La entropía de las naciones

publicado en la revista «Nexos»
# 434, febrero de 2014

 

En el siglo XVIII el inglés Adam Smith escribió una obra clásica de la economía: The Wealth of Nations, La riqueza de las naciones, que por supuesto no he leído y no pienso leer. Pero el fenómeno de la entropía es uno de esos pozos filosóficos abiertos por la física en el que resulta fascinante una sumergida. Entropía, del griego transformación, giro, se usa como medida del desorden de un sistema. Es, por lo mismo, el reverso de la información. Por eso me atrajo el título “The entropy of nations”, del Joint Quantum Institute (JQI), operado por la Universidad de Maryland, Estados Unidos. Los resultados los publica en línea el journal Entropy.

Victor Yakovenko, del JQI, “estudia el paralelismo entre las naciones y las moléculas”. El libro de Smith, La riqueza de las naciones, publicado en 1776, es uno de los primeros estudios formales de economía, al arranque de la revolución industrial y la producción masiva que haría la riqueza de Inglaterra con mayor celeridad que el asalto a los galeones españoles salidos de Veracruz. Se le ha comparado, respecto de la economía, con los Principia Mathematica de Newton para la física o On the Origin of Species para la biología. ¿Será?

El libro de Smith, comienza la nota, “ofreció una metáfora para trabajar la forma en que la sociedad utiliza sus recursos. Sostiene que aun cuando los individuos buscan la máxima ganancia, de forma inadvertida contribuyen —como si estuvieran bajo la influencia de una ‘mano invisible’— a aumentar la cantidad de riqueza. Bien, si Smith fuera un físico y viviera en este siglo XXI podría estar tentado a comparar la población o las naciones con moléculas y reemplazar la frase ‘hidden hand’, mano oculta, por ‘proceso termodinámico’ ”.

Nueva definición necesaria: Termodinámica, del griego “fuerza del calor”. Puso las bases de la revolución industrial que consistió, precisamente, en emplear la fuerza del calor para producir vapor que moviera pistones que impulsaran telares, barcos y trenes para empezar. La máquina de vapor de Watt se emplearía luego en toda la producción, de martillos de vapor en minas a lavanderías públicas. En secundaria nos enseñaban, antes de que la CNTE desechara ese estudio por inútil para plantones y bloqueos, la ley de Boyle y Mariotte, que relaciona temperatura, volumen y presión de un gas. O por qué las calderas mueven máquinas calentando agua.

El siglo XIX nos dio el estudio matemático de la termodinámica. Primera ley: “La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”. De ahí derivó un problema: toda máquina parecía tener límites en su eficiencia para emplear energía. Segunda ley: En toda máquina habrá una pérdida de energía. El ingeniero militar francés Nicolas Léonard Sadi Carnot demostró que un motor siempre pierde energía por fricción que se disipa en forma de calor. De ahí que se le llame “padre de la termodinámica”. Ignoro por qué tenga calle en el DF, allá por el Monumento a la Madre, lugar con frecuencia lleno de encuerados que protestan contra la belleza humana.

En 1850, de estos elementos derivó Rudolf Clausius su concepto de entropía: el desorden de un sistema aumenta y hay procesos irreversibles cuando van del orden al desorden: una casa, un papel, un alambre están siempre en proceso de mayor desorden y siguen un sentido: nunca veremos los trozos de un florero levantarse del suelo, recomponerse sobre la mesa de la que cayó, que el agua suba y las flores se reacomoden. Roto, el florero tiene mayor entropía. No recupera la información anterior. ¿Qué detiene la flecha de la entropía? La vida: es un proceso de información creciente: la de un óvulo fecundado se multiplica por miles de millones en un joven de 20 años. La formalización matemática de la entropía la hizo Ludwig Boltzmann.

