Fundadores del indigenismo

publicado el 13 de enero de 1997 en «La Jornada»
columna: «la ciencia en la calle»

 

José Vasconcelos

Siendo José Vasconcelos Secretario de Educación durante el gobierno de Alvaro Obregón, propuso para los indígenas: (...) La creación de escuelas especiales de indios en todas las regiones pobladas por indígenas y en las cuales se enseñará el castellano con rudimentos de higiene y de economía, lecciones de cultivo y de aplicación de máquinas a la agricultura. De esta suerte se logrará que sea más eficaz el trabajo indígena, lo que motivará aumento de jornales y una mayor posibilidad de que la raza se eleve rápidamente (...) Las escuelas rurales se extenderán por todo el país y representarán un grado más que las escuelas indígenas (...) Cuando los fondos del Estado no basten para fundar verdaderas escuelas, la Secretaría (de Educación) enviará maestros ambulantes que recorran las rancherías predicando la buena nueva de la regeneración por el trabajo, la pericia y la virtud (...)

El decreto de 1923 que materializa las ideas de Vasconcelos en las llamadas Casas del Pueblo, señala: (...) Se pretende que la escuela rural indígena sea el resultado de la corporación de todos los vecinos del lugar (...) algo absolutamente propio de la localidad y que desarrolle sus actividades teniendo siempre presente los intereses colectivos (...) establece vínculos de solidaridad y fraternidad (...) y derrame ampliamente la influencia civilizadora de los maestros misioneros y rurales.

Plutarco Elías Calles

Calles fundó la Casa del Estudiante Indígena sobre estas bases: (...) Para la selección de indios se tomarán en cuenta los siguientes requisitos y condiciones: 1§ Ser indios varones que a la época de su ingreso cuenten de 14 a 18 años de edad (...) 2§ Ofrecer las características de inteligencia, vigor físico y salud necesarios para no hacer frustránea su estancia en la casa. 3§ Ser originarios de comarcas de densa población india. 4§ Residir habitualmente fuera de los centros medianos o grandes de población. 5§ Hablar y entender con relativa perfección el idioma indio propio de la región. 6§ Desechar aquellos indios que puedan incorporarse a la comunidad social mexicana sin necesidad de ayuda oficial (...)

Lázaro Cárdenas

(...) La fórmula de "incorporar al indio a la civilización", tiene todavía restos de los viejos sistemas que trataban de ocultar las desigualdades de hecho, porque esa incorporación se ha extendido generalmente como propósito de desindianizar y de extranjerizar, es decir, de acabar con la cultura primitiva; desarraigar los dialectos regionales, las tradiciones, las costumbres y hasta los sentimientos profundos del hombre apegado a su tierra. Todo régimen que aspire a la verdadera democracia debe considerar la utilización de las virtudes de las razas indígenas y la eliminación de los vicios o lacras impuestas por los sistemas opresores, como un factor esencial para la realización del progreso colectivo. En tanto existan contingentes humanos desposeídos de las tierras de sus mayores, de sus derechos de hombres y de ciudadanos y se les siga tratando como bestias y como máquinas, no puede considerarse que la igualdad y la justicia imperen en América.

Cárdenas y la autonomía indígena

Al crear el Departamento de Asuntos Indígenas, propuesto por Moisés Sáenz, el presidente Lázaro Cárdenas se negó a darle funciones administrativas por las siguientes razones: (...) No sería posible crear el Departamento de Asuntos Indígenas como dependencia destinada a ejercer las funciones del Estado con respecto a nuestros indios, tanto porque sería prácticamente imposible delimitar con precisión quiénes habrían de ser considerados como indígenas y por lo tanto, sujetos a la acción de este Departamento en sus diversas fases, cuanto porque se introduciría peligrosa confusión en el seno del poder público al crear un órgano de gobierno cuyas actividades no dependerían del ramo de asuntos de su cargo. Además, es notorio que si creara un Departamento indígena destinado a encargarse de la población aborigen ejerciendo respecto a ella todas las funciones del Poder Público, fatalmente se desvincularía a los indígenas de la masa general de nuestra población, constituyendo con ellos una casta aparte, en vez de coadyuvar a la obra de asimilación y unificación nacional que es el verdadero objeto de los esfuerzos revolucionarios. El interés especial que mueve al Gobierno en favor de los indios, no arranca del deseo de destacarlos como grupo étnico separado, manteniendo en pie indefinidamente sus problemas específicos, sino por el contrario, tiende a fundirlos y asimilarlos dentro del conjunto (...) Cárdenas dixit.

Alfonso Caso

(...) Necesariamente tienden a desaparecer dichas comunidades (indígenas), tienden nuestros pueblos indígenas a adquirir poco a poco las características de nuestros pueblos mestizos o blancos. El ferrocarril, el camino, la radio, el cinematógrafo van lenta, pero seguramente destruyendo los elementos de la cultura indígena (y aún más la televisión, habría añadido Caso en estos días), van incorporando las comunidades indígenas dentro del ambiente cultural de nuestros países (...) Toda política indigenista debe tender a reparar esta injusticia [la destrucción espontánea de los elementos de la cultura indígena] (paréntesis del editor). Quedan dentro de estas comunidades indígenas, aspectos nobles de sus viejas culturas, perfiles que harán más rico el ambiente cultural de nuestros pueblos, elementos que tenemos que salvar de la total destrucción, si queremos ser hombres conscientes y atentos al desarrollo de nuestros pueblos. Así, por ejemplo, el arte popular indígena, su maravillosa intuición para transformar en bellos objetos los más toscos y rudos materiales.

 

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