La dolencia del nacionalismo

revista "contenido" año 2003 #478
columna: «un vaso de agua»

 

"Los nacionalismos, esa dolencia mayor del siglo XX" a juicio de Fernando Savater, parecen multiplicarse en el mundo y exigir el cierre de fronteras, la construcción de murallas para detener como la antigua China, las invasiones extranjeras. En esa tarea aislacionista pocos países nos ganan. El PRI vuelve a esa retórica para impedir las reformas que, como la fiscal y la eléctrica, propuso al Congreso como necesidades urgentes cuando tuvo el poder. En un berrinche que le ha costado al país miles de millones de dólares en inversiones frenadas, en salida de empresas, en desempleo y en desaliento, se niega a aprobar, como oposición, lo mismo que antes propuso como gobierno.

La clave de estos súbitos cambios de opinión es el costo político que conllevan las reformas. El PRI nos convenció, con su oratoria revolucionaria, de que el mundo entero nos trata de arrebatar nuestras riquezas.

El muralismo, la novela, el periodismo y los discursos oficiales construyeron una entelequia irrefutable: el pueblo. Y, claro está, el político era el oráculo por quien el pueblo hablaba.

Y sin preguntarle al pueblo su opinión, se implantó en México la tenencia colectiva de la tierra, el sindicalismo obligatorio y obligadamente afiliado al PRI, la organización de los comerciantes dirigida desde el gobierno. Todas esas corporaciones oficiales sirvieron, únicamente, para que sus caudillos alcanzaran altos puestos en el gobierno: diputados, senadores, ministros, y emplearan el poder para enriquecerse. Así se creó una clase social distinta, que no eran productores ni distribuidores de bienes: eran "licenciados", políticos priistas de profesión, que un sexenio debían resolver asuntos fiscales, otro dirigían el Seguro Social y al siguiente iban a ferrocarriles, petróleos o al campo. Nada importaba que en el Seguro Social confundieran la gimnasia con la magnesia, lo importante era asegurar un ingreso, un "hueso" que roer durante seis años, y para obtenerlo la virtud indispensable no era el conocimiento del área, sino la disciplina: irse a cuidar bosques un sexenio para luego ser nominado candidato a gobernador.

Para el control orgánico de los campesinos se inventó la CNC; para los obreros la CTM y para los demás la CNOP, todas ellas amarradas por encima al Congreso del Trabajo y éste anclado al PRI. Así fue como sostuvieron que la voz del gobierno era la voz de campesinos, obreros y comerciantes. Pero, sin duda, el PRI debía pagar el "apoyo popular" y para conseguirlo corrompió al pueblo: al comerciante le permitió vender mercancía de contrabando y establecerse sobre las banquetas, estorbando el paso y sin pagar impuestos, a cambio de asistir al mitin del "licenciado" en turno: el candidato a diputado, a alcalde, a gobernador, a presidente. Escenografía para mítines y votos a favor del PRI si querían seguir vendiendo contrabando, libre de impuestos y frente a vitrinas y entradas de negocios establecidos y bien controlados por Hacienda.

Y tuvimos "líderes campesinos" que nunca habían sembrado una milpa ni ordeñado una vaca; "líderes obreros" que quizá en su adolescencia habían sabido de tornillos y pinzas, pero llevaban treinta años vistiendo corbata y traje para sentarse en mullidas oficinas de un área o de otra. Sin embargo, en la medida en que el mundo se volvió pequeño porque bastaron doce horas para llegar al más remoto rincón, un segundo para comunicar las noticias de lo ocurrido en Turkmenistán, y la democracia se erigió en valor universal que obligó aun a los peores dictadores a maquillarse, el régimen priista comenzó a resentir la murmuración planetaria según la cual era culpable de la peor infamia: no ser democrático. Inventó los diputados de partido para mostrar al mundo que la oposición podía alcanzar algunas curules. Y en ese juego, perdió el poder. Pero nos heredó la vieja oratoria nacionalista con la que hoy día los "líderes campesinos" de oficina pretenden convencernos de que permitir la entrada de alimentos baratos y exportar productos agrícolas mexicanos sin pagar aranceles... provoca pobreza. Habría que preguntarle a la familia que encuentra pollo y huevo barato gracias al TLC y la competencia entre productores nacionales y extranjeros. Dice con razón Savater que será un gran día cuando la "identidad cultural" sea vista con el mismo recelo que las referencias al color de la piel.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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