James Clerk Maxwell hace una observación notable: que la entropía depende del observador: existe para seres moderadamente inteligentes. Donde un perro ve signos en desorden, nosotros leemos el Génesis. Pero donde sólo encontramos desorden puede haber un orden implicado que un ser más inteligente podría descifrar. ¿Por ejemplo?: las fracciones de p después de las conocidas 3.14159… Alinee (acento tónico en la primera e como maree, golpee) las fracciones de pi de la número 80 a la 95 y a ver quién reconoce un orden… y lo hay muy claro. Orden o desorden, información o entropía también están en el ojo del espectador. El físico Wojciech Zurek, en el famoso Los Alamos National Laboratory, propone que la información es uno de los ingredientes del universo, con el espacio-tiempo y la energía. Lo plantea en su manifiesto: “Complejidad, entropía y la física de la información”. La información, y por consiguiente la entropía, no serían conceptos, sino tan reales como la energía… Ups.

El estudio de Yakovenko y su equipo compara la distribución de las energías entre moléculas de un gas y la distribución per cápita del consumo de energía entre las naciones. Con datos de 1980 a 2010 obtenidos de más de 200 países, incluido Estados Unidos, el equipo comparó la progresión por décadas hacia un estado de máxima entropía en la distribución de energía. “La entropía no es sólo sinónimo de desorden, es más bien una medida de todas las diversas vías en que un sistema puede existir”, aclara el equipo… Lo cual suena cuántico…

Un ejemplo clarificador: Si se deben repartir 100 dólares entre 10 personas, la total igualdad dictaría que cada una debe recibir 10 dólares. La máxima desigualdad sería que una sola persona recibiera los 100. Estadísticamente, ambos casos son de rara aparición.

Las curvas con los consumos de energía per cápita mundiales mostraron, como era de esperar, en lo alto de la curva un mayor consumo de Estados Unidos, Rusia, Francia y el Reino Unido. Las posiciones en la pendiente inferior de la curva incluyeron a Brasil e India. “El movimiento de China hacia arriba de la curva es el cambio más notorio en los últimos 40 años”.

La desigualdad entre los que tienen y los que no tienen se caracteriza en economía por un factor llamado “coeficiente de Gini”, por el sociólogo italiano Corrado Gini. El equipo calculó ese coeficiente a lo largo del tiempo y mostró que la desigualdad ha disminuido de año en año (lo cual muchos observamos sin curvas de Lorenz y otras herramientas de Gini, pero se niega de forma doctrinaria: nunca habíamos estado peor).

En palabras simples y sin áreas entre la curva de Lorenz y la diagonal que… etcétera, “la desigualdad en el consumo de energía entre las naciones ha estado cayendo. Muchos economistas atribuyen ese desarrollo a la creciente globalización del comercio”. Si algo faltara para mostrar “la naturaleza termodinámica en el flujo de comodidades (commodities, que exigen mayor empleo de energía), un estudio reciente hecho por Branko Milanovich, del Banco Mundial (chin, ya me descubrieron), presenta una curva de Gini muy similar a la curva del Joint Quantum Institute. Sin embargo, el BM estaba haciendo gráficas de la reducción de la desigualdad global en el ingreso rastreando otro parámetro, el llamado poder de paridad de compra entre las naciones”.

Entonces, ¿así como en termodinámica algunas moléculas son “ricas” en alta energía y otras son “pobres” o de escasa energía, “¿están algunas naciones destinadas a ser ricas y otras a ser pobres?”. Yakovenko cree que una obvia forma de alterar ese destino vendrá con el desarrollo de fuentes de energía renovables.

Las gráficas basadas en datos de los últimos 40 años consideran un mundo con yacimientos finitos de energías fósiles (petróleo, carbón, gas), si el mundo cambia sus métodos de producir energía, no se aplicarán las probabilidades calculadas con base en yacimientos de combustibles fósiles, “y la desigualdad puede ser reducida aún más. Después de todo, el sol brilla gruesamente igual sobre cualquiera”.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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