Predicar el infierno es un delito: abuso infantil

publicado el 22 de agosto de 2010 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Enseñar a niños sin uso completo de razón que la tortura es justificada, debe penarse como delito grave, equivalente a corrupción de menores y abuso infantil, ya sea que el abusador sea pariente, maestro o sacerdote del dios único, y único que sigue aplicando tortura eterna para castigo de niños puñeteros, niñas que faltan a misa dominical y mujeres que abortan. Un monstruo de celos, ira, venganza y pruebitas maliciosas para ver quién cae, un espantajo producto de la imaginación de un pueblo inculto e iletrado, simples pastores nómadas en territorio hostil, entre los grandes imperios de Egipto en el sur y Babilonia en el norte, esclavo de unos y luego esclavo de otros, y de ellos pepenó lo peor.

Al parecer, los pastores cananeos que luego se denominarían israelitas, oyeron en sus viajes la tesis del faraón Akén Atón, acerca de un solo dios y le atribuyeron todos los usos y costumbres del padre cananeo que exigía obediencia absoluta como único medio de sobrevivir al semidesierto y de que el niño no fuera devorado por los todavía existentes leones de la región. Nada más le dieron superpoderes a ese padre feroz.

Le atribuyen la creación del mundo. Pero en su "diseño inteligente" dejó escrito: Devoraos los unos a los otros: el león come gacela; el gato, ratones; el gavilán, palomas; con monstruosa sevicia creó avispas que paralizan a otro ser vivo, una oruga, para depositar huevos en su interior y que las recién nacidas coman oruga... viva. Hizo con refinada maldad predadores que se ceban sobre el animal más débil, el enfermo, viejo o muy joven. Si ya había inventado la fotosíntesis, por la que las plantas se alimentan de luz solar, la pudo disponer también para sus criaturas semovientes. Pero no: allí vemos a los encantadores leoncitos devorando una cebra aún viva y que alcanza a levantar la cabeza para mirar con horror sus tripas por el suelo. Y la delicia que es un costillar de cordero.

Este pueblo de pastores, a ratos nómada, luego sedentario, luego esclavo, inventó el cuento infantil de un castigo divino por el que ese Monstruo de Ira imaginario ahogó a todos los seres vivos, excepto al justo Noé con su familia y una pareja de cada animal. No se preocuparon, porque no los conocían, de resolver la forma en que Noé consiguió sus canguros de Australia, los osos polares del norte y los pingüinos del sur. Una idiotez que un niño de seis años puede observar. El Todopoderoso, por serlo, podía haber ordenado la muerte instantánea de todos los humanos, por pecadores irredentos y relapsos, sin hacer perecer perros, gatos, caballos, toros, faisanes, jilgueros, colibríes y cuanto hay, que ni la debían ni la temían, y olvidando, el Berrinchudo Eterno, que peces, delfines y gaviotas no se ahogan. Una gran estupidez.

Al parecer este pueblo nómada recogió, como todos los de la zona, un hecho real que los arqueólogos aún no descifran: hubo una gran inundación, narrada también por caldeos y otros pueblos. Pudo ser la ruptura del breve puente de tierra que separaba al Mediterráneo de una gran planicie llena de ciudades prósperas: lo que hoy es el Mar Negro. Pudo ser el hundimiento de la isla Thira. Algo hubo, eso es cierto. Pero un pueblo de pastores sin filosofía ni ciencia lo atribuyó a un Padre Aterrador que castigó a sus hijos... porque eso era lo que hacían esos padres.

He aquí el meollo del asunto: no pasaría de ser un cuento bobo como Blanca Nieves o La Cenicienta o La Atlántida de Platón, pero es todavía empleado por señores que usan faldas coloradas y encajes de señoras como método para inducir obediencia en el niño, y así, por medio del terror doblegarnos y que nos entreguemos a ellos (en todos sentidos, remember Marcial Maciel). La Iglesia nos abruma la infancia, abusa de nuestra falta de razón (de ahí su interés en recuperar la escuela primaria), nos convence de que la venganza, la tortura, el castigo físico son justos porque los emplea el Todopoderoso. Y eso es absolutamente ilegal en un país que ha erradicado la tortura como método para castigar el delito, ya no digamos para educar.

En consecuencia, como labor urgente, la Suprema Corte debe revisar la legalidad constitucional de enseñanzas que hacen de la tortura eterna, la hoguera, y el azufre las bases de la educación infantil en casa, en el sermón dominical y en la escuela a cargo de curitas y monjitas. El abuso infantil no ocurre nada más cuando le bajas los calzones al monaguillo, sino cuando llenas de terrores nocturnos a los niños y los convences de que la tortura es correcta puesto que la aplica el Altísimo.

EVA. Así como es muy probable que haya ocurrido una enorme inundación, también tenemos los humanos, todos los hoy vivos, una madre única: la "Eva mitocondrial" que vivió hace unos 200 mil años en al este de África. No coincide con el "Adán euroasiático" del que descendemos todos los hombres no africanos y vivió hace unos 70 mil años. Lo dejamos para la próxima.

Mi novela con la atracción entre un preso político (yo) y un preso común: Otros días, otros años (Planeta, 2008).

 



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