Por salud mental y política

publicado el 03 de enero de 2011 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Comienza el año en que conoceremos los candidatos a la Presidencia de la República. No podemos llegar al 2012 con salud mental y política mientras no desmontemos, una y otra vez, la mentira del fraude electoral del 2006 porque los mismos mecanismos serán echados a andar por el mismo mal perdedor, que volverá a perder y con peores números.

Argumentan Macuspano y adictos que el fraude ha sido reconocido por el mundo entero, por instituciones de impoluta probidad y hasta por el Consejo Galáctico. Pero jamás responden una pregunta muy sencilla: cómo, cómo carajos se cometió el fraude, en qué lugar, entre la casilla y los consejos distritales, se torció la voluntad ciudadana. Digan sencillamente cómo ocurrió, en qué punto de una cadena tan rigurosamente vigilada que hace de las elecciones de México las más caras del mundo.

Errores aritméticos hubo miles... Cierto: la escuela primaria mexicana, una de las peores sobre el planeta gracias al rústico nivel de los maestros cuya ineptitud el sindicato cobija con insolencia, no logra enseñar la operación llamada suma (y no faltan los políticos que creen elegante decir sumatoria creyendo que es un sinónimo más nice y no otra operación que se indica con la letra sigma mayúscula). Tales errores no tuvieron dirección: los hubo a favor y en contra de todos los partidos porque fueron cometidos por torpeza que nuestro sistema educativo deja pasar. Pero, lo esencial es que fueron corregidos a la vista de todos los representantes de todos los partidos y de todos los observadores.

Revisemos, una vez más, paso por paso:

1. Mesa directiva de la casilla. El PRI tenía una sólida red nacional de autoridades de casilla entrenadas en el fraude y avisadas de permitir que sus secuaces depositaran más de una boleta en cada urna, en ocasiones tacos que al abrir la urna para contar los votos aparecían misteriosamente enrollados porque así habían sido metidos. Solución: los funcionarios de casilla se eligen, por sorteo ajeno a los partidos, de entre los vecinos y se capacitan sin intervención de partidos. Las urnas son transparentes y de ranura muy estrecha. Colocadas a la vista de funcionarios y representantes de partido no hay forma de meter más de una hoja por urna. Allí no pudo realizarse el tan gritado fraude.

2. Las boletas. El ciudadano expresa su voto sobre boletas impresas en papel de alta seguridad, comparable a los billetes; foliadas y con talón. La mesa directiva de la casilla corta la boleta para entregarla al votante y se guarda el talón numerado. Una hoja de votación con un número no perteneciente al talonario es de inmediato anulada. Esto hace imposibles las viejas tácticas del PRI: reparto de boletas ya marcadas a su favor que luego eran metidas a la urna con la complicidad de autoridades de casilla entrenadas por PRI. Tampoco allí puede ocurrir fraude alguno. Los representantes de partido no permitirían contar una boleta con numeración ajena a la entregada por el IFE a esa casilla.

3. Al cierre de la casilla se abren las urnas a la vista de todos los partidos y observadores, se cuentan los votos, se hace un acta con copias para cada uno de los partidos para que éstos realicen en sus centros de operación su propio conteo. Así supo López que había perdido y decidió negarlo. Las actas se exhiben y cualquier ciudadano puede consultarlas. Tampoco aquí es posible el fraude.

Los partidos acordaron, en 2006, separar las actas que llegaran a los Consejos Distritales con cualquier irregularidad: desde una mancha de aguacate hasta una raya en vez de un cero cuando un candidato no obtenía ningún voto. Allí estuvieron los 3 millones de votos que López denunció como escamoteados. De nuevo mintió a sabiendas. En una casilla se decidió videograbar la apertura de urnas. La imagen era clara y directa, no como la cámara escondida que grabó a Bejarano hinchándose de fajos de dólares extorsionados a un empresario. Con dolo artero presentó López el video como prueba de robo de sus votos. Había representante del PRD, se le dijo. Respondió que hasta éstos se habían vendido. Lo dijo con malicia para confundir y sin responder que de ser así debieron venderse también los representantes de los ocho partidos.

Ni un solo nombre ni un cheque ni un pago: nada sustentó su perverso enlodamiento de una elección ejemplar. La promoción por parte de Fox dice el reglamento que es incorrecta, pero no hace fraude. Los ataques entre candidatos se dan y se espera que se den en toda elección democrática.

Más: AMLO: La construcción de un liderazgo fascinante (Cal y Arena).

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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