La renuncia
"Es moralmente inadmisible que quienes entonces delinquieron en diversos grados sean ahora jueces los vivos y héroes los muertos : Luis González de Alba."
Luis González de Alba fue uno de los dirigentes estudiantiles de 1968. Por su participación en el movimiento estuvo encarcelado de 1968 a 1971 y, tras su liberación, se exilió en el Chile de Salvador Allende en 1971-1972. Su novela "Los Días y los Años" (1971) es ya una de las obras literarias clásicas surgidas del movimiento del 68. En 1978 ganó el prestigiado Premio Xavier Villaurrutia por su "Balada de Otro Tiempo". Como periodista ha llevado a cabo un trabajo intenso de divulgación de temas científicos. En los últimos años se ha distinguido también por sus esfuerzos en la lucha contra el sida, mientras que hasta hace unos días pertenecía a la Comisión de Apoyo a la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado.
Y digo hasta hace unos días porque el pasado 27 de marzo le hizo llegar una carta al doctor Ignacio Carrillo Prieto, fiscal especial para los crímenes políticos del pasado, en que explicaba: "Vino a Guadalajara Mario Ramírez, ex miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre y funcionario de la Fiscalía Especial que tú encabezas, al acto celebratorio por la fundación de ese organismo criminal. Por tal motivo te presento mi renuncia irrevocable a la Comisión de Apoyo a esa Fiscalía donde, de cualquier manera, nada hago ni puedo hacer".
La objeción de González de Alba a los festejos en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre es de carácter ético: "Creo que una cosa es pedir que se haga justicia en los funcionarios que no se limitaron a aplicar la ley al detener a hombres y mujeres que secuestraban, robaban y asesinaban, pero merecían, como todo el mundo, un juicio y una sentencia, y otra, muy distinta, convertir en héroes a los guerrilleros de ayer y comenzar conmemoraciones que tendrán lugar por todo el País".
González de Alba añade: "La persecución contra ellos cesó con la amnistía que Jesús Reyes Heroles ofreció desde la Secretaría de Gobernación y ahora se le regatean méritos por un llamado Comité 68 al que no pertenezco. Para concluir: es moralmente inadmisible que quienes entonces delinquieron en diversos grados sean ahora jueces los vivos y héroes los muertos".
No es ésta la primera vez que González de Alba hace gala de independencia ante los dogmas de los "políticamente correctos". Pero en este caso su posición es especialmente relevante. De otra manera corremos el riesgo de erigir en ejemplos a quienes no fueron sino delincuentes -y hoy viven del presupuesto gubernamental- y a perseguir en cambio a quienes, como Reyes Heroles, ayudaron a transformar positivamente a nuestro país.
Si bien el tiempo tiende a borrar las heridas, los mexicanos no podemos olvidar qué fue la Liga Comunista 23 de Septiembre. Justificándose en un barniz ideológico, este grupo se dedicaba a secuestrar y matar. En 1973 asesinó a don Eugenio Garza Sada, entonces el empresario más rico del país. Se le atribuye también el secuestro y asesinato en 1978 de Hugo César Margáin Charles, director del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, cuyo pecado era ser hijo del ex Secretario de Hacienda Hugo B. Margáin.
Lo curioso del caso es que mientras los políticos herederos de estos grupos criminales buscan que la sociedad acepte el dogma de que los secuestradores y asesinos de antes no eran más que héroes, buscan manchar la memoria de quienes permitieron la construcción de un México de libertades. No hay absolutamente ningún indicio de que don Jesús Reyes Heroles, quien fue Secretario de Gobernación de 1976 a 1979, haya realizado ningún acto de persecución injusta.
En cambio sí es reconocido su trabajo a favor de la liberalización del régimen autoritario, de la legalización de organizaciones anteriormente proscritas como el Partido Comunista y del impulso de la reforma política de 1977. El esfuerzo para cerrarle el ingreso a la Rotonda de las Personas Ilustres, en compañía de otros personajes señeros de nuestra historia como Manuel Gómez Morín y Heberto Castillo, es particularmente ruin.
Es muy importante que la sociedad conozca exactamente lo que ocurrió en los años 60 y 70 cuando un régimen autoritario restringió libertades y violó derechos humanos. Pero no permitamos que la historia sea manipulada, porque al final, como lo señalaba Jorge Santayana, no conseguiremos sino repetir sus abusos.
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