¿Quién mató a Alfonso Peralta?

publicado el 24 de junio de 2002 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Alfonso Peralta era un joven estudiante de filosofía que comenzó su formación política en el grupo Miguel Hernández, uno de tantos que lo mismo organizaban un recital poético que armaban un "periódico mural" sobre la guerra de Vietnam y las atrocidades cometidas por el ejército estadunidense. Un buen día, entre mesas redondas para celebrar el centenario de El Capital y seminarios para tratar de leerlo, el grupo, apenas una veintena de jóvenes, se dividió por asuntos ideológicos tan esenciales y pertinentes que ya nadie recuerda cuáles pudieran ser. El Miguel Hernández se radicalizó y eso significaba que las autoridades universitarias debían verse como representantes de la burguesía y, por ende, no podía uno andarle sonriendo al rector en las esporádicas ocasiones en que se le pedía alguna ayuda. Los sonrientes abandonamos el grupo e integramos el José Carlos Mariátegui. Alfonso Peralta permaneció en el viejo grupo y comenzó a saludar con frialdad. Luego, un año en que hubo, como todos, algunas decenas de miles de jóvenes que no obtuvieron su ingreso a las preparatorias de la UNAM, el Miguel Hernández les ofreció aulas de la Facultad de Filosofía y Letras, así como clases impartidas por estudiantes universitarios de varias carreras. Fue el germen de lo que luego se llamó Preparatoria Popular. Peralta estuvo entre los entusiastas que impartían cursos "con sentido de lucha de clases", o sea, "de cómo la Trigonometría muestra que mi grupo político es el bueno y allí te debes inscribir". Todos los grupúsculos universitarios de todos los colores izquierdistas se volcaron, como pescadores ante un banco de sardinas, sobre aquella masa juvenil adoctrinable.

Nueva izquierda

Vino el 68 y se acabaron las rencillas. Cuando volví al país y a la universidad, luego de la cárcel y el breve exilio, un nuevo tipo de bachillerato daba cabida a muchos de los antes rechazados: los Colegios de Ciencias y Humanidades, conocidos por sus siglas: CCH. También la izquierda tenía novedades y una era el Grupo Comunista Internacionalista, GCI, afiliado a la IV Internacional, trotskista, donde encontré a antiguos amigos apolíticos en los primeros años de facultad y radicalizados durante el 68, sobre todo después del 2 de octubre. En el caso de quienes habían fundado el GCI, "radicalizado" quería decir que planteaba la vía de Trotsky para la revolución, que pasaba por la preparación ideológica del pueblo para un levantamiento armado general. Por lo mismo, estaban contra la vía llamada "cubana" o "foquista", que era la pregonada por el "Che" Guevara: un pequeño grupo o foco que se arma, ataca y se escabulle, va creciendo por la admiración que despierta y termina con una entrada triunfal como fue la de Fidel y el "Che" a La Habana.

No supe que Alfonso Peralta daba clases en uno de los recién fundados ceceaches, el Azcapotzalco, ni que militaba en el GCI, hasta que lo mataron.

Los trotskistas llamaban "pequeñoburgués" a ese atajo cubano para la construcción del socialismo. En cambio, los foquistas o castristas habían visto en las masacres del 2 de octubre y el 10 de junio la prueba del inminente advenimiento de un régimen socialista, pues "el pueblo" no soportaba más y seguiría sin dudar a los émulos de Fidel. Con esa línea surgió la Liga Comunista 23 de Septiembre, que tomaba su nombre del asalto al "cuartel Moncada" mexicano, el infructuoso ataque al cuartel de Madera, en Chihuahua.

Las discusiones comenzaron siendo como siempre habían sido en la izquierda universitaria: en asambleas citadas para asuntos académicos y que terminaban entre sopor, tedio y sin resoluciones, con una decena de furibundos defensores de vías diversas al socialismo.

Pero, en 1967 se habían reunido en La Habana revolucionarios de toda América y habían integrado la organización que llevaba las inmejorables siglas de OLAS, que significaban Organización Latinoamericana de Solidaridad. La OLAS preconizaba el derecho del pueblo a la "violencia revolucionaria" en respuesta a la "violencia reaccionaria" de los estados burgueses, y eso incluía la "propaganda armada", término que significaba lo que cualquiera deseara, pero exigía el uso de las armas como vía de convencimiento; se debía matar policías para obtener sus armas, a soldados ni dudarlo, el secuestro de burgueses para obtener financiamiento era una exigencia.

La desesperación del fracaso

A la Liga le ocurrió lo que a todas las guerrillas que en el mundo han sido: teniendo muy escasa probabilidad de enfrentarse a un ejército organizado y viendo con desesperación que el amado pueblo tarda en levantarse en armas y va al cine, a los toros y a francachelas como si no estuviera viviendo un momento his-tó-ri-cooo, busca objetivos más accesibles. Así descubre pronto que, si bien el ejército y la policía son los enemigos indudables, son peores los lobos con piel de oveja, que no son otros sino los que predican otras vías, más lentas, de acceso al poder y a la construcción del socialismo, así pues deben ser exterminados en tanto cómplices de los represores de un pueblo urgido de salvación.

Pero, sobre todo, están más a la mano: asaltar un cuartel es cosa en la que se arriesga la vida, en cambio, eliminar un profesor que se opone al foco guerrillero es como quitarle un dulce a un niño. El GCI estaba contra la vía elegida en los años setenta por muchos desesperados que se sintieron con el mandato del pueblo en sus manos y Alfonso Peralta tuvo varias y agrias discusiones con quienes hacían propaganda en el magnífico caldo de cultivo que eran las prepas populares y los ceceaches.

Tengo mala memoria, pero Pepe Woldenberg recogió en Memoria de la Izquierda los datos precisos: "El 12 de mayo [de 1977], Alfonso Peralta, delegado al Consejo General de Huelga del STUNAM por el CCH Azcapotzalco, fue asesinado, en pleno día, cuando salía de su salón de clases. Quedó tendido y a quienes lo auxiliaron al parecer les alcanzó a decir que el asesino había sido el Piojo Blanco, de la Liga Comunista 23 de Septiembre". ¿Cómo había ocurrido? Al salir de dar su clase, un propagandista de la Liga le entregó un volante, Peralta comenzó a leerlo, vio que era un llamado para unirse a la guerrilla y, con enojo, lo arrugó y lanzó al suelo. El criminal sintió que la santa ira del pueblo lo cegaba, sacó el arma para atajar esa violencia reaccionaria con violencia revolucionaria y lo mató de un tiro. Otro homicidio todavía impune. ¿Se investigará también por otra fiscalía? Y una última pregunta: ¿a cuántos de sus propios miembros mató la Liga por "desviaciones pequeñoburguesas" y hoy cuentan entre los desaparecidos?

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

0 animados a opinar:

 

 

ÍNDICE DEL BLOG

milenio diario

la crónica de hoy

la jornada

revistas

misceláneo

 

etiquetas:


pasaron por aquí


la plantilla de este blog es el "pizarrin" donde, durante sus ratos de ocio, eltemibledani hace sus pininos modificando el xhtml fuente.

páginas vistas

desquehacerados