Droga: el producto ideal

publicado el 13 de diciembre de 2010 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

La droga es el producto ideal... No hace falta literatura para vender. El cliente se arrastrará por una alcantarilla para suplicar que le vendan... El comerciante de droga no vende su producto al consumidor, vende el consumidor a su producto", dice Burroughs en El almuerzo desnudo. Palabra de experto. En la pirámide de la droga, los "de arriba" son todos reemplazables de inmediato, afirma. Cierto, pero ningún Estado puede permitirles que se hagan de territorios, cobren "impuestos" y vendan "protección", lo cual no ha ocurrido en Estados Unidos, salvo en la época de la prohibición del alcohol. Y sí fue el caso de Colombia y lo estaba siendo de México.

Estamos propiciando el mal que se combate, porque hemos llenado las cárceles de gente que fuma algo que huele mal, y eso es todo. Pero la cárcel es la mejor escuela del crimen. Y no son números bajos, un Informe Especial de Nexos señala en octubre: Estamos hablando de 237 mil detenidos en 16 años, la mitad de todos los presos que hay en Estados Unidos y la cuarta parte de los prisioneros en el mundo entero.

Con números del ICESI (Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad), que dirige, y desde su columna en La Razón, Luis de la Barreda [¿Enfermo imaginario?] acaba de echar el pasado viernes un cubo de agua helada a quienes hemos comparado números que hacen de México un país donde la tasa de homicidios en la última década ha bajado y no subido, como es la percepción general. Bajó de 18 por cada 100 mil habitantes en 1997 a 10 en 2007, casi la mitad. Coincide así con el Informe Especial de Nexos: Según la ONU, en 2009 teníamos en México una tasa de homicidios de 12 por cada 100 mil habitantes, "el doble que Estados Unidos, pero la mitad que Brasil, la tercera parte que Colombia, la quinta parte que Guatemala". A pesar de lo cual es México el país señalado como más violento. ¿Por qué?

Los números del ICESI dan la respuesta: En 10 años el homicidio "bajó casi 50 por ciento. Pero en 2008, por primera vez en la última década, hubo un incremento, aun no muy pronunciado: se registraron 12. En 2009 el ascenso fue más notorio: llegamos a 15. Y cerraremos 2010 en 20. ¡En sólo dos años desandamos el camino que habíamos recorrido en 10!"

La percepción de que empeoramos, aun con números más bajos que otros países, tiene un fundamento real: "Quien tiene una enfermedad grave pero advierte mejoría en su salud se siente más optimista que aquel que padece una dolencia menos severa pero observa que en un corto lapso la afección está agravándose", señala de la Barreda.

Ese incremento en la tasa de homicidios va en estrecha relación con la prohibición de unas drogas mientras permitimos otras cuyos daños a terceros inocentes se comprueban cada que un borracho se pasa un alto y choca. Es legal lo que daña a terceros y hemos hecho ilegal lo que sólo daña al consumidor.

Podríamos plantear la pregunta al contrario: no por qué legalizar la marihuana, sino por qué se prohibió alguna vez su uso: los bolivianos mastican hojas de coca, los huicholes comen el cacto silvestre llamado peyote, los griegos se ponían hasta la madre en las fiestas de Perséfone con diversos alucinógenos. Ahórrese el seguramente largo listado de personas destruidas por el consumo de drogas: acaban como desechos humanos con todo y prohibición. Pero sólo se matan a sí mismos. Están en su derecho. No así quienes matan a otros por alcoholismo, o dañan los pulmones ajenos con humo de tabaco.

Nadie está diciendo que las drogas no dañen, aunque están comprobados los usos médicos de la marihuana y sin duda de los opiáceos. Entre quienes apoyamos su despenalización, muchos lo hacemos convencidos de que el daño que produce la penalización es mayor y más fuera de nuestro control. La violencia no está causada por el uso de las drogas ahora ilegales, sino por su persecución.

Que los narcos cambiarán al secuestro, el robo y otros delitos, y no se convertirán en buenos electricistas, también es cierto, como lo es que el combate al crimen nunca se acaba. Pero no hay razón alguna para que sea un crimen sembrar, vender y consumir marihuana, coca o amapola.

La despenalización total y de todas las drogas surge de un convencimiento ético: no reconozco a ninguna autoridad el derecho a prohibirme algo que sólo me daña a mí: sea comida chatarra, falta de ejercicio, pan blanco, sal, azúcar refinada, tatuajes. El amor destruye matrimonios y causa suicidios. En fin, mientras no dañe al prójimo, si quiero me mato.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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