impunidad para lo que sea.
Y en cuanto al complot contra López, nos urge en México "crear dos, tres, muchos complots" y hallar quién ponga muchos "cuatros" contra los políticos corruptos que malemplean nuestros impuestos en su beneficio, sea por simple lucro o para "pagar un proyecto político". La ya larga lista de los involucrados por López Obrador en las videograbaciones de su corrupto equipo no es sino la lista de personas a quienes debemos agradecimiento por siempre jamás.
Irritación
Tenía pensado escribir sobre la irritante y ya insoportable denominación de el-empresario-de-origen-argentino que la prensa, toda y sin excepción, endilga a Carlos Ahumada; pero ya Jorge Fernández Menéndez lo hizo de manera inmejorable y dio el argumento fundamental: el turbio interés por resaltar que el mal viene siempre de fuera. Nadie acota, en cambio: "René Bejarano, el mexicano por nacimiento hijo de padres mexicanos por nacimiento". El honor patrio está a salvo, como en el ridículo asunto de los exploradores ingleses.
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