Ciencia hay una

publicado el 17 de abril de 2011 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Tenía para hoy un par de notas sobre materia oscura, eso que llena más del 80 por ciento del universo. Pero mis vecinos, testigos de Jehová, se fueron de vacaciones y dejaron atado a su portal un perro, para colmo ajeno, que lleva ladrando y ladrando y ladrando 48 horas, como en un poema de Billy Collins que acabo de traducir y se titula: Otras razones de por qué no tengo pistola en casa. Así que, con la pena, no puedo concentrarme en nada que no sea mi obsesión con los griegos fundadores de la ciencia. Juro que no hice copy-paste, pero el tema ya lo he tratado, y quizá mejor. Va.

Una afirmación mía suena como cañonazo en estos tiempos: la ciencia nació una vez y una sola en la historia de la humanidad y comenzó en la Jonia griega, hoy ocupada por Turquía y es su costa al Egeo. Bien, depende siempre de la definición que tengamos del término ciencia. Detesto el relativismo cultural que predica la igualdad de todas las culturas y por lo mismo la validez de todas las "ciencias" y "filosofías".

Esta moda sostiene que la ciencia es una más de tantas aproximaciones a la realidad, una ideología. Parecen comparar el Taj-Mahal con una choza de varas. Elijo modelo no-europeo porque tampoco está bien el eurocentrismo, y ésa es la acusación inmediata al decir que la ciencia nació en Jonia (que hoy no está en Europa).

Definir "ciencia" no es asunto de opinión, ni es verdad la simpleza de que tan válida es una opinión como su opuesta. Una definición amplia sería: es la búsqueda de explicaciones a los fenómenos naturales sin recurrir más que a la naturaleza misma: sus regularidades, sus leyes, sus matemáticas.

Eso nació en Jonia 600 años antes de Cristo: por primera ocasión los hombres se propusieron explicar la naturaleza sin recurrir a espíritus, dioses o fuerzas sobrenaturales.

Los intentos fueron equivocados, pero coincidieron en buscar la explicación dentro de la naturaleza. Ahora es fácil aceptar que los dioses son, todos y sin excepción, hechura de sus pueblos. Pero fue Xenófanes quien sintetizó eso en un ejemplo deslumbrante: "... Si los bueyes tuvieran manos, y las tuvieran los caballos y los leones para poder dibujar como los hombres, los caballos dibujarían a los dioses como caballos y los bueyes como bueyes..."

Es un vislumbre genial. Arthur Koestler llama "la fiebre jónica" a ese inicio. Hoy Mileto está en Turquía. Los turcos, nómadas del Asia Central, en territorios árabes se convirtieron al islam y hacia el siglo XII, en plena Edad Media europea, eran una potencia que amenazaba los restos del Imperio Romano, su extremo oriental ahora conocido como Imperio Bizantino, cuya capital, Constantinopla (Konstantinu polis: la ciudad de Constantino, pero los españoles siempre oyen mal), es ahora el Estambul turco.

Tales de Mileto, nacido en el 625 antes de Cristo, calculó el eclipse solar del año 585, en Egipto descubrió un método para medir la altura de una pirámide a partir de su sombra, y dio inicio a la geometría. Tales propone el agua como esencia del Cosmos. Hoy sabemos que ni siquiera es un elemento, está compuesta de oxígeno e hidrógeno. Pero es una explicación natural.

Anaximandro, también de Mileto, planteó un principio más abstracto, pero no religioso, al que llamó arjí, que significa principio. Adelantándose veinticinco siglos a Darwin, sostuvo que, visto que los humanos no se pueden alimentar por sí mismos en la infancia, debían provenir de otros animales menos dependientes. Genial!

En la isla de Samos, frente a Mileto, Pitágoras acuñó palabras aún empleadas en ciencia: cosmos y filosofía. Las números eran la realidad perfecta y el mundo observable la imperfecta, idea que retomaría Platón. Su mayor crisis filosófica fue descubrir que la raíz cuadrada de 2 no podía expresarse como razón de dos números enteros: ½, ¾ ... Hicieron lo que luego perfeccionaría Stalin: lo ocultaron y sentenciaron a muerte a quien divulgara el secreto.

Los pitagóricos propusieron que la Tierra era redonda, y así pusieron las bases para que Aristarco, tres siglos después, explicara los movimientos planetarios con un sistema heliocéntrico. La lectura de Aristarco germinó en Galileo y Kepler, dos mil años después, en el actual sistema heliocéntrico.

Borges y el multiverso

El relato que más me gusta de Borges es El jardín de senderos que se bifurcan. Una maravilla, no sólo de prosa, sino de intuición. Como aquí hemos tratado el horripilante asunto del multi-universo, o multiverso, pongo la versión de Borges:

"En la obra de Ts’ui Pen, todos los desenlaces ocurren: cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones. Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen: por ejemplo, usted llega a esta casa, pero en uno de los pasados posibles usted es mi enemigo, en otro mi amigo [...] Me pareció que el húmedo jardín que rodeaba la casa estaba saturado hasta lo infinito de invisibles personas..."

Un breve recuento con mil años de filosofía griega hasta Hypatia, en el capítulo 10 de Maravillas y misterios de la física cuántica, Cal y Arena, 2010.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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