Las tinieblas del corazón

publicado el 13 de mayo de 2013 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Es época de incendios forestales. En el municipio de Zacoalco, al sur de Jalisco, rumbo a Colima, un cachorrito de puma que huía de los incendios fue reportado por los vecinos. Llegaron los policías municipales "y sin dar aviso a ninguna autoridad competente, desenfundaron sus armas de cargo y abrieron fuego...", dice nota de Raúl Aguilar en MILENIO Jalisco. El pumita quedó muerto de inmediato...

Son los mismos policías que se acobardan ante el primer criminal que les muestra una navaja, los mismos rebasados por todos los delitos o parte ellos mismos del delito.

¿Qué se necesita para disparar contra un cachorrito de especie en extinción por nuestros excesos reproductivos y el crecimiento sin control de nuestras ciudades? Verlo que huye de las llamas, casi siempre provocadas también por humanos, y dispararle es un acto de maldad pura, simple y gratuita.

Si los policías son despedidos, pasarán sin dificultad a las filas del crimen, estarán entre quienes asaltan a los más pobres de los pobres, a los migrantes que viajan trepados en lo alto del tren de carga llamado La Bestia y exigen el pago de 100 dólares para "permitirles" continuar el viaje encima de vagones, al sol y a la lluvia, y que en días pasados arrojaron del tren a diez migrantes que no pagaron la cuota.

Somos un país de niños malcriados que llegan a adultos prepotentes. La crónica de Juan Pablo Becerra-Acosta, retomada por Carlos Puig, nos muestra el despeñadero a donde nos dirigimos. En La Ruana, Michoacán, el crimen regula entradas y salidas. Las calles están vacías, los negocios cerrados. No hay gas, gasolina, víveres ni medicinas. "Los médicos han huido, los programas sociales como Oportunidades han dejado de funcionar desde hace, cuando menos, un mes, según los pobladores".

Es urgente abrirles una "mesa de diálogo" a quienes ya cobran impuestos para el crimen y dictan la ley en la calle. ¿Dónde está el Ejército?

Dos borrachas en un Porsche, auto de gran lujo para quien no lo sepa, atropellaron a una señora en el DF y se estrellaron contra una camioneta estacionada. Huían a pie, tambaleantes, cuando llegaron dos patrullas de la Unidad de Protección Ciudadana. La conductora gritó al policía que le exigía detenerse: "¡No me toques, cabrón! ¡Ni se te ocurra porque soy familiar de Alfa 3 y te vas a quedar en la calle!" (Reforma, 9 de mayo).

Lady Profeco y su impunidad, las ladies Alfa 3, el fuero de nuestros legisladores y gobernantes, el crimen posesionado de Tamaulipas y Michoacán. Incendios "de protesta" en el centro del DF el 1 de diciembre, vandalismo en la Rectoría con daños a la oficina del rector (justicia inmanente), bloqueo de autopistas, cierre de accesos a ciudades en Oaxaca, Guerrero y Michoacán. Y los detenidos, cuando los hay, salen en pocas horas porque los gobiernos estatales y federal tiemblan de pánico ante la sola posibilidad de que en un mitin del CCH Oriente un embozado les grite que "criminalizan la protesta social".

Pero nuestras autoridades valerosamente sacan las pistolas y disparan contra un cachorrito de puma que huye aterrorizado de un incendio forestal, incendios provocados, con gran frecuencia, por empresarios de la construcción, como los voraces que muerden trozos del bosque La Primavera en Guadalajara, que usan pobres para inducirlos a construir en el bosque y luego, ganado el terreno, construir.

Aun falta por esclarecer el tenebroso misterio de la Villa Panamericana: negocio multimillonario contra el bosque. Ya pagados los terrenos en torno al parque Morelos, zona urgida de rehabilitar: casas abandonadas, de techos a medio caer, muros pandos, guaridas de pequeña delincuencia, cambió el gobierno municipal. Políticos y negociantes no vieron ganancia en ese proyecto y fueron a construir la Villa Panamericana en la linde del bosque de La Primavera, en plena zona de recarga de acuíferos que surten pozos de Guadalajara y Zapopan, y mínimo santuario de especies en extinción, como el puma americano que mataron los policías que debieron salvarlo de las llamas.

El nuevo gobierno estatal, del PRI, se planteó la demolición de la Villa, negocio del PAN, porque su existencia atraerá nuevas invasiones del bosque. No la han vuelto a mencionar. Hay muchos millones bailando.

Sigue impune el asesinato de Gonzalo Rivas, quemado vivo por los normalistas que incendiaron a propósito la gasolinera donde trabajaba.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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