Al Director y los lectores
columna: «la ciencia y la calle»
En noviembre [octubre] de 1997 fui despedido del diario La Jornada por publicar un artículo que el jefe de sección y el director editorial habían aprobado. Estuvo sobre el escritorio de la directora tres días antes, pero no lo leyó. Al mediodía del lunes en que apareció, recibí una llamada del jefe de sección, Javier Flores, quien me informó, con voz en la que se percibía resistencia, que por orden de Carmen Lira estaba fuera del periódico. Me reí y lo tranquilicé: no era posible, el artículo había sido previamente leído y aprobado, además yo era fundador y copropietario del diario.
Insistió en que era verdad: "Monsiváis llamó a Carmen, furioso, a las ocho de la mañana, y le exigió: o Luis o yo; y te informo de la decisión tomada por la directora", fueron las palabras de Javier, quien poco después renunciaría a su puesto ante el aviso de que la sección, la de ciencia, sería cancelada indefinidamente mientras un equipo la reestructuraba. Todos sabíamos que la razón era falsa y se trataba, simplemente, de ocultar el hueco que dejaría mi sección, La ciencia en la calle.
En Guadalajara, un nuevo diario, Público, ya recibía mi columna. Ante el conflicto suscitado, pregunté si me seguirían publicando y respondieron que no sólo iban a hacerlo, sino que esperaban que terminara la serie iniciada con la columna por la que salía de La Jornada.
Varias publicaciones me abrieron sus puertas en la ciudad de México. Opté por La Crónica porque era un diario nuevo en donde participaban viejos amigos como Paco Báez, que fue quien me hizo el ofrecimiento, y a quien conozco desde los tiempos en que andábamos haciendo sindicatos y partidos políticos. Encontré que, además, aquí estaba Julián Andrade Jardí, hijo de Andrade Graessler, mi abogado defensor de 1968 a 71. A Julián lo conocía de otras publicaciones. De Pablo Hiriart, el director y, según se me dijo entonces, dueño del periódico, tenía la mejor opinión. En 1998 comencé a colaborar.
Luego el diario de Guadalajara pasó a ser parte del grupo Milenio y recibí invitación a escribir para esos diarios. Me negué por lealtad a los amigos que me habían recibido en La Crónica. Pero también me recibió Público y las renuncias de Pablo Hiriart, Paco Báez y Julián Andrade me dejan sin argumentos. Por tal motivo, he decidido dejar de colaborar en La Crónica.
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