La pobreza afecta el cerebro

publicado el 07 de diciembre de 2008 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Por si faltara un buen motivo para combatir la pobreza que abruma a países como el nuestro, con decenas de millones de personas que no logran cubrir sus necesidades básicas, investigadores de la Universidad de California en Berkeley han mostrado que los electroencefalogramas (EEG) de niños de la misma edad difieren bajo la única variable del ingreso familiar.

El estudio, subido a la red por un servidor de Science, aparecerá en el Journal of Cognitive Neuroscience. Niños de entre 9 y 10 años, normales, distintos sólo en el estatus socioeconómico, presentan diferencias en la respuesta de sus cortezas prefrontales, nada menos que la parte del cerebro esencial en la solución de problemas y la creatividad.

Las funciones cerebrales se midieron con electroencefalógrafo: una red de electrodos colocados sobre el cráneo para medir desde el exterior la actividad eléctrica del cerebro.

Chicos de niveles socioeconómicos más bajos muestran patrones de fisiología cerebral similares a los de adultos que han sufrido daño en el lóbulo frontal. "Encontramos que los chicos tienen mayor probabilidad de mostrar una respuesta baja si vienen de un estrato socioeconómico bajo, aunque no todo el que es pobre muestra esa baja respuesta del lóbulo frontal", dice Robert Knight, director del Instituto Helen Wills para Neurociencia en Berkeley.

Estudios anteriores han mostrado una posible relación entre la función del lóbulo frontal y diferencias conductuales en niños de bajo y alto nivel socioeconómico. Pero "se realizaron sólo con medidas indirectas de la función cerebral y no pudieron separar los efectos de inteligencia, lenguaje y otros factores que tienden a asociarse con un bajo estatus socioeconómico. Nuestro estudio es el primero basado en medidas directas de la actividad cerebral en el que la complejidad de la tarea no es relevante", dice el principal autor del artículo, Mark Kishiyama.

Al coautor del artículo, Thomas Boyce, no le sorprenden los resultados: "Chicos que crecen en medios de escasos recursos tienen más problemas con los tipos de control conductual regulados por la corteza prefrontal. Pero el hecho de que veamos diferencias funcionales en la respuesta de dicha corteza en chicos de más bajo estatus socioeconómico es definitiva".

Boyce encabeza un programa de investigación que estudia las formas en que las desventajas durante el crecimiento cambian el desarrollo neural básico de los niños durante los primeros años de vida.

"Estamos ante el timbre de un despertador", dice Knight, "porque no es sólo que esos chicos sean pobres y con mayor probabilidad de tener problemas de salud, sino que podrían en realidad no estar logrando un desarrollo cerebral completo a causa del medio menos estimulante que se asocia al estatus socioeconómico bajo: más pocos libros, menos lecturas, menos juegos, menos visitas a museos".

Kishiyama, Knight y Boyce plantean que esas diferencias cerebrales podrían eliminarse con entrenamiento adecuado. Colaboran con neurocientíficos de la Universidad de California en Berkeley que emplean juegos para mejorar la función prefrontal y con ello la habilidad para el razonamiento en niños de edad escolar.

"No es una sentencia de por vida", enfatiza Knight. "Pensamos que con intervención adecuada y entrenamiento podrían mejorar tanto en índices conductuales como fisiológicos".

Una mitad de los niños para el estudio provenían de familias de bajos ingresos, la otra mitad de familias con ingresos altos. Los investigadores midieron la actividad cerebral durante el desempeño de una tarea sencilla. Así descubrieron notables diferencias en la respuesta de la corteza prefrontal de los niños. Los procedentes de medios socioeconómicos bajos mostraron una más baja respuesta a estímulos inesperados y nuevos. La respuesta era similar, dice Kishiyama, a la de personas que han sufrido la destrucción de una parte de su lóbulo frontal a causa de un infarto cerebral.

"Estos chicos no tienen daño neural ni exposición prenatal a drogas o alcohol, pero la corteza prefrontal no funciona tan eficientemente como debería. Esa diferencia se puede manifestar en la solución de problemas y en el desempeño escolar", afirma Kishiyama.

El equipo sospecha que los medios estresantes y cognitivamente pobres son los responsables, ya que en animales el estrés y la privación ambiental han mostrado que afectan la corteza prefrontal. Boyce hace notar que estudios previos muestran que los hijos de familias pobres oyen unos 30 millones de palabras menos que los de clase media para cuando tienen 4 años de edad. "No culpamos a las familias pobres por no hablar con sus hijos, hay quizá un trillón de razones para eso. Pero el cambio puede venir de algo tan accesible como ayudar a los padres a entender que es importante que los chicos coman con sus padres y que durante la comida sería bueno conversar y que la gente se hable". Contacto: Robert Sanders.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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