Depresión post-'ladies'

publicado el 03 de junio de 2013 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

¿Por qué no quiero escribir sobre la LadySenadora?, la del oso en el aeropuerto cuando le dijeron que el vuelo estaba cerrado, me pregunté. Sí ya subí el video a mi FB, lo envié urbi et orbi con comentarios. En las muchas notas al respecto, no he leído mención alguna al peor momento: cuando la señora al lado de la senadora, no se sabe si acompañante o clienta enojada, lanza una sonora mentada de madre contra la línea aérea y luego dirige a la empleada, estoica ante al baño de insultos, burlas y acoso, un racista: "En Tipito (Tepito con acento extranjero) istudiaste, pinchi iscuincla", referencia de la señora güera a la empleada prieta.

Es que ya estamos todos saturados: el hermano de la senadora infla nóminas para que los empleados le regresen la parte inflada y destinarla a "los gastos de Andrés Manuel... nomás el camión con la gente de Cozumel cuesta 40 mil pesos... Y súmale, que el refresco, que la galletita..." que el cinismo. Y la senadora faltista dormida en su curul cuando va... Y la espera del próximo caso. Es deprimente porque no son hechos aislados, es el país. ¿Qué hicimos, sobre todo desde la generación del 68, para construir un país con momentos tan abominables? Donde es natural ser gritona porque soy senadora... Un país de frases huecas: la tribuna más alta de la nación, representante del pueblo... ¡Ya empezó, ya empezó el acoso contra el PRD!, clama la misma senadora por una multa de tránsito e insulta a la joven policía por llevar un arma larga (que en todo momento apunta al suelo).

Pero los políticos no nos caen de Marte, son mexicanos comunes a los que damos poder, o les da poder su partido cuando no ganan elecciones, como es el caso de legisladores plurinominales, nombrados a dedo por su partido. ¿No se iban a eliminar 100 diputados de este tipo?

Si queremos ver prepotencia mexicana en gente común, tratemos de pasar, con luz verde, un paseo ciclista que no se detiene ante su luz roja. Lo repito: comí con amigos que vinieron a la FIL y al pedir mi coche me lo pusieron sobre la banqueta. Saqué 20 centímetros a una avenida ancha, de tres carriles para cada sentido del tránsito y arbolado camellón verde. Vi dos ciclistas a unos 100 metros, podía salir sin hacerlos frenar, pero decidí cederles el paso. No vi la masa de centenares que venían después. Esperé a que pasaran. Pero nunca he recibido más estruendosa rechifla a mentadas de madre por los centímetros de maligno auto que a nadie estorbaban porque nadie iba por el carril de baja. Luego supe del maestro que, con más de 70 años, vio la luz verde para peatones y creyó que podía cruzar aunque viniera una masa ciclista. No se detuvieron ante su luz en rojo, uno lo atropelló y cayeron ambos. Una turba de solidarios lo pateó en el suelo al grito de: ¿Por qué agrede a nuestro compañero? Molido y con los lentes rotos, se levantó como pudo, ante miradas de furia por su atrevimiento: cruzar con luz verde.

Ya me explicaron que no obedecen las luces rojas porque deben conservar el bloque de ciclistas como única forma de ser respetados. Falso. Más los respetaríamos si, cuando se nos pone la luz verde, nos dejaran pasar a malignos coches y a agresivos peatones.

No son políticos. Pero allí está la misma prepotencia: paren el avión, el semáforo no es para mí, quiero la mesa que otras personas llevan rato esperando. Genaro Góngora, ex presidente de la Suprema Corte, respetadísimo por el Chávez de Macuspana, tiene en la cárcel a la madre de sus dos hijos, menores de edad y autistas, acusada de fraude porque se atrevió a pedirle una pensión por alimentos mayor a los dos kilos de carne de pollo y el kilo de frijoles que el jurista calculó. ¿Y el fraude? Le dio dos millones y medio para comprarles una casa y la puso a nombre de ella. ¿Por qué no la compró él a nombre de los menores? Y eso no configura fraude, lo sabemos sin ser ministros de la SCJN.

La productividad del trabajador mexicano se ha derrumbado en los últimos 40 años. La escuela produce jóvenes que no entienden lo que leen, son incapaces de sumar y restar. Con incendios y asaltos, las normales exigen plaza automática vitalicia y los maestros se otorgan el derecho a vender, rentar o heredar su plaza.

¿Qué hicimos?

¿Y el asesinato de Gonzalo Rivas, quemado vivo por los normalistas que incendiaron a propósito la gasolinera donde trabajaba?

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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