Antes de la vida

publicado el 27 de marzo de 2011 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

El mexicano Antonio Lazcano (perdón por la inevitable rima), biólogo de la UNAM y experto en origen de la vida, preparaba con Jeffrey Bada una serie de conferencias en Texas acerca de los procesos que se denominan prebióticos: básicos para la aparición de la vida, cuando una diapositiva llamó la atención de Bada: "¿De dónde vino eso?", le preguntó. "Stanley me lo dio", respondió Lazcano... Con estos datos de hace un par de años, y ya tratados en esta columna, comienza Time su reportaje acerca de nuevos hallazgos.

El Stanley mencionado era Stanley Miller, a quien se deben los primeros experimentos diseñados para resolver la pregunta básica en origen de la vida: ¿cómo la materia inerte dio origen a las primeras células? Respondido eso, que no lo está, luego es fácil: selección natural, competencia, mutación, mezclas de genes explican a los seres vivos, desde bacterias y humanos hasta palmeras y hongos. El experimento realizado en 1953 por Miller demostró que era posible producir compuestos orgánicos con esa simulación de las condiciones primitivas. Bada fue su alumno.

Hace algunos años, en mis tiempos de la UNAM, me dijo Lazcano que se dedicaba a investigar origen de la vida. "Ah", dije, "eres de los que echan agua en un garrafón, luego unas sales y meten un cable eléctrico para darle toques a la sopa..." Se quedó mudo un instante y respondió: "Pues muy sucintamente... algo así..." Era lo que yo sabía de los experimentos de Stanley Miller, muerto en 2007 y cuyos equipos de laboratorio siguen dando sorpresas ante nuevos análisis. En 2008, Lazcano, Bada y otros corrieron de nuevo los experimentos de Miller. Publicaron sus resultados en Science.

Las muestras conservadas de los experimentos de Miller son de importancia literalmente vital porque contienen aminoácidos, los ladrillos para construir proteínas, que son las paredes básicas de los seres vivos.

"Un segundo artículo que amplía los resultados de entones aparece en los Proceedings of the National Academy of Sciences. Ambos estudios son de gran importancia porque se basan en una imagen más realista de las condiciones en la Tierra primitiva". El aspecto más importante es una revisión a la idea de Darwin de que la vida pudo comenzar en algún pequeño charco tibio. Fue al parecer un parto más ruidoso: en los alrededores de volcanes en erupción.

La nota de la Universidad de California en San Diego destaca el hecho notable de que Miller repitiera cinco años después, en 1958, sus experimentos y guardara las muestras, "a las que jamás volvió en su vida". Los nuevos análisis de esas muestras plantean la hipótesis volcánica. Es frecuente que en las plumas de gases y lava arrojadas por los volcanes se produzcan descargas eléctricas y esa energía produzca una amplia gama de aminoácidos que luego, a su vez, se ensamblarán en proteínas. Algunos se han encontrado también en meteoritos, "esto apoya la hipótesis, ampliamente aceptada, de que procesos similares a los del laboratorio proporcionan un modelo de cómo la materia orgánica necesaria para el origen de la vida está ampliamente dispersa por el universo y por ende pudo proveer las semillas de vida extraterrestres en otras partes".

Miller no supo que en 1958 había producido aminoácidos ricos en azufre, dice Bada en la nota de la UCSD. Muchos científicos creen que los volcanes rodeados de agua en un planeta joven son oasis de materia prebiótica que se acumula en cantidades suficientes para ensamblarse, con la energía eléctrica que surge en las plumas volcánicas, en materiales cada vez más complejos.

Los nuevos análisis emplean técnicas que no conoció Miller y sugieren que compuestos orgánicos muy diversos existieron en la Tierra primitiva en abundancia que los científicos no habían sospechado.

Esto nos lleva a mostrar que no fue necesario ningún Gran Diseñador para que los elementos de la vida surgieran por el planeta entero sometido a una intensa actividad volcánica. Por supuesto, siempre podemos decir que el universo mismo está orientado a producir vida y ésta puede, con los millones de años, alcanzar la conciencia de sí misma y llamar a eso Dios. Pero es muy distinto a un dios personal que decide hacernos de tal manera que, para sobrevivir, debamos comernos unos a otros, aun los vegetarianos estrictos porque una lechuga y una papa también son seres vivos.

Mucho menos se puede seguir creyendo en ese señor que anda poniendo pruebitas a sus desgraciados hijos para, en caso de fallar, lo que sabe desde toda la Eternidad, mandarlos por siempre jamás a las torturas del infierno. El Gran Torturador no existe. Y el idiota que ahogó caballos, ardillas y perros porque se enojó con los humanos es de tal ridiculez como la historia de un viejo panzón que en una sola noche lleva regalos a todos los niños, excepto a los más pobres.

Repito: debería ser delito enseñar religión, cualquiera, antes de los doce años de edad.

Contacto: Robert Monroe o Mario Aguilera.

Mi novela con la Revolución mal librada: OLGA, (Planeta, 2010).

 



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