Hay 487 dictámenes de Biología, Geología y Entomología de la UNAM, y los del especialista en proceso térmicos y cinética del Instituto Mexicano del Petróleo, Enelio Torres-García (Héctor de Mauleón, El Universal), que sustentan la versión de la incineración de los 43 normalistas en el basurero de Cocula, una hondonada que hace función de horno al concentrar calor entre sus paredes, dañadas por el fuego y con piedras fracturadas, con cambios de color y composición química por temperaturas superiores a los mil 600 grados: más que un crematorio profesional.

La UNAM y el IMP descubrieron restos de gasolina y diésel en el basurero y los ejecutores del crimen ya detenidos confesaron que eso emplearon para mantener las llamas hasta reducir los cuerpos a cenizas. Los expertos mexicanos recogieron, en la investigación inmediata, aluminio fundido, restos de llantas carbonizados y fragmentos de hueso humano, incluidos dientes.

Eso prueba que hubo fuego y restos humanos, no necesariamente que allí quemaran a los 43. Pero, mientras trabajaba en el basurero el Equipo Argentino de Antropología Forense, buzos de la PGR recuperaron del río San Juan bolsas con restos humanos calcinados. Se enviaron para su análisis genético a la Universidad de Innsbruck, Austria, y un fragmento mostró suficiente ADN intacto: correspondía a uno de los normalistas desaparecidos: Omar Mora Venancio. ¿Más?

Las confesiones de los ejecutores y las muestras coinciden: "El Terco Rodríguez regresó con 16 bolsas de basura industriales de hule tamaño jumbo —juntas de dos en dos para hacer bolsas dobles.... El Duva le ayudó a recoger los restos. La orden era machacar lo que no se hubiera desecho. Lo hicieron con palas.

"Subieron las bolsas a las mismas camionetas utilizadas la noche anterior. El Cheje García (...) preguntó que qué llevaban adentro. El Duva le dijo que eran los restos de los levantados la noche anterior. El Cheje dijo que soltó la bolsa que iba cargando: 'Me dan miedo los muertos'.

"(...) Hay un claro en el que se puede observar el agua (río San Juan) desde el camino. Ahí, junto a un palo que tiene una botella de refresco al revés como marcador, comenzaron a arrojar las bolsas. Eran ocho, y según las declaraciones de El Cheje García, cada una pesaba cerca de cinco kilos". La noche más triste. Esteban Illades. http://www.nexos.com.mx/?p=23809

José Torero estuvo en el lugar unos minutos, diez meses después del crimen, y no tomó ningún tipo de muestra para concluir lo que "no pudo ocurrir". Pero, además, no niega la cremación de los 43 en el basurero de Cocula, como ahora se clama en redes sociales. Torero sostiene que "la evidencia recolectada no permite inferir mayores conclusiones acerca de los presuntos eventos (pág. 420), cita de Illades. Pero él no recolectó nada. Lo hicieron la UNAM, el IMP y la PGR: 55 mil fojas.

El doctor John DeHaan, perito en incendios en escenas de crimen, quien ha trabajado para el Departamento de Justicia de California, y conoce a J. L. Torero, sostiene en mail a Illades."No conozco ningún estudio relevante que haya realizado José Torero (...) Como he publicado —basándome en mis estudios de cremación de cuerpos en el curso de investigación forense de muerte por fuego— puedo obtener casi en su totalidad las condiciones de un crematorio comercial en condiciones improvisadas, tales como basureros, barriles o vehículos, y conseguir que un cuerpo quede como hueso calcinado en tres o cuatro horas".

Los criminales presos afirman que dispusieron de 16 horas y rociaron en varias ocasiones de diésel la pira funeraria.

Sigue el experto forense en cremaciones: "El cuerpo de un adulto con ropa tiene suficiente grasa subcutánea para un fuego de 60kW, donde la ropa actúa como la mecha y los tejidos son el combustible".

Luego hace una salvedad cortés: "Es un error común pensar que un fuego muy grande (un crematorio) es necesario para destruir un cuerpo. No creo que el profesor Torero cayera en ese error, pero depende totalmente del contexto y la forma en que se le presentaron las preguntas..."

la talacha fue realizada por: eltemibledani