Y ahora no hubo "Todos somos Gonzalo Rivas"
columna: «la calle»
Resulta escalofriante la indiferencia social, de todo México, ante un empleado de gasolinera que fue bañado en gasolina ardiendo cuando jóvenes normalistas rurales que exigen plaza automática al terminar sus "estudios", incendiaron una gasolinera como parte de su protesta porque papá gobierno no les asegura plaza vitalicia al concluir sus pocos y malos estudios.
Cuando los indignados por no recibir empleo automático al término de su carrera rociaron de gasolina una bomba despachadora y le prendieron fuego, Gonzalo Rivas trató de hacer un trabajo que exige Protección Civil y cuyo incumplimiento tipifica el delito de negligencia: es obligación legal al menos hacer el intento de apagar el fuego con los extinguidores que para eso están en todo lugar público y con mayor razón en una gasolinera.
En lugares públicos, la autoridad municipal exige que los empleados cumplan un protocolo llamado, precisamente, de Protección Civil: deben aprender que jamás, por ningún motivo y ni "por un ratito mientras barro" pueden obstruir una puerta de emergencia. Deben saber cómo desalojar el lugar en caso de temblor. Los extinguidores deben estar no sólo a la altura de la mirada y con una gran flecha roja y aviso, además de con carga completa, sino haber sido usados por todos y cada uno de los empleados en simulacros con un poco de periódico encendido. Cuando estalla un incendio, no es el momento de ponerse a leer la etiqueta detrás del extinguidor: "Instrucciones: Vea la parte superior del extinguidor, saque la argolla roja a la derecha que está cruzada en el pivote verde, compruebe que... etc."
Como las ladies de Polanco, los normalistas de Ayo-tzi-na-pa, al parecer piensan que es un "pinche asalariado". Y como tal no merece atención. Pero lo mismo parece sentir todo México. El Sol de Chilpancingo da cuenta: "Se le harán varias cirugías para restaurarle las quemaduras que sufrió en distintas partes del cuerpo". Los normalistas y sus secuaces de lo que llaman izquierda exigen con grandes voces justicia por los dos estudiantes muertos. Hacen bien: se deben precisar responsabilidades en las policías participantes. Pero ellos y México entero muestran completa frialdad ante otro delito abominable.
También se deben precisar las demandas de los normalistas que bloquearon la autopista del Sol y produjeron el incendio. Veamos: se inscribieron en un sistema escolar que se denomina de Normales Rurales. Como su nombre lo indica, preparan (digo... algún verbo debe emplearse para eso) maestros rurales para escuelas rurales. Pero la exigencia fundamental de la protesta no es sólo tener empleo asegurado al terminar la carrera (demanda que podría hacer suya toda la juventud mexicana), sino, además, no en una mugrosilla escuela rural, sino en la ciudad que el recién egresado maestro prefiera.
Un lector de Carlos Marín (anónimo para cuidar su vida) denuncia: "Muchos habitantes de Guerrero desaprobamos que las manifestaciones se ‘arreglen’ a balazos, pero ya tampoco aguantamos los ayotzinapazos, que son unos verdaderos vándalos. Durante muchos años han cerrado la caseta (de cobro) y amenazan con moler a palos los vehículos de quienes quieren pasar, si no les dan de 50 a 100 pesos (...) Se les mantiene, se les da casa, comida, estudios y pretenden plazas... ¡pero en zonas urbanas!"
MILENIO de este 24 de diciembre ofrece otro ángulo... y el mismo: Un grupo de hombres armados incendiaron con gasolina y diésel dos autobuses de pasajeros de la línea Acabus. Son choferes que pelean rutas. Hasta el corresponsal de MILENIO resbala: nos dice los nombres de los condominios entre los que incendiaron los autobuses, pero no dónde carajos están: ¿en Acapulco, Chilpancingo, Ayutla, Zihuatanejo, Iguala? Decíamos que los truhanes Figueroa impedían la construcción de un tren rápido... ¿Y ahora?
Los hechos de sangre ocurren porque no se entrena a los cuerpos policiacos en protocolos equivalentes al mencionado de Protección Civil: qué hacer y qué no, cuándo sí y cuándo no. Dicho con toda sinceridad doy por hecho que son policías ignorantes, mal pagados, mal equipados a quienes se deja actuar por la libre y así lo mismo disparan cuando no deben que dejan ir al delincuente armado que les dispara. Lo que produce consternación es que una atrocidad como la de un hombre bañado en llamas no cause ya indignación alguna en el México de los indignados.
De cómo una bellísima jovencita hace todo por destruir su vida, y casi lo consigue: Olga (Planeta, 2010).
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