Que un empresario gane al mes un millón y medio de pesos es indicio de que acertó a dar con un nicho de consumo, y presenta calidad y precios competitivos con empresas exitosas; la economía del país tiene una derrama de riqueza nueva, un motor de empleos directos y de proveedores que tienen otros proveedores. En esa red, Hacienda controla una fuente de impuestos: una popular marca de ropa, una agroindustria productora de hortalizas, una fábrica de partes para autos, computadoras y televisores. La ley debe vigilar salarios y prestaciones de los trabajadores. Es deseable el intangible de un trato cálido y honesto. Gana mucho. Sí. Y es parte del crecimiento económico y del presupuesto de egresos de la Federación, de su estado y su municipio. ¿Alguna objeción?

Pero los mexicanos llevamos años quejándonos de los monstruosos salarios que los políticos se asignan. Los legisladores ganan por mes un mínimo de medio millón de pesos y hasta 2 millones porque suman sus honorarios, los de comisiones en las que participan, un tanto más para "asesores", chofer, auto, gasolina, notas de comilonas, boletos de avión, viáticos y hoteles. Deberíamos convencernos de que la quejumbre es inútil y optar por otras medidas. Directas.

Es una desvergüenza. La mezquindad del ex presidente de la Suprema Corte, ese ruin Góngora Pimentel, y los cubetazos en el PAN, nos permiten un asomo leve al río de impuestos que roban a la salud, la educación, las carreteras, los aeropuertos, la infraestructura del país.

Que Ernesto Cordero nos haga pagar a los contribuyentes su champú contra la caída del cabello, un ron y unos chicles, orquídeas de 1,800 pesos, y condones, es lo de menos, aunque haga ruido. Según SDPnoticias: "Con recursos públicos, Ernesto Cordero, como coordinador de la bancada de Acción Nacional en el Senado, compró, en ocho meses, artículos de uso personal, obsequios y regalos con un costo mayor a los 98 mil pesos". No es importante por la cantidad, sino porque da indicio de nuestra banalización del mal, para malcitar a Hanna Arendt: ya nos parece normal.

Pero no es Cordero ni el PAN: son todos los partidos, aunque ahora los datos abunden por el pleito interno y público en uno. Sumemos los cargos que acumulan y las notas que nos hacen pagar la senadora Dolores de Bejarano; el coordinador de los diputados del PT, Alberto Anaya; el priista y luego perredista y ahora en el Movimiento Ciudadano, Ricardo Monreal; los coordinadores de fracciones del PRI en una y otra cámara, el Niño Verde. Calcule salarios mensuales, pagos añadidos por cada comisión, los extra como coordinadores parlamentarios: ¿cuánto le pagamos a Monreal y a cada legislador al mes?

Y estamos hablando de gasto corriente, de sus "quincenas". El gasto en campañas alcanza números difíciles de escribir e imaginar: El costo (oficial) en las campañas políticas fue de, tome aire: dos mil seiscientos cuatro millones, novecientos veinticuatro mil seiscientos noventa y dos pesos con treinta y dos centavos ($2,604,924,692.32) (...) El informe ratifica lo dicho en su primera versión: que el candidato presidencial que más gastó fue Andrés Manuel López Obrador. Reforma. 20 de junio.

Estamos ante un muro: les pedimos que se reduzcan salarios a quienes los gozan. La norma por la que nadie en la administración pública puede ganar más que el Presidente de la República la saltan los legisladores desglosando las partidas: ninguna superior a lo que pagamos al Presidente, varias veces mayor en bloque. Y no estamos hablando de los rateros, los gobernadores que vacían las arcas al salir corriendo. Sino de pagos legales.

Mejor nos echamos a la calle como en Brasil y Turquía. Es que ya basta.

¿Y el asesinato de GONZALO RIVAS, quemado vivo por los normalistas que incendiaron a propósito la gasolinera donde trabajaba?

la talacha fue realizada por: eltemibledani