Tenemos un switch de hace 300 millones

publicado el 02 de mayo de 2010 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Investigadores británicos y griegos acaban de rastrear la evolución de un gen regulador hasta 300 millones de años atrás. Llaman factores de transcripción a las proteínas que controlan la activación de los genes en el ADN. "Los libros de texto nos dicen que los factores de transcripción reconocen los genes que regulan al unirse a secuencias cortas de ADN hacia arriba y abajo de sus genes objetivo". Se asumía que, como las secuencias de genes mismas, los sitios de unión también habrían sido muy conservados a lo largo de la evolución. Pero no fue así en el caso de los mamíferos, como el humano, el perro y demás.

Los autores siguieron la evolución de la regulación genética al comparar los factores de transcripción conservados en los genomas de cinco especies de vertebrados: humano, perro, ratón, zarigüeya y pollo. Así descubrieron que se extendía por 300 millones de años. Encontraron que, a pesar de cambios en el mecanismo genético, dos factores de transcripción todavía se las arreglaban para regular la expresión de genes y función del tejido en el hígado. Se conocen como CEBPA y HNF4A.

Los resultados, en Science del 9 de abril, revelan que la conservación de una secuencia genética no lo es todo en cuanto a mantener la regulación de un tejido, así que presentan una clave para la comprensión del cáncer, además de explicar diferencias entre las especies.

Y tenemos botón pausa

Otro equipo reporta en Cell del 30 de abril nueva evidencia de que las células madre de embrión en los mamíferos pueden tener un control que actúa como el botón de pausa en un DVD. "Nos estamos dando cuenta de que se nos había escapado un segundo paso entero en el control de la expresión de un gen", dice Richard Young, del MIT. "Hay una tremenda emoción al respecto".

Por décadas, los científicos han sabido que la transcripción genética se efectúa con una serie de pasos bien conocidos: al ADN se copia en un molde que produce la imagen invertida, como quien aprieta plastilina contra un relieve y la retira, es el mRNA con el que se hacen las copias después. En ese complejo mecanismo, el molde está a cargo de la enzima llamada polimerasa. Esto era sabido, pero "la sorpresa es que se trata sólo del primer paso". El equipo ha demostrado que otros jugadores causan que la polimerasa se inmovilice en ciertos lugares del genoma y así haga la función de pausa. Otra interacción pone los genes de nuevo en encendido.

La polimerasa llega y comienza a copiar una secuencia genética, pero apenas hace una pequeña secuencia de RNA y se detiene, en espera de una señal para continuar. "El control pausa podría ser una forma de asegurar que la transcripción del gen se haga sólo en la dirección correcta", dice Young.

También estos hallazgos abren nuevas vías de investigación para el tratamiento del cáncer porque uno de los factores de transcripción, el llamado c-Myc (c de cáncer), ha mostrado que, al apagarse, la célula cancerosa muere.

Ahora pensemos que estos mecanismos de transcripción, aquí sobre simplificados, ocurren constantemente en cada una de nuestras células y en todos los tejidos que éstas forman desde que la vida pasó a armar conglomerados de células.

Nuestro planeta tiene unos 4 mil 500 millones de años. Y hacia el final de sus primeros mil millones, hace unos 3 mil 800, apareció LUCA (last universal common ancestor): el antepasado común de todos los seres vivos: lechugas, perros, algas, tiburones, humanos, robles, hongos y quizá también dinosaurios y pterodáctilos. Pero la descendencia de LUCA fue escasa durante 3 mil millones de años y reducida a células. La parentela colateral se extinguió, salvo ese tatarabuelo.

Luego vino la "explosión cámbrica": una rápida diversificación de la vida multicelular que tuvo lugar hace poco más de 500 millones de años. Entonces aparecieron casi todos los actuales Phyla (singular Phylum: en taxonomía hay Reinos, Phyla, Clases, Órdenes, Familias, Géneros y Especies). La castellanización Filo es ambigua porque tenemos filo de navaja. De ahí que sea mejor emplear el latín (con su plural neutro en a).

Ecología

Algunas vez, unas golondrinas anidaron en la azotea de la casa de mis padres. Nacidos los pollos, mi madre observó con preocupación creciente que, al fin cerebros de pajarito, habían hecho el nido al rayo del sol tapatío de mayo, que en la espalda se siente como si le plancharan a uno la camisa puesta. Así que, Mother Teresa of the golondrinas, hurgó entre los triques y encontró un viejo paraguas, trepó a la azotea y lo ató a modo de sombrilla... Los padres no volvieron. Supongo que vieron un enorme animal negro posado con sus amenazantes alas sobre el nido y consideraron que toda batalla era inútil.

O más triste aún: quizá revolotearon tratando de ahuyentar valientemente a la Bestia de parduscas alas extendidas. No los venció sino la noche y el cansancio. No hubo cantor de esa batalla para la posteridad ni Musa para esa cólera de Aquiles.

Moraleja:

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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