La influenza de 2009 descrita como buena novela

publicado el 02 de enero de 2011 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Con la técnica de una novela de misterio, los médicos que enfrentaron la influenza de 2009 nos narran antecedentes, avisos, primeras sorpresas. Dice el prefacio: "Nunca antes la humanidad había vivido una epidemia en tiempo real ni con tal despliegue mediático. Poco a poco más países se iban incluyendo en las listas mientras el recuento de los casos y de las muertes por el virus se veía en todo el mundo al mismo tiempo. Las nuevas herramientas de comunicación desempeñaron papeles estelares: el teléfono celular, la internet y las redes sociales esparcieron información de todo el mundo..."

El primer capítulo hace una ilustrada revisión de pandemias, desde la Peste de Atenas, de la que aún se sigue preguntando la medicina moderna cuál sería hoy el diagnóstico, la influenza de 1918-1919 que se llevó más vidas que la Guerra Mundial concluida por entonces, Hipócrates y las bases de la ciencia médica que rechaza la enfermedad como castigo divino, Tucídides y su descripción de la epidemia que venció a Atenas durante la Guerra del Peloponeso... Un par de sabrosas páginas que nos llevan al planteamiento de la más nueva pandemia.

El suspenso en el capítulo II, escrito por el editor, Samuel Ponce de León, recuerda el empleado por Albert Camus en La Peste, esa novela que anuncia una catástrofe con un hecho en apariencia trivial, pero denso de significado: una rata sale de una alcantarilla, a plena luz del día, y camina tambaleante sin las mil precauciones que toman estos inteligentes animales: quienes la observan se asombran pero no advierten que así caminará en pocos días la población humana. Una formidable novela. Con esa técnica anuncia el doctor Ponce de León lo que vendrá: las reuniones matutinas en la Secretaría de Salud, una vez a la semana, luego diarias, después sin dormir, día y noche revisando los casos que dispersos parecen no tener significado y acaban por dar un cuadro de catástrofe mundial. México pasa de país observador, que espera una influenza de origen aviar que llegará de Asia, a país anfitrión de la no esperada de origen porcino.

Con escasas cien páginas el relato atrapa al lector. Plantea denuncias como la siguiente: "Los retos eran grandes y sólo destaco algunos: los laboratorios estatales reportaban cifras lejanas a la realidad, pero confortables para las secretarías de salud locales; el informe se construía para que no se vieran afectados ni los intereses del turismo local ni los programas políticos; las instituciones de seguridad social no enviaban sus informes a tiempo y los casos críticos que se filtraban hasta el nivel central se evaluaban en función de la situación política y de las conveniencias del momento, sin tener en cuenta las necesidades de la salud pública".

Ése era el estado de nuestro sistema de alarmas. El 23 de abril de 2009 llega la primera llamada urgente para acudir a la oficina del secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, quien ofrece los resultados de las muestras de sangre enviadas a Canadá: han identificado un virus que no era el esperado y para el que se tenían medidas de prevención y vacunas. Atlanta, en EU, confirma el análisis: es un virus de influenza A (H1N1), identificado días antes en dos niños de California: "Las piezas del rompecabezas estaban completas, faltaba aún acomodarlas correctamente", pero el modelo no traía instrucciones. Para empezar la cabeza del Sindicato de Educación, Elba Esther Gordillo, no logra decir influenza porque para ella son vitales las influencias, y así llama a la epidemia, luego no distingue un número 1 de una letra ele. Pero ni modo, compadre, con estos bueyes hay que arar.

Una duda es resuelta: no se trataba de una extensión de la influenza común estacionaria, ni de la esperada influenza aviar A(H5N1).

¿Recuerdan ustedes la imbatible Línea Maginot construida por los franceses entre su país y Alemania? Al término de la Primera Guerra Mundial los políticos y militares franceses decidieron que no volvería a cogerlos desprevenidos un ataque alemán y construyeron una frontera impenetrable: kilómetros de túneles con troneras asomadas de trecho en trecho desde las cuales toda clase de armas detendría cualquier ejército: concreto armado y mirillas al ras del suelo eran inexpugnables. En efecto, lo eran. Pero no contaban con mi astucia, dijo Hitler, y mandó sus divisiones Panzer a rodear por un pequeño y desprotegido país: pasaron por Bélgica y salieron detrás de la Línea Maginot, donde los bien protegidos soldados de Francia se quedaron esperando los tanques: ya desfilaban los alemanes bajo el Arco del Triunfo, habían tomado París.

Pues algo similar le ocurrió al mundo y comenzó en México. Con una gran diferencia: la invasión fue detenida con nuevas defensas. A favor de nuestro equipo médico señala Ponce de León que la Secretaría de Salud "detectó e informó antes que en Estados Unidos se percataran incluso del problema".

La pandemia de influenza. Reflexiones en primera persona. Samuel Ponce de León, editor.

 

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