La gran supernova muere como las primeras estrellas

publicado el 13 de mayo de 2007 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Aunque todos los medios han dado noticia de la más formidable supernova alguna vez observada, es tan extraordinaria y nos enseña tanto sobre la formación de los materiales de que estamos hechos los seres vivos que vale la pena destacar algunos datos.

En la antigüedad era bien sabido que el firmamento no cambia: las estrellas de cada estación son las mismas.

Sólo cinco iban y venían a su antojo y por eso fueron llamadas "planitis": vagabundos. Pero de vez en cuando aparecía una estrella nueva, nova en latín, y más escasamente una de tal magnitud que merecía el nombre de supernova: es una estrella que consume todo su combustible nuclear y estalla. En pocos días, donde no había estrella alguna visible a simple vista, crece un astro magnífico, aumenta su brillo por unas semanas y en pocos meses desaparece.

El 18 de septiembre del año pasado, Robert Quimby, estudiante de la Universidad de Texas, observó en una galaxia de la constelación Perseo una supernova en todos sentidos extraordinaria, aunque los astrónomos calculan que debieron ser comunes en el universo joven. Se la conoce como SN (por supernova) 2006gy y le tomó más de dos meses alcanzar su brillo máximo. Ahora, ocho meses después, es todavía tan brillante como una supernova típica en su máximo. Su luz ilumina la galaxia entera a la que pertenece, localizada a 240 millones de años luz. Esto significa, sencillamente, que la explosión ocurrió cuando los dinosaurios comenzaban a dominar la Tierra. Su luz nos llegó apenas en septiembre pasado.

Nathan Smith y David Pooley, de la Universidad de California en Berkeley, calculan que la masa de esta supernova es entre 100 y 200 veces mayor que la de nuestro sol. Son tan escasas tales masas que nuestra galaxia, la Vía Láctea, con 400 mil millones de estrellas, apenas si contendrá una docena. No se había observado jamás una explosión igual, señala Alex Filippenko, quien encabeza el equipo de los observatorios Lick, en California, y Keck, en Hawaii.

Se hicieron también observaciones por medio del observatorio Chandra para rayos X, en órbita terrestre.

Una supernova típica es la explosión de una estrella al menos 10 veces mayor que nuestro sol. La vida de la estrella se consume así: comienza como una nube de hidrógeno cuya gravitación la comprime. Cuando la presión interna es tan enorme que fusiona los átomos de hidrógeno se forma un elemento más pesado, helio.

La fusión libera energía y la estrella se enciende por miles de millones de años. Cuando el hidrógeno se ha fusionado en helio éste comienza también a fusionarse y forma carbono, así como otros elementos pesados hasta llegar al hierro, y allí se detiene el proceso: ya no hay presión suficiente en el núcleo estelar para fusionar pares de átomos de hierro en elementos más pesados.

En ese punto, el calor del núcleo estelar resulta insuficiente para soportar las capas externas, éstas se colapsan hacia adentro y el apachurrón final funde electrones y protones en neutrones que, al ser eléctricamente neutros, pueden acomodarse lado a lado en un cuerpo oscuro llamado estrella de neutrones. Si la masa estelar es mayor, su concentración en neutrones tampoco se detiene y la "caída" prosigue. Se forma entonces un hoyo negro: una curvatura del espacio-tiempo de la que ni la luz puede escapar. Las capas externas de la estrella explotan y tenemos una supernova.

Pero en estrellas mucho mayores, en el rango de las 140 a 250 masas solares, la temperatura del núcleo se vuelve tan enorme antes de que la cascada de fusiones se complete, que se producen rayos gama de alta energía, se aniquilan entre sí y surgen pares materia-antimateria, mayormente pares electrón-positrón.

Cuando la radiación gama va desapareciendo, las capas externas de la estrella caen hacia el centro. La estrella se hace añicos y no deja hoyo negro.

Los astrónomos plantean que buena parte de las primeras estrellas en el universo fueron de este tipo supermasivo. Al estallar, sembraron el universo joven con elementos pesados de los que planetas y más tarde humanos fueron hechos. Para eso debieron formarse nuevas generaciones de estrellas que atrajeron ese polvo. Con la supernova SN 2006gy, "podemos estar siendo testigos de cómo la primera generación de estrellas terminaron sus vidas cuando el universo era muy joven", dice Filippenko.

Los estudios aparecerán en The Astrophysical Journal. Contacto: Robert Sanders, Universidad de California - Berkeley.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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