La prohibición es la causa

publicado el 04 de julio de 2011 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Los análisis estadísticos que Eduardo Guerrero y José Merino publicaron en Nexos de junio son irrebatibles: los operativos que el Ejército y la Marina realizan en las zonas donde el narcotráfico domina concluyen, cuando tienen éxito, en la detención o muerte en enfrentamientos armados de grandes capos de la droga. Eso produce luchas internas por el poder vacante. Los cárteles se subdividen, y con eso la violencia crece por dos vías: una es la disputa a balazos por el control de la zona, y otra peor: las bandas menores no tienen capacidad para pelear el mercado de drogas y su botín más cómodo es la población desprotegida por la mala calidad y la corrupción de las policías locales.

Es hora de preguntarnos: ¿qué nos causa mayor alarma: el consumo de droga o los delitos contra la seguridad de las personas, como son el asalto, secuestro, asesinato, cobro por protección y por derecho de paso? Guerrero señala: "A la fragmentación de organizaciones criminales ha seguido un proceso de dispersión —y consecuente expansión— geográfica de la violencia", hemos pasado "del crimen organizado al crimen desorganizado". Y las secuelas son: por cada 100 mil habitantes, de 2007 a 2010 "el robo a instituciones bancarias creció un 90 por ciento, la extorsión un 100 y los secuestros un 188 por ciento".

Ante ese panorama, retirar las fuerzas militares sería entregar a la población en manos del crimen. No se podrá hacer sin policías locales preparadas y honestas. Pero no podemos esperar, señaló con acierto el presidente Calderón. Y ya Hillary Clinton no olvidó señalar que ellos venden armas, pero nosotros las dejamos entrar. Hay otra vía: la corrupción de las fuerzas públicas que deben perseguir el narcotráfico tiene un componente imprescindible: la prohibición. Deroguémosla ya.

La prohibición corrompe porque no hay un denunciante en el caso de las drogas. Los demás delitos dejan rastros hasta si no hay denuncia: hay un cadáver, un herido, una persona desaparecida. Los policías encargados de investigar estos delitos corren riesgo al aceptar sobornos porque hay interesados en el seguimiento. Pero la corrupción queda impune cuando se trata de narcotráfico porque no hay denuncia. Ningún usuario de drogas presenta queja ante el MP por la mala calidad del producto ni, menos aún, por la existencia de puntos de venta.

Tampoco hay quejas de terceros. No he leído ningún reporte de un choque donde perece una familia porque un conductor marihuano va a exceso de velocidad y pasándose altos. Más bien se ponen lentos y con mirada de "peace and love, brother". He leído infinidad, incontables notas rojas en las que el accidente y la pérdida de vidas se deben a un conductor borracho. La última, en Guadalajara, una conductora de 24 años que causó cuatro choques y la muerte de un joven taxista, en escasos minutos. Sobre las drogas prohibidas no puede legislarse precisamente porque están prohibidas.

La despenalización de la droga ya es clamor mundial encabezado por una comisión de la propia ONU. "La guerra contra las drogas ha sido, sin duda, la política social más devastadora y disfuncional desde la esclavitud" (Norm Stamper, ex jefe de la policía de Seattle). El hallazgo es de Leo Zuckermann (Excélsior, 17 de junio) al revisar el sitio de la Law Enforcement Against Prohibition, LEAP).

Y aún mejor: "Me duele saber que hay una solución para prevenir esta tragedia y que no se hace nada por ignorancia, terquedad, miedo sin fundamento y codicia" (Neill Franklin, comandante retirado de narcóticos de la policía del estado de Maryland y Baltimore). Ídem.

En "El mito de la diversificación criminal", López Aranda señala que los grandes cárteles tienen pocos incentivos para diversificar su actividad a líneas de negocio intensivas en mano de obra, altamente riesgosas y con márgenes estrechos de utilidad si se comparan con las ganancias desmesuradas en la exportación de droga a EU": www.animalpolitico.com (citado por E. Guerrero, Nexos de junio).

La solución de Epaminondas

Los hombres a los 20 años o cogemos o nos la jalamos. Si los púdicos dirigentes del futbol mexicano ven mal que la Selección invite a unas muchachas, pueden hacer lo que el general Epaminondas con su ejército griego en el siglo IV a.C.: parejas de amantes que, espalda contra espalda eran un solo hombre de cuatro brazos, el amor y la furia los volvía imbatibles. De ahí su nombre: el Batallón Sagrado. Digo…

De cómo los ricos lo vuelven a ser después de la Revolución, Olga (Planeta, 2010).

 

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