Hay iguales más iguales que otros...

publicado el 22 de noviembre de 2015 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Libertad, democracia, tolerancia, ¿son valores en sí mismos, platónicos, eternos, o lo son porque estamos inmersos en ellos? Sus contrarios, ¿no son igualmente valores en otras culturas? La sumisión (islam en árabe), la obediencia, ¿no son iguales? Es el tema subyacente en los debates surgidos del terrorismo: nos dicen que los dibujantes de Charlie Hebdo asesinados se lo buscaron. Como el cineasta Van Gogh. Cuando se ofende a Mahoma con caricaturas en una publicación danesa, los daneses deben correr a disculparse. No cuando son de Cristo porque las avalan tres siglos de Ilustración. Eso dicen. Los atentados en París el viernes 13, como los jumbos contra las Torres Gemelas, no son sino la respuesta a las actitudes imperiales... ¿Será? No habría millones de musulmanes pacíficos en París, Londres, Estocolmo. Los hay y con manifestaciones muy conmovedoras.

En matemáticas, una proposición se llama indecidible cuando no podemos decidir si es verdadera o falsa. El ejemplo es ese monumento llamado Teorema de Gödel. Debemos plantearnos si en asuntos sociales hay también valores indecidibles. No lo creo. Va:

Elegir gobernantes y asumir que hay diversidad en preferencias sexuales, ¿son valores indecidibles porque hay culturas que las rechazan, abiertamente y con todas sus letras? Los pies de las multitudes lo niegan, la flecha de la emigración tiene un sentido: la gente huye de ciertos regímenes y busca otros. Tenemos así una definición operacional de lo deseable y lo indeseable. Hay excepciones, gritará alguien: holandeses y canadienses en las filas del Estado Islámico, ese califato impuesto por ortodoxos del islam entre Siria, Irak y con prolongaciones que deberán reconstruir los dominios de Mahoma para que así llegue el Día del Juicio, los buenos tengan recompensa y los malos fuego eterno.

Hay esas milicias internacionales que van por decenas, pero ya salían millares de refugiados huyendo del régimen sirio de Bashar al-Asad. Ahora centenares de miles arriesgan la vida para dejar las tierras del califato y del presidente Bashar. Dato duro: se van. El Muro de Berlín lo saltaban en un solo sentido, los balseros cubanos nomás van de Cuba a Florida, los mexicanos huyen a California. La gente ve lo que los antropólogos y almas pías niegan.

En un arranque de apariencia civilizatoria y en el fondo cenagoso como todo pantano, el relativismo social predica la relatividad de todos los valores: nada nos dice que los ganados en Occidente, al precio de hoguera, mazmorra, tortura, sean mejores que otros, digamos los predicados por Mahoma. Y nos entrecomillan "valores", "mejores", "democracia", "libertad". Al carajo con eso: no es como contemplar la belleza del Taj Mahal. En arte estamos de acuerdo casi siempre. No en los valores que rigen nuestra vida cotidiana.

Y ahora hay quienes nos echan en cara que cotizamos más alto nuestros valores. Pues sí: Euclides diría que son axiomas. "Dame chance de cinco afirmaciones no comprobadas". Y con eso nos dio la herramienta intelectual que permitió a Eratóstenes medir la circunferencia terrestre siglos antes de Cristo, sin saber que existía América, sólo con el teorema de igualdad de los ángulos alternos entre paralelas... Y la sombra de un palo... Igualen eso, pendejos...

No sé definir por qué libertad, democracia, respeto a las diferencias son superiores a tus ideas que las rechazan. Digamos que son mis axiomas.

Es mejor, para una mujer, ganar lo mismo que un hombre si desempeña el mismo trabajo; es mejor un país que puedo dejar, una ciudad que puedo abandonar, un trabajo que puedo cambiar sin pedir autorización a gobiernos ni a mayorías. ¿Cómo lo demuestro?

Digamos que son axiomas: la libertad irrestricta sin afectar a terceros, la elección por voto universal y directo de los gobernantes, la igualdad ante la ley sin diferencia alguna, hacen un mundo en el que los humanos podemos desplegar un crecimiento que da por resultado la vida en París, Londres, San Francisco, Tokio... Y otros mundos. Cuál sea mejor lo dice la flecha de la emigración: ¿a dónde se va la gente?, ¿de dónde huye? Es un dato objetivo: huye del mal y busca el bien, con todos los peros que podamos escarbarle al bien.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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